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Las galerías buscan su espacio

Este formato comercial se resiste a desaparecer en una coyuntura muy complicada para la mayoría de multicentros

Las galerías buscan su espacioJavier Bergasa

hace un cuarto de siglo llenaron el centro de la ciudad convirtiéndose en una novedad con tirón y hoy buscan sobrevivir en medio de un clima muy poco propicio. Al boom inicial le siguió una época en la que se consolidaron como una alternativa comercial cómoda y céntrica, si bien la llegada de los grandes centros comerciales a la periferia de la ciudad y de los grandes almacenes al centro cortó de un plumazo aquella incipiente buena marcha. Ocurrió a comienzos de la pasada década, sobre todo desde el año 2002, un lustro antes de que la crisis económica que aún padecemos terminase de complicar la situación. En medio de esta coyuntura, algunos de estos multicentros aún mantienen el pulso en condiciones, si bien la mayor parte se encuentran de capa caída y unos pocos al borde del cierre.

La mayor parte de estos centros surgieron a mediados de los años 80, como en otras muchas ciudades, y en muchos casos vivieron unos inicios ciertamente pujantes. La tienda Videojuegos Igúzquiza del Centro Comercial Avenida, en la avenida San Ignacio, lleva 27 años abierta, uno menos que el propio centro. María Pilar, responsable del comercio junto a su marido, recuerda los inicios. "Cuando se abrió, en Pamplona no había centros comerciales y aquí nos juntamos un montón de tiendas especializadas regentadas por gente de aquí. El centro no llegó nunca a llenar todos sus locales, pero sí que estuvo durante muchos años funcionando al 90% y vendiendo muy bien", explica.

En aquella época, junto al Avenida abrieron la mayor de las galerías comerciales que hoy se mantienen en la ciudad: el Centro Comercial Carlos III, el Centro Comercial Roncesvalles en la avenida del mismo nombre, la Galería Plazaola de la calle Tudela, el cercano Mercado Calatayud o el Multicentro Esquíroz de Iturrama, entre otros. Después llegaría el Pasaje de la Luna, situado junto a los Golem de Yamaguchi, o la galería comercial de la Estación de Autobuses, si bien ambos presentan características diferentes.

en iturrama Entre estas galerías comerciales, la situación más complicada la viven el Multicentro Esquíroz y la Galería Plazaola. El primero únicamente cuenta con dos negocios abiertos y es probable que eche la persiana este invierno, mientras que en el caso del centro comercial urbano de la calle Tudela, solo mantiene en funcionamiento una peluquería entre sus 16 bajeras. El zapatero Jesús Sánchez Redín abandonó hace seis meses el Multicentro Esquíroz después de 13 años en una bajera interior (el centro tiene 27 años). Ahora, su negocio, Redín, se encuentra a apenas 70 metros, en la misma calle Esquíroz (la galería hace esquina con Serafín Olave).

"Cuando llegamos había movimiento tanto en la galería como en Iturrama en general, aunque la situación cambió radicalmente con la llegada de la zona azul. Desde que pusieron el aparcamiento de pago las calles Esquíroz y Serafín Olave cayeron en picado. Además, el barrio ha envejecido mucho. La ventaja de este tipo de galerías es que los negocios de unos arrastran a clientes de otros negocios y nos complementamos. Sin embargo, la visibilidad que se tiene es muy escasa y hay vecinos del propio edificio que ni siquiera te conocen. Ahora estamos en la misma calle y la gente nos ve con mayor facilidad", explica Sánchez Redín.

En Videojuegos Iguzquiza María Pilar alude a otras razones para hablar de ese declive que se ha producido en muchas de estas galerías. "Lo que nos hizo daño fue la llegada de las grandes superficies que se instalaron en las afueras de la ciudad. Eso se notó muchísimo y después llegó la crisis que terminó de ahogarnos. Lo último ha sido la huelga de villavesas esta Navidad, que me gustaría que las instituciones fuesen conscientes de cómo nos ha perjudicado en la última campaña. En mi opinión, el daño ya está hecho y mucha gente se ha acostumbrado a coger el coche y salir al extrarradio a comprar. Han hecho que cambie la mentalidad", explica en este centro con solo media docena de sus 17 bajeras ocupadas.

el ii ensanche En el Mercado Calatayud, situado en la calle Padre Calatayud del II Ensanche, el carnicero Juan Pedro Iturri hace un análisis similar. "Han matado al pequeño comercio, que es también el que se agrupaba en este tipo de galerías, y ahora es muy difícil revitalizarlo. Se han llevado todo el comercio a las afueras y ahora es demasiado tarde. En este momento da pena pasear por el Ensanche. A eso se le añade que, al menos en el caso del Mercado Calatayud, se diseño la galería con muy poca visión de futuro, con un planteamiento erróneo y unos locales muy pequeños, de 11 metros cuadrados de media. Estamos aguantando el tirón como podemos, a costa de dilapidar los ahorros de 30 años, pero la situación es muy mala", explica.

