con el final de 2011 las obras se han despedido de la Ciudadela tras seis años en los que las grúas y el andamiaje se habían convertido en parte del paisaje. La restauración del revellín de Santa Isabel cerraba la pasada semana un ciclo que se había iniciado en 2005 ligado al soterramiento de la estación de autobuses. En estos años se han restaurado los revellines de la fortaleza, se ha renovado la iluminación o se ha demolido el frontón de los fosos. Un lavado de cara significativo en la historia de una fortaleza que a lo largo de su historia ha custodiado al ministro Urquijo o el conde de Floridablanca, ha sido conquistada en una ocasión utilizando como señuelo una guerra de bolas de nieve y se despidió de su uso militar hace más de medio siglo con una fiesta por todo lo alto.

Las obras de la Ciudadela en los últimos seis años han ido ligadas, en primer término, a la construcción de la nueva estación de autobuses y, después, al Plan de Conservación y Promoción de las Fortificaciones de Pamplona. Terminados los Sanfermines de 2005, el 20 de julio de aquel año, comenzaba a levantarse el asfalto en la zona de la Avenida del Ejército y Yanguas y Miranda para dar inicio a las obras de la nueva estación de autobuses, unos trabajos calificados entonces como "históricos" desde el Ayuntamiento. Junto a las obras de la propia estación se iniciaba también una intervención para reconstruir el revellín de Santa Lucía recuperando 30.000 metros2 de zona verde (el glacis), así como los restos del Cuartel de Artillería Diego de León (derruido en 1971).

el primer paso Era solo el inicio de lo que después ha sido el largo ciclo de obras recién concluido. En enero de 2007 se firmaba el Plan de Conservación y Promoción de las Fortificaciones, que traería aparejadas un buen número de intervenciones en los años posteriores. Los siguientes puntos de las fortificaciones a los que llegarían las grúas fueron la cortina, la contraescarpa y el camino cubierto del Baluarte Real. Y a partir de ahí, con la rúbrica formal en diciembre de 2008 de la financiación del resto de intervenciones, las obras se irían sucediendo hasta el recién finalizado 2011. En tres años se intervendrían tres revellines: el de Santa Clara o San Franciso Javier (las obras finalizaron en junio de 2010), el de Santa Ana o San Fermín (las obras finalizaron en agosto de 2011) y el de Santa Isabel (cuyas obras acaban de concluir). Y estos trabajos se han traducido también en notables transformaciones en la zona. Las obras en el revellín de Santa Ana trajeron consigo la demolición del frontón de los fosos (construido en 1948 como parte del Estadio Mola) o, por citar otro ejemplo, más recientemente los trabajos en el revellín de Santa Isabel han transformado el acceso desde el glacis a la Vuelta del Castillo y han sustituido la Puerta de Socorro

El coste de la intervención en los últimos tres años ha sido de 8,9 millones de euros, a los que hay que sumar la intervención ligada al revellín de Santa Lucía y al Baluarte Real (1,86 millones). En total, desde el inicio de las obras vinculadas a la nueva estación de autobuses en 2005 se han gastado 10,7 millones de euros en la rehabilitación de cuatro revellines y un baluarte. Únicamente 1,4 millones han salido de las arcas municipales, ya que cerca del 70% de la restauración ha corrido a cargo del Gobierno de Navarra a través de la Fundación para la Conservación del Patrimonio Histórico de Navarra y 2,3 millones han llegado de los ministerios de Fomento y de Cultura.

arquitectura militar Según señalaba el pasado mes de mayo, con las obras de la Ciudadela próximas a la conclusión, Juan José Martinena, autor del libro La Ciudadela de Pamplona, la fortaleza "está volviendo a relucir como en su origen". "En muchos lugares hay mejores Catedrales, salvo por el claustro, pero pocas ciudades pueden presumir de tener murallas como las de Pamplona. Y menos aún de tener una Ciudadela como ésta", decía Martinena. Quienes han buscado poner en valor la Ciudadela remarcan que se trata del ejemplo mejor conservado de la arquitectura militar del Renacimiento español (a pesar de que dos de los baluartes de su estructura pentagonal quedasen absorvidos por el I Ensanche de la ciudad). Sin embargo, su mayor riqueza sea probablemente ese sinfín de historias del que ha sido testigo desde que Felipe II ordenase construirla en 1571. El más curioso es quizá el de su único asedio en estos últimos cinco siglos.

