"Soy la campeona"
francisca garcía torres, 'paca', con 111 años es la persona más longeva del estado y la séptima de europa
Una hija, seis nietos, 12 bisnietos y un tataranieto en camino es la descendencia que tiene la baezana Francisca García Torres, apodada cariñosamente Paca. "Soy la campeona", afirma tranquila cuando se le pregunta si es consciente de su edad. Y tanto. Es la persona más longeva del Estado, la 7ª de Europa, y la 30ª del mundo -según la lista verificada por Gerontology Research Group a 7 de agosto de 2013-. "¿Qué voy a hacer? Si me ha venido solo", se pregunta Paca. Es la abuela de Navarra, donde según el último censo, a 1 de enero de 2012, había 171 personas centenarias como ella (25 hombres y 147 mujeres), y 6.125 con más de noventa años (1.585 hombres y 4.540 mujeres).
Francisca García nació en 1901 en Baeza (Jaén), se casó en 1926 con Antonio García, y tuvo cinco hijos -Joaquina, Juana María, Luis, Antonio y Francisca-, de los que actualmente solo vive la última. Se trasladó a Pamplona hace 43 años, cuando enviudó su hija Francisca, a la que todos llaman Paqui, y que hoy cumple 69 años. Paca ha sido protagonista de numerosos reportajes sobre su vida, pero no parece cansada con ello. "Sí que me gusta, da alegría ver que ha salido tu gente", apunta. Además, cuenta que las personas que le rodean siempre le dicen "que salgo muy guapa y parece mentira todo el tiempo que tengo".
¿El secreto? Ni ella ni sus familiares lo saben. "He trabajado mucho para poder comer y no tenía tiempo de cuidarme", afirma. "El aceite de Jaén que es muy rico", dice su hija. Y es que su madre, según cuenta, solía merendar un hoyico, que es como se conoce en Andalucía al pan con aceite.
su día a día Paqui acude todos los días a la residencia Landazábal para visitar a su madre, que lleva ya cinco años en este centro de Burlada. "Se levanta sobre las 10.00 horas y solemos salir al jardín a pasear, le doy algo de fruta y a las 12.00 horas le volvemos a acostar", relata su hija. "Por la tarde a las 16.30 horas le levantan y aproximadamente a las 18.30 horas a la cama otra vez", añade. "Hace una vida muy tranquila", destaca.
Todas las semanas acuden también a Burlada los dos nietos de Paca que viven en la Comunidad Foral, hijos de Paqui. Antonio Martos (43) -con su mujer Victoria Yarnoz-, y Alfonsi Martos (40) -con su marido Fidel Sarasola- llevan a Paca la alegría y el cariño de sus bisnietos, con los que le separa más de un siglo de vida. Entre meriendas y videojuegos, Lorena (10) y Ainara (5) Sarasola, y Patricia (9) y Álvaro (6) Martos se acercan a besarla. "¿No voy a estar contenta?", dice Paca. El cariño con el que le tratan sus familiares hace que, de vez en cuando, una sonrisa asome entre la comisura de sus labios, como respuesta ante un inesperado beso o caricia.
A todos les gustaría alcanzar la edad de su abuela y bisabuela, sobre todo a los pequeños, que dicen estar "muy contentos" de que su bisabuela sea la persona con más edad del Estado. Ellos, tampoco tienen claro el secreto de la longevidad. "Creo que tendré que comer mucho y cuidarme", indica Patricia.
una vida en la huerta Desde hace cuatro meses Paca solo puede comer líquidos y fruta, que según comentan sus familiares, "le encanta". Sobre todo las cerezas de la huerta, un espacio que ha centrado su vida y la de los que le rodean. Su marido Antonio era hortelano, "y ella le ayudaba a cultivar y a vender los productos de la huerta", cuenta Paqui. Ahora la familia tiene un huerto en Azoz, de donde le llevan cerezas a Paca. "No hace más que pedirme cerezas, pero ahora no hay, que no es temporada", señala Paqui.
En este lugar, Paca ha protagonizado algunas anécdotas divertidas, como cuando con 90 años estuvo recogiendo garbanzos a las 4.00 horas o con 100 le tuvieron que quitar la azada de las manos porque quería plantar cebollas. La huerta también la utilizan para ocasiones especiales, y hoy, si el tiempo lo permite, celebrarán en ella el cumpleaños de Paqui.
Estas historias son también una muestra de la buena salud de la que Paca ha gozado durante toda su vida. Sus nietos Alfonsi y Antonio cuentan que "hasta los 100 años estuvo sin medicación", y que aunque a los 104 se rompió la cadera, volvió a andar de nuevo "hasta que el médico nos dijo que no le dejáramos que forzase más las piernas". El momento más delicado que vivió su salud fue con 107 años, cuando le operaron de la vesícula y le costó recuperarse. Ahora, le falla la vista y el oído y depende de una silla de ruedas, que sus familiares empujan por la residencia y el jardín del centro cuando hay sol, ya que Paca es muy friolera.
trabajo con las manos Sus delicadas manos no aparentan la fuerza con la que Paca ha trabajado con ellas durante toda su vida. No fue a la escuela, pero sabía leer "las letras grandes" antes de ser operada de cataratas. Desde muy pequeña empezó a trabajar. Su madre le puso una maestra particular, "pero no le enseñaba, le ponía a fregar y limpiar", narra su hija. No ha tenido una vida fácil. Además de ayudar a su marido con sus cultivos, lavaba la ropa con sus manos -nunca se ha fiado de las lavadoras- y con las rodillas hincadas limpiaba el suelo. Sus pies también sufrieron largas caminatas de trabajo en los olivares, donde conoció a su marido, del que se enamoró en el campo y con el que formó una gran familia. "No sé si conocerá a su tataranieto -o tataranieta, aún no se conoce el sexo-, que va a nacer en cuatro o cinco meses en Linares, pero está muy contenta", comenta Paqui. Como para no estarlo. Con el nuevo miembro de la familia serán cuatro las generaciones que convivirán en un mismo tiempo.
En poco más de un mes, el próximo 13 de septiembre, Paca soplará 112 velas. Lo celebrará, como lleva haciéndolo desde que reside en la residencia Landazábal, con familiares que se acercarán para hacerle un homenaje, flores y regalos, y una misa oficiada en su honor. Siempre ha sido una mujer católica y muy creyente. "Todos los viernes o sábados me pregunta a ver si voy a venir a buscarle el domingo para ir a misa", apunta su hija Paqui. Pese a que su memoria almacena más de un siglo de recuerdos de su vida, hay cosas que no se le olvidan.