Uno de los criterios que más tienen en cuenta los conductores a la hora de comprar un coche o adquirir uno de segunda mano es el número de kilómetros que se ha recorrido con él. La distancia acumulada es un perfecto indicador sobre el uso que dicho automóvil ha tenido a lo largo de su vida útil, si bien no existe una cifra mágica que señale cuándo es el momento de cambiarlo. 

El kilometraje es un factor importante, pero no decisivo. Un coche con más recorrido puede rendir y tener mejores prestaciones que otro con menos debido al uso. Aun así, los expertos en mecánica y automoción aconsejan reemplazarlo cuando se alcance una cifra bastante alta

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Los consejos de los expertos

La mayoría de los especialistas apuntan a que el momento idóneo para sustituir un automóvil es cuando social entre los 250.000 y 300.000 kilómetros recorridos. Al ser una distancia considerable para cualquier coche y ante la alta probabilidad de fallos técnicos, se aconseja cambiarlo cuanto antes. 

Pese a que esa es la cifra recomendada, existen otros factores que también entran en juego como el terreno. A modo de ejemplo, un vehículo que suela emplearse para circular por carreteras circulará mucho más que otro que se desenvuelve por superficies desiguales y escarpadas. 

Asimismo, hay otra serie de condicionantes que desempeñan un papel importante como la marca y el modelo del citado coche, puesto que hay algunos que no destacan precisamente por su gran durabilidad y aguante. 

Las claves para un coche eterno 

Al margen de los elementos que provocan el desgaste al que un coche está expuesto, el uso excesivo de los sistemas de combustibles y eléctricos, al igual que los motores, también afecta mucho, pues son los componentes de los automóviles que más se deterioran. 

hay quienes creen  que hay algunos turismos que han llegado a alcanzar el millón de kilómetros recorridos durante su vida útil, dato muy por encima de la media. En todo caso, esos ejemplos hay que tomarlos siempre como excepciones fuera de la norma. 

Para mantener un coche en perfecto estado, o, por lo menos, alargar su uso, no hay ningún secreto: un buen mantenimiento. Es decir, afrontar las reparaciones necesarias, cuidar con mimo sus componentes, con atención y aparcarlo siempre en un garaje, bien resguardado

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Del mismo modo, una conducción responsable y eficiente, circulando con moderación y apostando por la prudencia, ayuda mucho a alargar al máximo la vida de un coche.

Una fila de coches aparcados Archivo