La noticia surgió hace un par de días. La Interpol, a instancias del Ministerio de Justicia francés, anunciaba una orden internacional de arresto contra cuatro marroquíes en relación con el conocido como Affaire Ben Barka, y entre ellos estaba el general Hosni Benslimane, jefe de la gendarmería real de Marruecos. Apenas un día después, ayer, la agencia policial dió marcha atrás y pidió "más detalles" al juez de instrucción para hacer efectivas las órdenes internacionales de arresto.

El asunto se remonta a 1965, el 29 de octubre se cumplirán 44 años, cuando frente a un céntrico restaurante de París, agentes marroquíes y mercenarios franceses secuestraron a Ben Barka y a su secretaria, los torturaron hasta la muerte y sus cuerpos nunca fueron hallados. O quizás, sí y bien cerca, en Ituren.

Ben Barka había sido presidente del primer parlamento de Marruecos tras su independencia, pero era "demasiado demócrata" para lo que se llevaba y pasó al exilio y a la disidencia activa contra el régimen dictador de Hassan II. Por cierto que, con Hassan II tuvo una cierta llamativa relación Julen Elgorriaga, gobernador civil de Guipuzcoa, procesado en los casos Gal, Lasa y Zabala y Galindo y condenado a 95 años que no cumplió ni tres, claro.

Los cuerpos que podrían ser de Ben Barka y su secretaria se encontraron en una tumba de Ituren en 1966 y el hallazgo originó considerable revuelo hasta que la autoridá dijo punto, y se acabó. Con la orden de detención cursada a la Interpol hace dos días, los hijos y familiares de Ben Barka albergaron esperanzas de conocer el desenlace final de la desaparición de su padre, y el destino de sus restos, pero poco les ha durado. Los tenebrosos intereses de Estado se han movilizado y le han dicho a la Justicia que no, que mire para otro lado. Otra vez más.