Si las viviendas de la calle Jerónimo Marco de Castejón se encontraran en una gran capital, su precio en el mercado se revisaría al alza. Y no por la calidad de sus acabados o la luminosidad de sus estancias, sino por su cercanía con el ferrocarril. De hecho, los trenes pasan literalmente por la puerta de casa, al menos dos veces por semana, y las vías del tren están separadas de los edificios por menos de 12 metros, una situación que afecta a cinco familias desde hace tres años y que, según ha resuelto el Tribunal Administrativo de Navarra en dos ocasiones, es irregular en origen.

la lucha

"No somos nadie ante un gigante como Trenasa"

El conflicto se gestó en 2007, cuando la empresa Trenasa inició su actividad en Castejón, tras una inversión de 7 millones de euros. La firma, dedicada a la construcción de trenes, ocupó una superficie de 40.000 metros y construyó una vía para poder trasladar los trenes hasta el apeadero de la localidad ribera. En su camino se encontraban seis viviendas de la calle Jerónimo Marco, pero el Ayuntamiento de Castejón otorgó la licencia de obras, previa ampliación del polígono industrial. Nasuinsa se encargó de las tasación de las casas de los afectados por la ocupación del terreno, pero sólo un propietario llegó a vender su inmueble. Los otros cinco recurrieron al TAN y, aunque han ganado la batalla en los juzgados, siguen sufriendo el paso de los trenes a pocos metros de su casa. Todos ellos han protagonizado tensos momentos plantándose en las vías para impedir el paso de los trenes, pero Trenasa no cesa en su actividad, Nasuinsa no ofrece soluciones y el Consistorio se está planteando revisar la licencia de obras para legalizar la ocupación (admitiendo un nuevo proyecto y otorgando una nueva licencia). Este extremo es el que, de nuevo, ha hecho saltar las alarmas entre los afectados que, hace unos días, se reunieron con todas las partes para impedir que Goliat pase por encima de David. "No somos nadie ante un gigante como Trenasa, pero es injusto que se salten la ley a la torera", reivindica el vecino José García. A lo surrealista del paso de los trenes por la misma puerta de los edificios, se unen ahora los nuevos planes de la firma creada por CAF (Construcción Auxiliar de Ferrocarriles SA) que, aumentando la indignación vecinal, tiene previsto instalar un elevador en la entrada de la casa de Amaya Rubio, otra de las afectadas. "En vez de cortar la calle de forma chapucera como hasta ahora, quieren poner un elevador de tres metros y medio de ancho para que pasen los trenes", explica García. "Por si fuera poco, nos han hecho un acceso alternativo para que podamos acceder a nuestros propios hogares, creando una especie de vial que nos hace dar un rodeo por varias manzanas y atravesar el terreno privado de la empresa Impregna. Es increíble decir que hay un tren en la puerta de casa", denuncia. Mientras el vecino hace estas declaraciones en la portalada de su casa, cercada por una valla metálica, un enorme tren pasa a su lado camino del apeadero. Pero José García no está en una gran capital ni se encuentra esperando el metro.