Anthony Polito había sido profesor en Georgia y en la East Carolina University de Greenville entre 2001 y 2017. Entre octubre de 2018 y junio de 2022, trabajó como profesor adjunto en la Universidad Roseman en Henderson, Nevada.

Si bien tenía un estilo “poco convencional” y “poco ortodoxo”, haciendo numerosas referencias a anécdotas e historias personales, las evaluaciones de sus alumnos eran positivas.

Pero estaba atravesando un mal momento. Cuando ejecutaron la orden de registro del apartamento de Polito, la policía encontró un aviso de desalojo en la puerta. Con 67 años, se presentó en numerosas ocasiones a oposiciones en diferentes universidades de Nevada, sin éxito. Su sueño era vivir cerca de Las Vegas. Su página web proporcionaba docenas de enlaces relacionados con esta ciudad, a donde había realizado más de veinticuatro viajes en los últimos quince años.

Mientras una persona pueda comprar un arma y 100 balas en un supermercado, seguirá sucediendo de forma habitual

Hace año y medio, Polito compró una pistola Taurus PT92, del calibre 9mm parabellum, muy utilizada en Irlanda del Norte durante los años del conflicto. Según informa la compañía, es una pistola de uso fácil y muy económica, siempre por debajo de los $350 y, a menudo, con descuento, por debajo de los $300. Taurus produce cargadores de 10 balas “para cumplir con la ley”, pero los hay de hasta 17 balas “para darle una potencia de fuego comparable a la famosa Glock 17”.

Este miércoles pasado Polito tomó su arma y se dirigió a la Universidad de Nevada, Las Vegas. Llevaba consigo 11 cargadores con unas 110 balas. Poco antes de las 11:30 a.m., entró en el edificio de la escuela de empresariales Beam Hall, donde estudiantes y profesores se preparaban para los exámenes finales de la próxima semana. A las 11:45 a.m., se oyeron los primeros disparos. En unos 20 minutos Polito disparó dos de los cargadores, o unos 20 balazos. Una bala en la cabeza mató al profesor ChaJan Chang, de 64 años, en el acto. Patricia Navarro, de 39 años, profesora de contabilidad, murió asimismo a tiros. La oficina forense ha anunciado que una tercera víctima mortal ha sido identificada, pero que no pueden dar su nombre “porque aún no han podido contactar con sus familiares”. Un cuarto profesor herido de bala fue trasladado al Sunrise Hospital en estado crítico y tres personas más fueron tratadas y dadas de alta.

Polito abandonó el edificio alrededor de las 11:55 a.m. En ese momento, dos detectives de la policía universitaria “se enfrentaron al sospechoso” al cual cosieron a balas. Murió en el acto.

Escasos minutos

Todo ocurrió en un lapso de 25 minutos. “Escuché tres fuertes estallidos y pensé: ‘¿Qué es eso?”, ha declarado un alumno. “Apareció la policía y luego entré corriendo. Después de dos minutos, más disparos. Corrí a un sótano y estuve allí durante 20 minutos. Oí muchos disparos”. Otro alumno declaró que inmediatamente después de oírse los primeros disparos sonó una alarma. “Nunca había escuchado una alarma como esa; no sonaba como una alarma de incendios. Los alumnos comenzamos a empacar las cosas con relativa calma, pero cuando salíamos de clase nos dimos cuenta de lo que estaba ocurriendo. La expresión de pánico del profesor nos alarmó; nos hizo volver a clase, cerró la puerta y nos dijo que nos tirásemos al suelo. Si el pistolero hubiese entrado en nuestra clase, habríamos servido de tiro al pato”. Otro alumno declaró que “todos salimos del edificio con las manos en alto. Nos evacuaron del edificio y pasamos por delante de una de las ventanas, había estallado y había cristales por todos lados”.

