parís - El contraataque ayer de François Fillon contra los que en su campo le han abandonado y reclaman que renuncie a la candidatura de la derecha a las presidenciales francesas por el lastre de la investigación judicial que le persigue preludia una lucha intestina con resultado incierto. Amparándose en las varias decenas de miles de personas (40.000 según la Policía, “más de 200.000”, según los organizadores) que consiguió reunir en su apoyo en la explanada del Trocadero de París, en una tarde fría y con repetidos chubascos, Fillon denunció las “traiciones” y “la deserción asumida sin vergüenza y también sin orgullo”.

Unas palabras dirigidas a las decenas de cargos electos y responsables de la derecha (más de 250 desde que el miércoles indicó que ha sido convocado el día 15 ante el juez con vistas a su probable imputación) que le han pedido que abandone la carrera por el Elíseo ante el riesgo de una derrota en las elecciones.

Una amenaza que se ha visto reafirmada con una encuesta publicada ayer, según la cual un 71% de los franceses no quiere que Fillon mantenga su candidatura, seis puntos más que hace dos semanas.

El ex primer ministro conservador reconoció su “parte de responsabilidad” en esta situación, y más concretamente dos errores: el primero haber pedido a su mujer, Penelope, que trabajara para él como asistente parlamentaria -la cuestión que está en el centro de la investigación judicial de que es objeto-, y el segundo las dudas para hacer público ese empleo supuestamente ficticio.

Fillon no despejó la duda de si tiene intención de mantener su candidatura a toda costa. Pidió perdón al asegurar que ha hecho su examen de conciencia en unas circunstancias que no desea a nadie, y que ahora corresponde hacer lo mismo a los responsables de la derecha y del centro.

Además, les fijó una serie de condiciones en forma de preguntas retóricas: “¿Dejaréis que las pasiones del momento se pongan por delante de las necesidades de la nación? ¿Dejaréis que los intereses de camarillas y de carrera y las maniobras pasen por encima de la grandeza y la coherencia de un proyecto adoptado por cuatro millones de personas?”.

La ambigüedad de su posición queda en evidencia con su comentario de que si bien la “multitud inmensa” de ayer por la tarde en el Trocadero le incita a seguir adelante, tiene también que interrogarse por “los que dudan y abandonan el barco”, a los que advirtió que “su responsabilidad es inmensa”, igual que la suya.

Porque según su análisis, “la caza al hombre”, de la que dice ser objeto, más allá de querer perjudicarle personalmente, lo que busca es “romper la derecha, robarle el voto”.

Un discurso que cobra un eco particular cuando muchos de los que le han abandonado le reclaman un gesto para pasar el relevo a quien quedó en segunda posición, por detrás de él, en las primarias de la derecha de noviembre, Alain Juppé.

El candidato conservador estuvo rodeado durante su discurso en la explanada del Trocadero por el cada vez más pequeño círculo de los fieles, entre los cuales una figura particularmente destacada, el exministro François Baroin, conocido por haber estado en el equipo de Nicolas Sarkozy durante las primarias y que algunos quieren ver como también un posible sustituto. También estaba allí su esposa, que salió de su mutismo desde que el 25 de enero estalló el escándalo que le afecta.

decisión personal En una entrevista concedida a última hora de la tarde al canal de televisión France 2, el líder de Los Republicanos afirmó que no ve razones para retirarse, sobre todo después del apoyo popular recibido ayer en la calle, y aunque dijo que está dispuesto a dialogar con su partido, la decisión final la tomará él. “Nadie puede impedirme ser candidato”, subrayó Fillon, quien recordó que fue “elegido democráticamente” en las primarias de la derecha y el centro en noviembre pasado, y además cuenta con las firmas necesarias para formalizar la candidatura. - Efe