Decenas de países de Europa, América, la región mediterránea y Asia central, además de la ONU, se han comprometido a enviar equipos de rescate (que en total suman cientos de efectivos) a Siria y a Turquía tras el impacto de la catástrofe sísmica.

Los especialistas nombran como principales desencadenantes de las miles de muertes el horario en que ocurrió el primer gran temblor, de madrugada, cuando muchas personas dormían, las escasas medidas de prevención sísmica en las construcciones de la zona, densamente poblada, o el tipo de movimiento de las placas tectónicas, un movimiento horizontal conocido como strike-slip, donde una placa se desliza respecto a la otra de manera lateral, generando una gran aceleración del suelo. Un cóctel demoledor.

Según especialistas locales, la línea de fractura donde se produjo el movimiento sísmico estuvo relativamente tranquila en los últimos tiempos, pero esta relativa tranquilidad fue la que produjo la mayor potencia del sismo porque la energía que se fue acumulando debía ser liberada.

El terremoto afectó de manera muy profunda a las construcciones. Una vez que se define la peligrosidad sísmica de las diferentes zonas de los países se deben construir los edificios desde el punto de vista sismorresistente. Los destrozos dependen de la rigidez de las normas de la construcción. Turquía y Siria son países con construcciones obsoletas. La falta de inspecciones, además, hace que muchos constructores se salten las normativas. El resultado ha sido el caos.

La Dra. Carmen Solana, profesora de comunicación de riesgos en la Universidad de Portsmouth, explica en este artículo de BBC que "la infraestructura resistente es irregular en el sur de Turquía y especialmente en Siria". Esta era una región donde no había habido un gran terremoto en 200 años ni ninguna advertencia, por lo que el nivel de preparación era menor que para una región más acostumbrada.

Tras el terremoto de 1999, el gobierno turco reconoció la necesidad urgente de reducir los riesgos en un país propenso a los temblores de tierra y, al año siguiente, aprobó leyes para hacer cumplir las verificaciones de diseño y las inspecciones de construcción obligatorias en todos los edificios. Sin embargo, no todo el parque inmobiliario ha sido actualizado. Muchos de los edificios derrumbados datan de antes de 2000.

Más de un tercio de los edificios no son resistentes. "Hay 20 millones de estructuras en nuestro país. Siete millones no están preparadas para resistir un gran terremoto", señala un informe presentado por la Unión de Arquitectos e Ingenieros de Turquía (Tmmob).

¿Se pueden predecir terremotos como el de Turquía?

El debate está servido en las redes sociales y en algunos medios de comunicación por el anuncio respecto a un terremoto fuerte en esta zona. El geólogo Antonio Aretxabala se refiere a esto como "la fantasía de la predicción". Es tajante. "No podemos predecir los terremotos", zanja. "Se está discutiendo porque una persona anunció que el 3 de febrero iba a haber un terremoto fuerte en esta zona. Es como si yo digo que en los próximos partidos que quedan de Liga, el Barcelona va a ganar uno de ellos", compara.

En este sentido recuerda que es "mucho más fácil predecir cuándo va a explotar un volcán como en La Palma que con los eventos sísmicos". 

“Los eventos sísmicos son absolutamente impredecibles. Vienen de golpe y no podemos hacer nada”

Antonio Aretxabala sí subraya que los geólogos tienen "herramientas" para adelantarse al menos. "Es como decir que el año que viene nevará en Oslo, pues probablemente sí pero no en La Habana", afirma. "Sabemos la estructura de la tierra y sabemos que va a haber terremotos. Los eventos naturales son así. Decir que va a haber un terremoto en esta zona es muy fácil. Lo puedo decir yo también", subraya. 

Zona de terremotos

El caso es que en Turquía y en Siria llueve sobre mojado. "Estamos hablando de una de las zonas más susceptibles del planeta para generar terremotos", explica Antonio Aretxabala. "Convergen el empuje de África con una velocidad de 4 centímetros al año hacia el norte que viene a ser como la velocidad a la que nos crecen las uñas, y viene desde Azores, Gibraltar, pasa por el Mediterráneo frente al Levante, baja por la bota de Italia, sigue por Grecia, llega a Turquía, pasa por Irán y llega hasta la India, prácticamente hasta la formación del Himalaya", remarca.

Es el resultado, señala, de la actividad tectónica de hace millones de años. "Esa zona de Turquía esta más fracturada y convergen varias placas y subplacas con su movimiento particular. Parte Anatolia en tres trozos y uno se ha activado y está contagiando a zonas cada vez más lejanas. El último, de hecho, ha sido en la zona central del país", subraya.

El geólogo recalca que lo que estamos viendo en las últimas hora son réplicas. "No es lo mismo que el terremoto", puntualiza. "Podemos distinguir tres formas de sismicidad. El terremoto principal con réplicas; la segunda es al contrario, los pequeños primero y el gordo después; y tercero el batiburrillo. Es lo que denominamos enjambre sísmico", explica y considera que el que ha tenido lugar en Turquía es del primer grupo.

Infografía que muestra la intensidad de los seísmos en Turquía y Siria. EP