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El presidente de la universidad, Keith. E. Whitfield, calificó el tiroteo de “incomprensible”. Yo no habría usado esa expresión. Ryan Allison, alumno de la universidad, declaró que se estaba preparando para salir de clase poco antes del mediodía cuando oyó el tiroteo. “He crecido con cosas así cuando era niño en Los Angeles. Lo he visto en la escuela primaria, lo he visto en la escuela secundaria, pero nunca lo había vivido en la universidad”.

De hecho, todos estamos acostumbrados y es todo menos incomprensible. Mientras una persona pueda comprar un arma y 100 balas por $400 en un supermercado, seguirá sucediendo de forma habitual.

El pánico en el campus ha evocado el recuerdo de la masacre del festival de música country Route 91 Harvest, que tuvo lugar a pocos kilómetros de la UNLV el 1 de octubre de 2017 y sigue siendo el tiroteo masivo más mortífero en la historia de los Estados Unidos: 59 muertos y más de 500 heridos.

La triste cifra de ataques

La tragedia de este miércoles marca el tiroteo número 80 ocurridos en centros educativos de los Estados Unidos en lo que va del año: 51 de ellos han ocurrido en escuelas de infantil, primaria y secundaria, y 29 en campus universitarios.

El número de casos va en aumento: hubo 42 tiroteos escolares en Estados Unidos en 2017, 44 en 2028, 52 en 2020, 73 en 2021, 79 en 2022 y 80 en 2023 hasta la fecha.

El lobby de las armas lo ha hecho posible y es directamente responsable de lo que ocurre.

A día de hoy, es ilegal poseer un arma de fuego dentro de los límites de cualquiera de los campus de la universidad, en colegios o en guarderías de Nevada. Pero en la primavera de 2015 el lobby de las armas procuró introducir armas en nuestros campus. Tuvimos que organizar un referéndum entre los profesores en relación a los proyectos de ley AB-2 y AB-148 de Nevada que pretendían permitir la posesión de armas de fuego ocultas en la universidad, en escuelas públicas y privadas e incluso en las guarderías del estado. El 54,83% de los profesores de UNR, un total de 987, respondimos a la encuesta: el 78% votamos “no” al proyecto AB-2 y el 85% votamos “no” a la propuesta AB-148. Pero no siempre ha salido bien: trabajo en otras dos universidades y en una de ellas sí que se aprobó “el derecho” a portar armas ocultas de alumnos y profesores.

Ayer tuvo lugar el cuarto debate electoral del Partido Republicano. Todos los candidatos se consideran partidarios de la segunda enmienda y muchos incluso ampliarían el derecho a portar armas. De hecho, ni tan siquiera se mencionó el tema del control de armas o de los tiroteos en las escuelas.

El candidato Ron DeSantis, gobernador de Florida, firmó una ley que permite a los residentes de su estado portar armas ocultas sin licencia de armas. Nikki Haley se describe a sí misma como defensora de la segunda enmienda y “poseedora de un permiso para portar armas ocultas”. En 2012, dijo que como gobernadora de Carolina del Sur apoyaría el derecho de la ciudadanía a “portar armas abiertamente” en cualquier parte del país, lo cual incluye, supongo, las guarderías.

Pero el candidato Vivek Ramaswamy, desesperado por convertirse en el nuevo bufón del Partido Republicano, se ha autodenominado “absolutista de la segunda enmienda”. Según él, es preciso “defender” que los delincuentes convictos tengan permiso a portar armas. Y es que, en su opinión, la forma de evitar los tiroteos no es el control de armas, sino el “internamiento involuntario” de personas en instituciones psiquiátricas. También ha sugerido que se deben retener fondos federales a las ciudades [de mayoría demócrata] que “se niegan a proteger a los estadounidenses de los delitos violentos” porque ponen su empeño en el control de armas cuando la solución a los tiroteos son los manicomios. Es el nuevo discurso del Good Old Party: el problema no son las pistolas, son los locos…, ―dicen, mientras engrosan la multimillonaria lista de pagos de la Asociación Nacional del Rifle.

Agriamente vergonzoso.