A nadie se le oculta que cualquier valoración política debe empezar por asumir que estos 22 meses que han trascurrido desde marzo de 2020 han resultado condicionados por una pandemia mundial que ha alterado de forma notable cualquier planificación gubernamental. En nuestro caso ha sido así, especialmente para todo lo relacionado con las Políticas Migratorias, una dirección general nueva, que se ha revelado no ya necesaria sino imprescindible ahora y más en el futuro, a pesar de quienes todavía se resisten a dar el rango de navarros y navarras a las más de 108.000 personas que nacieron en otros países y que son lo que somos. Pero antes de entrar en políticas concretas me gustaría hacer una reflexión global del Gobierno. Este Gobierno, del que formamos parte PSN, Geroa Bai y Podemos, con el apoyo parlamentario en diferentes grados de Bildu e Izquierda-Ezkerra, no es un gobierno improvisado. Es, y va a seguir siendo, una apuesta estructural porque se basa en una amplia mayoría social de Navarra que, con sus diferentes sentimientos de identidad, no quiere volver la vista a los oscuros años de la derecha excluyente en el poder.

Creo honestamente que se está haciendo un trabajo serio y riguroso. A pesar de encontrarnos en una situación bastante compleja hemos sabido trabajar en común y pulir las diferencias lógicas en un Ejecutivo basado en la diversidad, entendiendo que en todos los tiempos y sociedades ha sido la mayor fuente de riqueza salvo, lógicamente, para los que solo creen en la uniformidad.

Entrando ya en materia de mi Departamento, este mes hemos presentado dos de los tres pilares fundamentales en Políticas Migratorias. Una Estrategia de Convivencia Intercultural, que nos va a permitir ahondar en la convivencia con las gentes que llegan a Navarra a ganarse su pan y el de sus hijos, y que nada tiene que ver con la coexistencia. La coexistencia consiste en vivir en el mismo sitio mientras que la convivencia busca el enriquecimiento mutuo de migrantes y locales en todas las esferas sociales. De ahí nuestra Navarra de Colores que simboliza esa riqueza del mestizaje frente al gris de los que solo aspiran a coexistir o, aún peor, ni siquiera a eso.

Entre las acciones más destacadas del plan recientemente aprobado estaría el de la creación de personas técnicas de convivencia intercultural y lucha contra el racismo y la xenofobia en el ámbito municipal. Aspiramos a que esta figura se extienda, generalice y asuma con total normalidad, como ha pasado con las técnicas de igualdad. Y junto a la convivencia intercultural, también acabamos de aprobar el Plan de Acogida a Personas Migrantes, que tiene como medida estrella el punto de información integral a los migrantes para poder ir derivándoles a los diferentes servicios especializados. Es una demanda histórica de esa sociedad civil imprescindible que ha estado, está y estará ayudando a la población migrante para que estas personas no tengan que ir de ventanilla en ventanilla, en muchas ocasiones sin conocer el idioma.

Nos falta, y lo haremos en el primer trimestre de 2022, la presentación del Plan de Lucha contra el Racismo y la Xenofobia, algo más que necesario en unos tiempos en los que la extrema derecha y, desgraciadamente, la derecha más extrema, han decidido resucitar el nacionalismo español más siniestro y hacer política de odio a lomos de Babieca, el caballo del Cid Campeador. Tendrán enfrente al Gobierno de Navarra en pleno y a la inmensa mayoría de la sociedad navarra. Junto a esto, seguiremos adelante con nuestros programas específicos, como puede ser el caso de Kideak, un programa pionero a nivel del Estado y que acoge a los jóvenes migrantes que ya han cumplido la mayoría de edad y continúan en situación de desprotección, o los programas de transición de asilo y refugio para aquellas personas a las que se les niega tal condición tras haber tenido que huir de sus países por situaciones de violencia, coyuntural o estructural, que ponía en riesgo sus vidas.

Y la Justicia, así con mayúscula, que sigo reclamando como imprescindible al ser la última garantía de los más vulnerables y tratarse del servicio público más esencial que consiste en otorgar a cada cuál lo que le corresponde en base a la ley. Que esto no ocurra en ocasiones no significa que debamos tirar por elevación contra un servicio público fundamental sino, muy al contrario, arrimar el hombro para mejorar y solucionar las lagunas que contiene.

Bajando a lo concreto, vamos a seguir apostando por la justicia restaurativa y por la mediación como resolución pacífica de conflictos antes y después de que lleguen a los tribunales, tanto en el ámbito penal como en el civil y mercantil, dotando de más recursos a esos programas y una mayor formación y divulgación. Y aprovecho este punto para volver a reiterar a las entidades bancarias a que no realicen un uso indebido de la Justicia y empantanen los tribunales con pleitos, a sabiendas de que los tienen perdidos, como ocurre en el caso de las cláusulas abusivas. También seguiremos apostando por los convenios con Instituciones Penitenciarias para poder darle un mayor contenido al recientemente creado Servicio Navarro de Ejecución Penal y Justicia Restaurativa, para trabajar con la población más vulnerable, la que está dentro y la que está fuera de prisión pero controlada penalmente, para tratar de cumplir con una ley que dice que el objetivo de la pena debe ser la reinserción y, de paso, garantizar una mayor seguridad a la sociedad previniendo la reincidencia habitual.

Y junto a todo ello, la apuesta por la Oficina de Atención a las Víctimas del delito para garantizar los derechos de las víctimas y especialmente en los programas terapéuticos de víctimas y agresores en el ámbito familiar. En este punto, quiero destacar el estudio para la implantación del modelo Barnahus, que tiene como destinatarios a menores víctimas de abusos y que pretende evitar su revictimización.

Presentaremos, también, el informe del trabajo de campo sobre las víctimas de abusos sexuales en el seno de la Iglesia católica navarra y estaremos muy pendientes de la evolución del informe ya presentado sobre las inmatriculaciones en nuestra tierra. Todo ello además de seguir apostando por una digitalización del mundo de la justicia en la que somos pioneros y abriendo camino en el campo de la inteligencia artificial y la justicia basada en datos, que es un valor añadido en el que Navarra no puede perder el tren. En definitiva, un 2022 lleno de retos, proyectos e ilusiones para tratar, en la medida de nuestras posibilidades, de mejorar la vida de la gente.