El Atlantis se despidió ayer de la Estación Espacial Internacional (EEI) para siempre, al iniciar su viaje de retorno a la Tierra, con el que la NASA dará por concluido el programa de los transbordadores, un capítulo de 30 años de historia cuyo final dejará un sabor "agridulce".
Los astronautas fueron despertados con la canción Don't Panic, de Coldplay, que fue dedicada al piloto Doug Hurley, responsable de guiar al Altantis en su maniobra de desacoplamiento de la EEI. La nave soltó amarras de la EEI cuando se encontraban a 391 kilómetros sobre el Océano Pacífico, al este de la localidad de Christchurch (Nueva Zelanda), tras 8 días, 15 horas y 21 minutos acoplada.
El Atlantis completó una pirueta en torno a la EEI con el objetivo de que la tripulación de la estación pudiera hacer una inspección ocular del transbordador, mientras desde la nave tomaron fotos tridimensionales con su brazo robótico. La tripulación, compuesta por el comandante Chris Ferguson, el piloto Dough Hurley y los especialistas de misión Sandra Magnus y Rex Walheim, volvió a agradecer la "hospitalidad" a los tripulantes de la EEI, antes de comenzar a alejarse del puesto orbital por última vez con rumbo a la Tierra.
A su regreso, previsto para mañana en el Centro Espacial Kennedy en Cabo Cañaveral (Florida), la NASA celebrará el éxito de la misión, pero como vienen diciendo durante meses los empleados de la agencia espacial será un momento "agridulce".
No sólo porque se acabará el programa de transbordadores y cientos de personas quedarán sin empleo, sino porque Estados Unidos no tiene preparada la nave para sustituir al vehículo que durante 30 años ha llevado carga y tripulación al espacio. "No creo que esto signifique el final de los vuelos estadounidenses, pero estamos en un periodo de incertidumbre", indicó Valerie Neal, conservadora del Museo Nacional del Espacio. Y añadió que lo más triste es que no haya otra nave esperando para sustituir a las que han llevado al espacio a una generación entera de astronautas.
La NASA ha cedido el testigo al sector privado para que desarrolle la nave del futuro y se ha marcado como nuevos objetivos para la exploración humana el alcanzar un asteroide en 2025 y el llegar a Marte en 2030. Los astronautas estadounidenses dependerán de las naves rusas Soyuz para viajar a la EEI, para lo que tendrán que pagar unos 50 millones de dólares.
El programa de los transbordadores comenzó en 1981 con el lanzamiento del Columbia al que siguieron el Challenger (1983), el Discovery (1984), el Atlantis (1985) y el Endeavour (1992), que se convirtieron en la bandera de la exploración espacial de EEUU. El Challenger y el Columbia sufrieron sendos accidentes el primero en enero de 1986 y el Columbia en febrero de 2003, lo que hizo que el público se vinculará aún más con el programa.
Como recuerdo de esta histórica misión, antes de cerrar las escotillas, los tripulantes del Atlantis entregaron a sus compañeros de la EEI la bandera que viajó al espacio en la misión STS-1 que realizó el Columbia el 12 de octubre de 1981.