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La apertura de un bar divide a clientes y vecinos por el uso de la calle Tejería

Los dueños destacan que colaboran para que la zona se mantenga limpia y que cumplen con los horarios

La apertura de un bar divide a clientes y vecinos por el uso de la calle TejeríaIñaki Porto

pamplona. La reciente apertura de una cervecería en la calle Tejería está dando que hablar en la ciudad. Los clientes del establecimiento destacan los bajos precios de la cerveza, mientras los vecinos de esta calle del Casco Viejo, hasta hace poco marcada por la baja actividad, se quejan de que la reciente llegada de clientes al local genera "suciedad y ruido", y les provoca "molestias".

Desde finales de junio, un conjunto de socios decidieron poner en marcha La Sureña, un proyecto que ha traído la vida a esta zona del Casco Viejo. Con una oferta marcada por unos precios asequibles, el arranque de este negocio ha sido un éxito, dado a conocer por el boca a boca y que cada vez atrae a más curiosos.

El cambio ha sido radical. Anteriormente no había establecimientos hosteleros en esta calle, y el ambiente festivo se ceñía a las vías colindantes, que desde tiempos inmemoriales han sido un reclamo para propios y extraños a la hora de disfrutar del tiempo libre. En la actualidad, los clientes de este establecimiento han sabido apreciar la labor de sus responsables, "porque está bien salir a tomar algo a buen precio", "el ambiente ha cambiado de un día para otro", afirma Gabriela Etecharte, camarera de 29 años, y clienta del bar. "En esta calle antes no había nadie, solo era conocida por ser la trasera de algunos establecimientos de Labrit, y el escenario ahora no tiene nada que ver", añade.

Una de las características que distingue esta unidad de negocio de otras similares son los bajos precios y la forma de trabajo. Los cubos con hielo y cinco cervezas se han convertido ya en una seña de identidad de este establecimiento. "Cinco cervezas en un cubo con posterior devolución de los botellines y el recipiente es una iniciativa muy cómoda, te permite mantener limpia la calle", comenta Raúl Mateos, biólogo de 22 años, que ve con buenos ojos esta iniciativa.

Para no dificultar la vida cotidiana de los vecinos, los responsables del bar afirman que desalojan la zona todas las noches antes de la medianoche, para posteriormente limpiar toda la calle y que no queden desperdicios. "De lunes a viernes a las 12.00 de la noche no queda nadie en la calle. Los mismos trabajadores del bar barren y limpian la calle con agua", asegura Óscar Vidaurre, socio de La Sureña.

Además, el fomento del empleo es otra característica intrínseca a este establecimiento. "En la actualidad trabajamos 22 personas en La Sureña, un grupo de gente importante, especialmente teniendo en cuenta cómo está la situación económica", destacan desde el local. "Contar con una plantilla tan grande no es fácil. En este local hemos hecho una inversión muy grande, y por el momento estamos contentos con la respuesta de la gente y el éxito que está teniendo", añaden.

Pero parece que esta reciente apertura no convence a todos. Un grupo de vecinos de la calle Tejería opina que, con la instalación reciente de La Sureña, su calidad de vida ha empeorado considerablemente. "Antes esta era una calle tranquila, y ahora todas las tardes hay gente que hace ruido y la ensucia", comentan desde la asociación.

Sin embargo, los responsables, ante esta situación, se muestran abiertos al diálogo y a facilitar y hacer más cómoda la convivencia con los vecinos, y por eso se esfuerzan en mantener limpia la calle y en poner los medios para que los que se acercan a La Sureña hagan lo mismo. De hecho, ayer mismo, el establecimiento solicitó la licencia de terraza.

descontento vecinal Una treintena de vecinos convocaron, el pasado lunes, una junta para mostrar su malestar por lo que ellos consideran "molestias continuas". Opinan que la calle era tranquila, y que por la apertura de este bar sufren molestias continuas por las tardes, de 20.00 a 23.00 horas. Comentan que ellos están "a favor de que haya bares en la calle", pero no bares "cuyo funcionamiento básico consista en que los clientes consuman en la calle sin tener una terraza habilitada", destacan. "Aunque cierren a una hora prudente y a muchos vecinos no les moleste a la hora de dormir, por las tardes tenemos un ruido con el que antes no contábamos, y la calle está repleta de gente", añaden.

Tal es el descontento que expresa este colectivo que ya ha puesto dos denuncias en la Policía Foral y la Policía Municipal, y afirman sus integrantes que estos cuerpos actúan "con total pasividad" ante esta cuestión. Ambas partes destacan que aún no han mantenido conversaciones para poner solución al problema surgido en torno a esta calle, pero desde el establecimiento se muestran dispuestos a colaborar con los vecinos. "Yo quiero tener buena relación con ellos", concluye Vidaurre.