Balzac definía al narrador como el cronista privado de los pueblos. Esa persona que reconstruye, utilizando andamios verbales, la vida secreta, afectiva, artística, social, económica?, de una sociedad en una época determinada. Sin ciertas obras difícilmente podríamos explicarnos de forma cabal lo que fueron otros tiempos. Ya Unamuno aseguraba que la novela es «la más íntima historia, la más verdadera.» Pero, ¿existe o ha existido alguna vez aquella Moscú tal y como la describe Tolstoi; una ciudad denominada París, como la que perfila Maupassant; una Vetusta, como la recreada por Clarín; un Londres, como el que dibuja Dickens?? De algunos paisajes literarios, puede decirse que a veces son nuevos. Cuanto más nos aproximamos a ellos, más remotos nos parecen; cuanto más los analizamos, más tenemos que aprender. Esto se aplica a otras geografías; las más destacadas son, posiblemente, las tierras recorridas por Don Quijote, ese condado impronunciable fabulado por Faulkner, la Praga fabulada por el ciudadano Kafka, el Macondo de García Márquez...

Los personajes y escenarios barojianos abarcan un amplio mapa. Predomina Euskal Herria, que se hace entrañable en "Vidas Sombrías"; "Tierra vasca" da título a una trilogía, tan radical como los tipos y paisajes frecuentes en "El mar"; cercanos resultan los imaginarios senderos de "Los caminos del mundo", "El caballero de Erlaiz" o "Los contrastes de la vida". Una vez instalado en Bera, en el prólogo a "La leyenda de Juan de Alzate", el donostiarra se define como «un poeta humilde, de un humilde país, del país del Bidasoa.» Don Pío nos acompaña por el San Sebastián de sus primeros pasos en "Las inquietudes de Shanti Andia" o "Los pilotos de altura". El Pamplona de su infancia es rememorado en "La sensualidad pervertida" y "El árbol de la ciencia"; Arrasate y Vitoria en "El cura de Monleón"; las villas de Laguardia y Viana en "El mayorazgo de Labraz" y "El aprendiz de conspirador". Tafalla y Tudela en "La ruta del aventurero", etc.

Martín Zalacain de Urbia -uno de sus personajes de ficción favoritos- tiene ocasión de moverse en Estella. Antes de llegar a la capital merindana, los protagonistas almorzaron en Lezaun y, arreando las caballerías, pasaron por Abarzuza. "El extranjero explicó al paso la posición respectiva de liberales y carlistas en la batalla de Monte Muru y el sitio donde se desarrolló lo más fuerte de la acción en la que murió el general Concha". Al llegar cerca del convento de recoletos era ya de noche. Atravesaron el portal de Santiago, y en la calle Mayor buscaron alojamiento.

También sabemos cómo Zalacain y el extranjero pasearon por la ciudad y de lo que hablaron, de su salida al paseo de Los Llanos... Tomaron por la rúa Mayor, la principal. "A un lado y a otro se levantaban hermosas casas de piedra amarilla, con escudos y figuras tallados". Luego siguieron por una calle cuyas casas solariegas mostraban sus grandes puertas cerradas; "en algunos portales, convertidos en talleres de curtidores, se veían filas de pellejos colgados, y en el fondo, el agua casi inmóvil del río Ega, verdosa y turbia". Los forasteros suben a la iglesia de San Pedro y desde allí contemplan Lizarra y los montes que la circundan: "abajo, el tejado de la cárcel, y en un alto, la ermita del Puy". Una señora barría las escaleras de piedra del templo con una escoba, cantando a voz en grito: "¡Adiós los Llanos de Estella,/ San Benito y Santa Clara,/ convento de recoletos,/ donde yo me paseaba!".

Baroja, tiene ocasión de contarnos cómo los acontecimientos se complican hasta el punto de que Martín durmió el tercer día "en la cárcel". Después, el protagonista atravesó el puente del Azucarero y la calle de San Nicolás para tomar la carretera de Logroño. Lloviznaba y la noche estaba muy oscura, pasaron cerca de varios pueblitos, "por delante de Los Arcos", Sansol, Viana?Toda una geografía que ahí está para que nos acerquemos y recorramos, porque la narrativa de don Pío, todavía hoy, sigue contando.