alsasua. Anunciando el invierno y la pronta llegada de Olentzero, Egubera Taldea celebró este pasado sábado el solsticio de invierno en Alsasua. Entre los viejos robles de Usolarrain, la noche se pobló de personajes mitológicos con impronta alsasuarra. Y es que la representación, en euskera, se basó en leyendas recogidas en los años 60 por Enrike Zelaia a mayores de la villa, testimonios de un mundo mágico transmitido de generación .
El espectáculo comenzó con los jentilak de Balankaleku. "Hay una leyenda que cuenta que ante la presencia de una extraña nube, los jentilak consultaron al más anciano, que tenía unos 400 años. Como tenía cerrados los ojos, se los abrieron con una palanca, de ahí el nombre del lugar, según contaban. El jentil zaharra les dijo que era el anuncio del nacimiento de Kixmi, lo que suponía el final de su mundo. Su raza estaba perdida", apuntó Zelaia.
En la segunda escena los protagonistas fueron los momotxorros, el principal personaje del carnaval alsasuarra. "Es un símbolo totémico, un ser que defendía a la tribu y muy unido al solsticio del invierno", observó el akordeoilari. Las lamiak de Dermau les tomaron el testigo en el tercer acto, entre las que destacaba la traviesa Gona gorri y Mari, la Dama o Señora como se conocía en Alsasua. "Las leyendas decían que vivía en Orobe y que solía aparecer a la entrada de la cueva", señaló Zelaia, quien destacó que todavía el pasado siglo los alsasuarras creían en Mari. "En una noche de 1906 corrió la voz de que iba a recorrer el cielo a las doce", apuntó.
Después fue el turno de las sorginak, entre las que destacaba Maina Mikirri, una bruja famosa por sus poderes de curación. "A diferencia de las lamiak, que son personajes mitológicos, las brujas son humanas. Eran mujeres con cualidades extraordinarias que la Iglesia persiguió porque no entraban en sus códigos", indicó Zelaia.
En esta representación no faltaron los sonidos purificadores de los cencerros, el penúltimo acto de un espectáculo que reunió a numerosas personas en el monte. Finalizó con el culto a Mari y una alegoría al Olentzero, el último jentil. Y es que el viejo carbonero, que no se encontraba lejos de allí, también oyó el anuncio del invierno, tomando buena nota de que llegaba el momento de dejar la tarea y bajar al pueblo lleno de regalos. Y Olentzero no faltó a su cita la noche del lunes. Además, este año estrenó canción, compuesta por Zelaia.