¿Por qué un pueblo tan pequeño como Urroz-Villa tiene una plaza tan grande? Es la pregunta inevitable cuando se llega a este hermoso pueblo, apenas a 20 kilómetros de Pamplona. La plaza, enorme con sus casi 10.000 metros cuadrados de superficie, está rodeada por varias casonas de origen tardogótico que constituyen uno de los conjuntos monumentales mejor conservados de Navarra. El libro La feria y mercado de Urroz-Villa, recientemente editado por el Ayuntamiento, apunta la solución a la pregunta: la plaza fue el lugar donde se desarrollaron los mercados y ferias, el centro de una actividad comercial que fue muy importante en la villa, como lo demuestra precisamente el tamaño de la plaza, e influyó decisivamente en el desarrollo urbano y en la actual configuración del pueblo.

El mercado semanal de Urroz data de 1286 y la feria anual de San Martín, de 1630. Que se sepa, se celebraron hasta mediados del siglo XX. "Siendo joven escuchaba a los mayores del pueblo comentar sus recuerdos de las ferias, pero nadie sabía con exactitud cuándo desaparecieron. Cuando llegaba la fiesta de San Martín los mayores se reunían a comer, siempre quedó un rescoldo de aquellas ferias", señala el alcalde, Mintxo García. De esta forma, el Ayuntamiento se propuso recuperarlas y lo hizo en 2004. "Urroz apenas tiene 400 habitantes y no podíamos competir en ganado con otras ferias, así que nos dedicamos a la artesanía, con una presencia testimonial del ganado que tenemos por aquí", dice García. El resultado fue bueno, la feria tuvo aceptación y ya el año pasado se alargó a dos días, sábado y domingo. Este año será el 13 y 14 de noviembre.

Pero el Ayuntamiento no se conformó con recuperar la feria. También quiso investigarla y, tras la firma de un convenio con Eusko Ikaskuntza, encargó el trabajo a cuatro historiadores: Ana Zabalza, Carlos J. Martínez Álava, Mercedes Galán y Amaia Legaz. El resultado se presentó esta semana en forma de un magnífico libro de 220 páginas que saca a la luz la historia de estas ferias y mercados que son también la propia historia de Urroz-Villa.

ubicación

Cruce de caminos

Urroz fue una villa de cierta importancia, situada en uno de los ramales del Camino de Santiago aragonés y en un cruce de caminos. Cuna de linajes destacados en la historia medieval de Navarra, como los Torreblanca, y origen del apellido Urroz, muy extendido en América, a donde hubo una fuerte inmigración. Según Amaia Legaz, su nombre más antiguo es Urruoz, en 1157. Tuvo castillo, fueros otorgados por distintos reyes y desde 1454 fue buena villa con asiento en Cortes. Antes, en 1286, se le concedió un mercado semanal los miércoles, que tuvo importancia tanto en el trasiego de ganado como de cereales. A partir de la peste de 1348 cayó la producción agrícola y se extendió el pastoreo, de forma que la lana y los productos textiles adquirieron gran importancia en el mercado urroztarra. Hasta aquí el origen histórico de los mercados de Urroz-Villa, un "privilegio" que entonces era muy importante para un pueblo, como apunta en el libro Mercedes Galán, y una contribución decisiva para su prosperidad.

Pero a partir de mediados del siglo XVII el pueblo comienza a dar síntomas de decadencia y tal vez por ello en 1630 compra al rey Felipe IV el derecho a organizar una feria anual por San Martín, del 10 al 12 de noviembre, que pronto adquirió una cierta reputación en Aragón, Castilla y Francia. Ana Zabalza analiza en el libro la situación de Urroz-Villa en la Edad Moderna y las causas tanto de su éxito como de su posterior decadencia. Cuenta que entre los siglos XVI y XVIII el pueblo mantuvo de manera constante más de cien casas habitadas, un tamaño modesto que no guarda relación con su importancia comercial. A su juicio, el éxito de sus mercados se debió a su situación geográfica, próxima al Camino de Santiago y a las fronteras del reino, en un punto equidistante entre las dos grandes vías jacobeas y en la confluencia de dos medios geográficos diversos, la montaña ganadera y las cuencas cerealistas.

Ana Zabalza sostiene que conforme avanza el siglo XVII Urroz-Villa va perdiendo su importancia como lugar de paso, incluso hacia Aragón. Tampoco funciona el Camino de Santiago, que se ha convertido en un fenómeno marginal y minoritario desde las reformas religiosas. A partir de 1645 Urroz ya no envía habitualmente representantes a Cortes, posiblemente porque había que pagarles y la villa no andaría sobrada de dinero. Pero el mayor golpe al pueblo aún tardaría un siglo en llegar. Fue en 1780, cuando las Cortes debaten el trazado del nuevo camino de Pamplona a Sangüesa y Aragón. Hay dos posibilidades, por Urroz-Villa o por Monreal. Finalmente, se sigue el criterio del ingeniero Ochandategui, que se inclina por Monreal, un trazado más corto aunque haya que salvar el puerto de Loiti, y Urroz pierde definitivamente el tren de las comunicaciones.

Tampoco el siglo XIX es bueno para Urroz-Villa. Como el conjunto de Navarra, el pueblo experimenta una intensa emigración, se suceden las guerras carlistas y el siglo termina con la plaga de filoxera que arruina los campos. No obstante, el mercado y la feria se mantienen hasta desaparecer en una fecha no determinada a mediados del siglo XX. Posiblemente la puntilla fue la difusión del automóvil y el desarrollo general tanto a nivel regional como nacional que en pocos años debilitó el tejido de ferias y mercados tradicionales.

el patrimonio

Un espacio bien conservado

El libro concluye con un interesante estudio de Carlos J. Martínez Álava sobre el mercado como dinamizador del espacio y del patrimonio artístico de Urroz-Villa, un patrimonio que considera "único en Navarra". El autor se detiene a analizar el lugar donde se desarrolló el mercado y la feria, la gran plaza, y cree "un milagro" que ese espacio haya llegado hasta nuestros días sin más modificaciones que la construcción de la pared del frontón a finales del siglo XIX. La plaza de Urroz-Villa guarda grandes similitudes con la de Belorado (Burgos) y con sus 9.500 metros cuadrados de superficie está cerca de los denominados campos de feria, que tienen en general por encima de los 10.000 metros cuadrados: 12.260 el de Betanzos, 15.910 la plaza del Castillo de Pamplona, 29.520 el Ferial Viejo de Vitoria, y hasta 34.145 metros cuadrados el de Monforte.

Alrededor de la plaza se sitúan los principales edificios, la iglesia de la Asunción y los bellos palacios tardogóticos. La parroquia es una primitiva iglesia románica reconstruida y ampliada entre los siglos XIV y XVI hasta dejar el amplio edificio gótico que ha llegado hasta nuestros días. En cuanto al conjunto palaciego, quedan hasta diez edificios con características homogéneas, normalmente de dos alturas y con el signo distintivo de sus portadas conformadas por una rosca de enormes dovelas. Se conservan nueve portadas con este esquema, de las que cinco están en la plaza. Aunque llegaron a los años setenta del siglo pasado en mal estado, en los últimos años se han realizado interesantes rehabilitaciones que los han puesto en valor para dejar "un conjunto palaciego excepcional en Navarra", según Martínez Álava.