con tiempo fresco y lluvioso, un cielo plomizo y con la bruma agarrada a las primeras alturas de los montes, igual que en aquel trágico día de hace cien años, a 2 de junio de 1913, la parroquia y el pueblo de Erratzu clausuraron los actos conmemorativos de la mayor tromba de agua que jamás haya caído sobre el valle de Baztan. En la despedida del centenario, en coincidencia con la festividad del Corpus Christi y de las primeras comuniones, es seguro que casi todos echaron una mirada a la cresta del Auza, donde rompió la fenomenal tormenta.

En Erratzu, primera localidad en sufrir los efectos de la tromba, queda, en el atrio de la iglesia parroquial de San Pedro, uno de los tres hitos conocidos que recuerdan la catástrofe de aquel 1913, una inscripción presidida por una cruz y labrada en piedra con la inscripción "Aquí fue depositado el Santísimo Sacramento del altar salvado milagrosamente el día 2 de junio de 1913 en el momento en que las aguas de la inundación arrastraban por su corriente impetuosa el ábside de la iglesia y el retablo mayor adherido a él". Los otros dos son las placas colocadas en las casas Serorenea y Etxetxipia de Elizondo, en las calles Jaime Urrutia y Braulio Iriarte respectivamente, con las marcas de la altura que alcanzaron las aguas.

Idoia Eskudero, de la casa rural y restaurante Kastonea, en la misma Herriko plaza, y una de las implicadas en los actos, se mostraba feliz y entusiasmada, sorprendida incluso por la fenomenal respuesta que han tenido los actos de todo el valle de Baztan, ni duda que de Erratzu, y hasta de otras localidades de la cuenca del Bidasoa, y Navarra y Gipuzkoa. En la exposición conmemorativa instalada en la casa rectoral, el trasiego de gentes fue muy numeroso y continuo a lo largo de la jornada, y la muestra viajará ahora a Elizondo y se enseñará en el Museo Etnográfico Jorge Oteiza.

En la torre de la parroquia, las campanas voltearon y sonaron con fuerza, a mano de jóvenes que afortunadamente ni se rinden ni resignan a la mecanización eléctrica que está llegando a (casi) todas partes, y con tanta energía y ganas que inesperadamente se desprendió un badajo, golpeó en una casa vecina y cayó al suelo, en la calle Urdatxipia. Mientras, obligada por la lluvia que tampoco cesa en junio, la procesión del Corpus Christi, con el Santísimo que llevó el párroco Juan Zabala, los vecinos y los ocho chavales, cuatro niñas y cuatro niños en su primera comunión, recorrieron el atrio. El sábado, se marchó hasta Gorostapolo, donde está la ermita de la Soledad y la leyenda Emen salve bat erretzacen da (Aquí se reza una salve), para acercar al pueblo la imagen de la Dolorosa, y la Agrupación Coral de Elizondo estrenó Ama Birgina Doloretakoa, que suelen cantar los erratzuarras. Y ayer, las neskas de Baigorri escenificaron una danza de agua y barro que recuerda aquel 1913 y más de 330 vecinos compartieron en el frontón Etxelebert una comida más que nunca de hermandad y buena convivencia.