Los amantes del mundo del motor suelen tener –tenemos- el corazón dividido entre los coches y las motos, y también entre el circuito y la carretera. Las motocicletas, sobre todo las de gran cilindrada y prestaciones, te conducen directamente al mundo de las sensaciones más extremas y las emociones más intensas. Acelerar, inclinar, frenar, trazar, disfrutar de la velocidad mientras el viento choca contra tu cuerpo y apurar la respuesta del chasis buscando los límites es una experiencia tentadora, adictiva y a veces también peligrosa. Los coches, por el contrario, salvo los muy radicales, difícilmente pueden equipararse a las motos en este sentido, además de que aportan un plus de seguridad incuestionable, ya que su carrocería te protege a un nivel inalcanzable sobre dos ruedas.

Y si a todo esto le sumamos el plus adicional de rodar en circuito, sin vehículos en dirección contraria, con un firme en óptimas condiciones de agarre y visibilidad y con la seguridad extra de moverse en un entorno diseñado para desplazarse muy deprisa, está claro que hay pocas situaciones equiparables a rodar en circuito sobre una moto deportiva. Sin embargo, siempre hay excepciones que son capaces de aunar lo mejor de los dos mundos, de aportarnos las emociones, sensaciones, diversión y prestaciones de las mejores motos –también la de sentir el viento en la cara- con la protección de los cuatro ruedas. Mercedes ha creado uno de estos singulares vehículos y lo ha bautizado como SL 63 S E Performance.

Mercedes crea el SL más exclusivo y prestacional de la historia con su motor de 816 CV y 317 km/h de velocidad máxima

Este deportivo descapotable –con un precioso y clásico techo de lona- está provisto de un concentrado habitáculo deportivo (2+2) e incorpora un grupo motriz con una potencia combinada de 816 CV y 1.420 Nm. Estas cifras estratosféricas, para un automóvil dotado de tracción a las cuatro ruedas y cambio automático de nueve marchas, nacen de combinar un motor de gasolina biturbo de ocho cilindros en uve y 3.982 centímetros cúbicos (cc), del que obtiene 612 CV y 850 Nm, con un propulsor eléctrico de 204 CV y 320 Nm. Todo ello para impresionarnos con sus 317 km/h de velocidad punta y una aceleración de 0 a 100 km/h en sólo 2,9 segundos, con un consumo medio homologado de carburante de 7,7 litros y de 11,5 kWh cada 100 kilómetros, siendo sus emisiones de 175 gramos de CO2 por kilómetro. Y por si fuera poco, aunque su objetivo no es el de convertirse en un eléctrico enchufable convencional, puede rodar hasta 13 kilómetros en modo exclusivamente eléctrico y con cero emisiones. Y decimos que ese no es su objetivo, porque la verdadera razón de ser de la combinación entre combustión y propulsión eléctrica es la de obtener el máximo rendimiento deportivo. Aquí los esquemas y patrones de comportamiento son los heredados de la Fórmula 1, pero en formato roadster de lujo de gran tamaño (4,705 metros de largura, 1,915 de anchura, 1,359 de altura y 2,700 de distancia entre ejes). Así de sencillo y de claro.

Mecanismos como el tren de rodaje AMG Active Ride Control con estabilización activa del balanceo, la dirección activa del eje trasero, la tracción total, los frenos cerámicos o la estabilización antivuelco garantizan un equilibrio superlativo entre confort y dinámica de conducción. Como declaraba el consejero delegado de Mercedes-AMG, Michael Schiebe, “el SL siempre ha sido un icono de Mercedes-Benz. La última versión del legendario roadster traslada este estatus al futuro. El SL 63 S E Performance, con su innovadora tecnología, es el más potente de la familia SL y uno de los roadsters más exclusivos del mercado, un auténtico coche de ensueño”, también gracias a las amplias posibilidades de personalización que le confiere su inclusión en el programa Manufaktur.

El SL 63 S E Performance es una máquina superlativa que incorpora tecnología heredada del equipo de Fórmula 1 de Mercedes

La sofisticación tecnológica, con aportaciones derivadas de la experiencia en competición del equipo de F1 Mercedes-AMG Petronas, se aprecia en detalles como la batería de iones de litio diseñada para suministrar y consumir energía con rapidez, y provista de un refrigerante de alta tecnología que garantiza potencia de forma óptima y constante; los cuatro niveles de potencia de regeneración para recargar la batería durante los desplazamientos o la aerodinámica activa que responde a las exigencias de conducción, velocidad y aceleración longitudinal y lateral y adhiere el vehículo a la calzada. Asimismo, los ocho programas de conducción están adaptados a la nueva tecnología de propulsión y actúan sobre parámetros como la respuesta mecánica, la transmisión, la dirección, la amortiguación, la aerodinámica o el sonido.

Junto a este despliegue tecnológico de enfoque fundamentalmente deportivo, Mercedes ha cuidado la condición de roadster de lujo del SL con detalles como sus llantas de aleación de 20 y 21 pulgadas de diámetro, los emblemas de identificación exterior visual E Performance, sus espectaculares salidas de escape, el exclusivo color Manufaktur Orange Flame Magno, los asientos deportivos AMG de ajuste eléctrico o los opcionales AMG Performance con reposacabezas integrados y aberturas de ventilación en los respaldos y tres programas de masaje, el paquete Energizing Plus que combina funciones para los asientos y la iluminación, y diferentes tapicerías. En definitiva, lo mejor de los dos mundos, de las sensaciones de rodar a cielo abierto con prestaciones superlativas, tecnología heredada de la Fórmula 1, la seguridad de una marca líder y las emociones y exclusividad de un roadster icónico. ¿Alguien da más?