lA combinación de la pasión por la historia y en concreto por la de Aibar, a la que están vinculadas las hermanas Ana y Rosa Iziz Elarre por ser la villa de su padre, y el interés del Ayuntamiento por promocionar su cultura ha dado un nuevo fruto con la publicación de la obra, Los Aibar, linaje de Reyes, un recorrido por la historia de los fundadores de la villa.

Hace treinta años que las hermanas Iziz, aprovechando el tiempo que pasaban en Aibar, comenzaron a bucear en los polvorientos archivos municipal y parroquial, para recoger todo tipo de documentos. Fue allí donde encontraron los primeros indicios del antiguo linaje, así como importante documentación de los Aibar. "Incluso cuando trabajamos en los anteriores libros, encontramos muchos documentos sobre ellos. Luego, como otros temas, se quedaron allí guardados esperando su momento", recuerdan. Y llegó. Tras publicar los otros dos volúmenes, de historia y etnografía, en el 2008, estos tres últimos años le dieron forma a la última obra que cierra la trilogía patrocinada por el Ayuntamiento de Aibar. "Ha sido la culminación de un sueño", expresaban sinceramente satisfechas.

La obra aporta un retrato de la historia de la familia Aibar a lo largo de más de diez siglos, una casta de guerreros que desde la formación del reino de Pamplona fueron fieles servidores de los reyes de Navarra en la defensa del territorio. Se trata de una visión completa de la familia Aibar , de todos sus miembros con gran profusión de datos relativos a la villa y a sus habitantes durante diferentes periodos. Con un estilo ameno y un diseño atractivo, contiene además una extensa referencia bibliográfica.

primer estudio Pioneras en la elaboración de un estudio completo de un linaje en Navarra, las autoras de los textos y de todas las ilustraciones y fotografías lo dirigen a los amantes de la historia en general, y a los del valle de Aibar y de la comarca, herederos de los fundadores de la villa cuyos descendientes se extendieron por Sangüesa, Tafalla, Tudela, Pamplona y América. Un estudio histórico-genealógico del apellido de los Aibar, en once capítulos y 526 páginas, del que se han editado 700 ejemplares. "Había que ponerle un punto y final a la cantidad de datos sobre las diferentes generaciones encontradas aquí y en América. Los descendientes son muchos, muchísimos".

Y a todos ellos pretenden llegar con su obra las hermanas Iziz, a través de publicaciones y de las nuevas tecnologías. "Nuestro interés es contactar con ellos personalmente para darles a conocer nuestro trabajo.

Estructurado en once capítulos, el recorrido histórico se inicia con la formación del linaje, sus castillos y palacios; para seguir con los Aibar en los siglos XIV, XV, XVI, y del XVII al XX. Los últimos capítulos están dedicados a la expansión, el linaje de los Aibar en Sada, en Pamplona y Olite, en Corella, Valtierra y Tudela, el linaje Aibar de Aragón para finalizar con los Aibar en América, principalmente en Ecuador, Santo Domingo y Argentina.

Relatan las autoras que los Aibar fueron una casta de caballeros fieles servidores de sus reyes en la batalla, una familia de guerreros en épocas de pastores trashumantes y agricultores. Los primeros apellidos Aibar se remontan al 865, (Eneko Aibar, noble del reino para gobernar el territorio ), y a principios del siglo XI (Sancha de Aibar, hija del señor de la comarca tuvo un hijo con Sancho III el Mayor, Ramiro, primer rey de Aragón). A principios del XII consta la existencia de la divisa de los Aibar, un simple campo de oro, como escudo de armas en la batalla. Durante este siglo y el siguiente, desempeñaron puestos de tenientes o alcaides de los castillos más importantes del reino, y participaron en los sucesos más destacados de cada reinado: Ximeno de Aibar en las Navas de Tolosa o Martín Ximénez de Aibar en las Cruzadas. En esta época, la importancia de la estirpe fue muy grande, formaba parte de una de las doce baronías del reino. Por entonces, desde Aibar vástagos de esta familia se extendieron por Navarra, y se asentaron especialmente en la vecina Sada, Corella, Valtierra, Arguedas, Tudela, Olite y Pamplona, y llegaron a otros lugares como Cataluña, Castilla, Andalucía y Aragón.

La investigación sobre el linaje ha servido a su vez para disipar las dudas sobre la ubicación del castillo de Aibar y explicar los conceptos de hidalguía y nobleza. La torre del castillo se encontraba en la parte más alta del pueblo, rodeada de dos cercos. Su función de vigilancia y defensa desapareció con su destrucción en el año 882. Reconstruida, derrumbada o incendiada en posteriores guerras, en 1470 se levantó el nuevo palacio en la parte baja del pueblo, frente a la ermita de Santa María.

hidalguía universal En su contexto, las autoras describen la idea de igualdad entre todos los vecinos mantenida y defendida a lo largo del tiempo, visible en las siempre tensas relaciones entre palacianos y vecinos. "Los aibareses no consentían que nadie les mandase porque en 1379 habían recibido del rey la hidalguía universal, "importante porque aportó la idea de igualdad a la conciencia colectiva". A partir de 1512, tras la conquista de Navarra por Aragón, los Aibar pierden sus hegemonía y sus posesiones. Tenían poca hacienda porque se dedicaron a la guerra. Los conquistadores se enriquecen, cambian el concepto de nobleza. A los Aibar sólo les queda el matrimonio de conveniencia para asegurar la descendencia y la hacienda. En los siglos XVI y XVII emigran a América, para "hacer las Indias". La situación económica de la familia empeora, aunque hasta el XVIII los Aibar fueron señores del palacio local. El linaje acabó en Aragón, con el noble Jordán de Urriés, que ostentó el título de conde de Aibar.