la insólita conquista Si no fuese porque diferentes testimonios históricos así lo atestiguan, la narración de la única ocasión en la que la Ciudadela ha sido tomada y ocupada por tropas enemigas resultaría del todo inverosímil. Valga decir que se trata de un relato en el que una guerra de bolas de nieve entre soldados tuvo mucho que ver. No hizo falta asedio alguno para que el mito de la fortaleza inexpugnable cayese de la noche a la mañana. Corría el año 1808 y las tropas del general D'Armagnac llegaban a Pamplona camino de Portugal y con el beneplácito del rey Carlos IV.

El 9 de febrero estas tropas entraban sin traba alguna en la Vieja Iruñea, que por aquel entonces contaba con 15.000 habitantes apiñados entre sus murallas (en el Casco Antiguo). Según cuenta Juan José Martinena en su libro La Ciudadela de Pamplona, por medio de un brigadier de Caballería, el general D'Armagnac se había hospedado frente a la puerta principal de la Ciudadela, en casa del marqués de Besolla para "acechar el oportuno momento para la ejecución de su alevoso designio". La oportunidad llegó el 16 de febrero. Un día antes varios soldados se habían trasladado junto al general a las puertas de la Ciudadela. El tercer paso para esta peculiar toma de la fortaleza llegó cuando los soldados franceses acudían a la Ciudadela como de costumbre a tomar los víveres. Éstos aprovecharon la nevada para distraer a los soldados españoles "tirando unos a otros pellas de nieve" -así lo señala el brigadier- y fueron avanzando posiciones. Primero tomaron el puente elevadizo, después desarmaron a los "descuidados centinelas" y, finalmente, ya con los soldados ocultos en casa de D'Armagnac, tomaron la Ciudadela.Una humillación tan increíble como cierta.

para los pamploneses Aunque la historia de la Ciudadela está llena también de historias trágicas como la de los fusilamientos a los defensores de la II República junto a la Puerta de Socorro, quizá merezca la pena terminar con el final feliz de su uso militar durante siglos. Un decreto publicado el 29 de mayo de 1964 fijaba la cesión al Ayuntamiento de Pamplona del conjunto histórico de la Ciudadela, lo que en la práctica significaba el final de su uso militar. La cesión tardó en hacerse efectiva dos años y hasta el 23 de julio de 1966 no se produjo la entrega de la Ciudadela al Ayuntamiento. El alcalde Juan Miguel Arrieta fue el encargado de presidir una ceremonia por todo lo alto en la que no faltó la Comparsa de Gigantes y Cabezudos, un baile en la plaza del Castillo o fuegos artificiales.

El decreto de cesión fijaba una serie de condiciones como la obligación de crear un museo y una biblioteca de historia militar o la de crear un teatro al aire libre. Y sobre todo establecía la necesidad de que la estructura de la fortificación se mantuviese dado su "singular valor". En los años siguientes irían desapareciendo del interior de la fortificación los diferentes pabellones que la convertían en, como señala Martinena, "una ciudad en miniatura", aunque pensada para uso militar. En 1971 el Ayuntamiento llevó a cabo una exigua encuesta entre 400 vecinos de pamplona para conocer las preferencias de la ciudadanía con respecto al uso que se le debía dar a la Ciudadela. La propuesta que más apoyo recibió fue la de crear una zona verde con "edificios históricos restaurados" (42,4%), seguida de la de crear "exclusivamente" una zona verde. Otras opciones como la de crear una ciudad medieval con tiendas de artesanía o un teatro público recabaron mucho menos apoyo. Probablemente la idea que tenían en mente quienes votaron hace cuarenta años por aquella opción ganadora, sería muy aproximada a lo que hoy es la Ciudadela.