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Emilio Silva, un elizondarra con memoria

Emilio Silva, un elizondarra con memoria

Es un tipo que va de cara, de los que no se esconden, que ya es bastante mucho. "Soy republicano", responde escueta y resueltamente, sin ambajes, cuando se le pregunta qué opina de la monarquía, lo que es de agradecer en estos miserables tiempos de hipocresías y de mentiras. Y es de Elizondo, de aquí, en el Valle de Baztan, donde nació el 9 de noviembre de 1965, cuando la base, en la que trabajaba su padre, Emilio también, el 877 Squadron Warning Control W-6 como oficialmente se denominaba, estaba en pleno apogeo allá en el asentamiento de Intzulegi y las cimas de Gorramendi y de Gorramakil.

Muchos baztandarras recordarán con relativa facilidad, nitidamente (sobre todo los que trabajaron con él en las labores de mantenimiento de las instalaciones) a su padre, un experto en y un gran aficionado a las radiotelecomunicaciones. Que aún se recuerda cuando en el balcón de su casa, en Sobrino Etxea, instalaba eso que dicen bafles (altavoces) con un amplificador de gran potencia, ponía un disco con efectos de sonido y reproducía una tormenta con toda suerte de truenos y ruidoso chaparrón a la que levantaba la vista el personal, incrédulo por la meteorológica escandalera cuando lucía un sol radiante y el azul cielo más despejado.

Pero bueno, hoy es el hijo el que nos ocupa, uno de los fundadores y presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, un grupo que trabaja buscando lugares donde fueron enterradas las víctimas de la represión durante la Guerra Civil española y la larga noche de la dictadura franquista. Licenciado en Sociología Política, periodista, él mismo padeció en su familia el dolor de la injusticia y el olvido, hasta que en marzo del año 2000, consiguió localizar en el municipio de Priaranza del Bierzo (León) la fosa común en la que su abuelo fue enterrado junto a otros doce hombres, todos militantes de izquierda y republicanos ajusticiados (¿?), en el contexto de la Guerra Civil, por falangistas el 16 de octubre de 1936.

Seis meses después, septiembre de 2000 publicó el artículo Mi abuelo también fue un desaparecido en La Crónica de León, y se impuso el compromiso de recuperar del anonimato los restos y la memoria, y concederles a su antecesor y sus compañeros, ahora sí, un descanso justo y eterno, junto a los suyos. Su deseo era que el abuelo desaparecido, Emilio Silva Faba, duerma por fin junto a Modesta Santín, su esposa y viuda, que sobrevivió hasta los 93 años llorando su pérdida y su ausencia. Lograr estas cosas no es fácil, lo saben quienes más están implicados en esta tarea humanitaria como pocas, demasiadas veces frente a la incomprensión del poder constituido. Como Emilio Silva, un elizondarra con memoria.