Me decía esta semana un buen amigo: “Qué difícil es sentir simpatía por Bagnaia”. Y es totalmente cierto, a mí me pasa. Muchos pósters del actual campeón decoran los concesionarios Ducati por el mundo, pero seguro que muy pocos decoran habitaciones de jóvenes quemados. Es curioso cómo el doble campeón mundial, el relevo natural del todopoderoso Rossi, sigue dejando tan frío al personal, incluso en su propia casa. Pero a ver si nos damos cuenta, que no siempre se tiene que dar eso de que el mejor piloto sea la alegría de la fiesta, o el que más camisetas venda. Sufrimos aún el síndrome Rossi, al que le siguió el virus Márquez. En ambos casos su extraordinario talento como pilotos, sus triunfos inapelables, venían acompañados de una simpatía y desparpajo natural, celebraciones dignas de payasos del Circo Price y entrevistas más parecidas a monólogos de humor. Pecco no ofrece nada de eso, excepto un pilotaje a la altura de los mejores.

Ayer, y también el sábado, dio una buena muestra de ello. Lo que para muchos pudo ser una carrera aburrida, fue una obra maestra de estrategia. Con la elección casi unánime del neumático blando, se sacó de la chistera una salida de fantasía para después poner un ritmo absurdamente rápido que llevó al resto con el gancho, hasta que los neumáticos cayeron. Ahí empezó a jugar de forma insultante con el ritmo, bajando casi un segundo algunas vueltas para enfriarlo, para seguidamente volver a romper el crono. Esto hizo incluso que un sofocado Martín se creyera a falta de dos vueltas que podía cazarle y disputarle la carrera, para luego darse cuenta de que se estaba riendo a su cara, lo que le hizo perder la concentración, confiarse y perder su segundo puesto. Puede ser el mal menor para Jorge, que sigue líder del Mundial y parece que ya con su desembarco en el equipo oficial casi cerrado. Pero evidentemente no le debió gustar ni una pizca ser batido así por el piloto al que va a sustituir. No mola nada. Y tampoco mola ver cómo tu rival máximo este año y los que vengan tiene tan por la mano esta Ducati, la gestión de la carrera y su propia gestión mental.

Que sí, que faltan muchas carreras. Pero la forma en que en un contexto sin incidentes Pecco tiene controlado todo, desde un pilotaje excelso, hace que sin duda sea para mí el candidato número uno a revalidar el 1 en su carenado. Que esto no es un concurso de humor.