En el caso de esta galería surgida en 1984, sobreviven seis establecimientos, menos de la mitad del total, con la citada carnicería, una inmobiliaria, un comercio de arreglos de ropa, una panadería-cafetería, el taller de un artista y un zapatero. Los comercios que ofrecen servicios son los que mejor aguantan la complicada situación económica en estos centros, prueba de ello es que en la mayoría de galerías se puede encontrar un comercio de arreglos de ropa, un zapatero o una peluquería.

El Centro Comercial Roncesvalles es uno de los multicentros en el que sus comerciantes muestran mayor satisfacción con su situación. Allí se juntan un comercio de arreglos de ropa, una tienda de moda, una agencia de viajes, una peluquería y servicios de manicura o solarium. Cuenta con cuatro locales vacíos, todos ellos en la planta más baja, si bien en las tres alturas superiores la satisfacción es notable. María Pilar Maisterra, encargada de una tienda de arreglos de ropa, explica esta situación: "Diría que somos el centro de estas características que mejor funciona, ya que todas las que estamos aquí trabajamos bien. Tenemos una clientela fija y ofrecemos sobre todo servicios. En muchos casos los negocios son complementarios y los clientes de una son también los de otra. La peatonalización de la avenida Roncesvalles también nos ha ayudado, aunque siempre nos gustaría que se nos viera un poco más. Tenemos la duda de si es mejor poner más carteles o si, por el contrario, ya hay demasiados. Tratamos de ayudarnos y nos turnamos para gestionar las cuestiones comunes cambiando cada año de encargado".

A apenas 100 metros, el Centro Comercial Carlos III también aguanta el pulso con solo tres de sus 13 locales vacíos. Nekane Etxepare y su compañera Ainhoa Díaz se encargan de gestionar una tienda de nutrición de la cadena Santiveri, en la planta inferior de estas galerías comerciales. Según explica Díaz, el formato presenta ventajas e inconvenientes. "Estamos un poco escondidas y el centro se ha quedado un poco antiguo en cuestiones como la accesibilidad, pero el negocio funciona. Al final estamos en Carlos III, que es un privilegio, aunque también tiene inconvenientes como el del aparcamiento. Mucha de la gente que viene ya nos conoce, son clientes fijos, aunque hemos pensado en colocar pantallas en el exterior para que quienes pasan por la avenida se fijen más".

En este centro comercial priman igualmente los negocios ligados a los servicios, aunque también pueden presumir de albergar la única cafetería que queda en el tramo de Carlos III comprendido entre Merindades y la plaza del Castillo, el bar Miami, con terraza en plena avenida.

La gerente de Ensanche Área Comercial, Amaya Villanueva, coincide al apreciar que este tipo de centros han tendido a aglutinar servicios. "Normalmente el mix comercial existente en estos centros comerciales en trama urbana es bastante limitado. La mayoría de los negocios que se instalan en estos formatos son empresas de servicios como por ejemplo tintorería, arreglos de ropa, centros de belleza, alimentación, agencias de viaje, etc", explica. En su opinión, una de sus ventajas es que se pueden "conseguir arrendamientos más económicos por no disponer de fachada y tener los negocios puertas adentro" y en ellos se logra una mayor unión entre comerciantes. "Se unen más que los comercios a pie de calle para promover iniciativas o participar en actividades de dinamización que se proponen desde la asociación", explica Villanueva. Sin embargo, entiende que el no disponer de fachada supone un gran inconveniente y hace que tengan que hacer un mayor esfuerzo de comunicación para darse a conocer.

Por otro lado, Villanueva se muestra crítica con el diseño de la galería comercial que se hizo en la Estación de Autobuses. Ésta se inauguró en 2007 y a día de hoy solo mantiene ocupados cinco de sus 21 locales, si bien la discoteca proyectada al fondo de la galería ocupará dos nuevos locales. Además durante los últimos años sus gestores han buscado atraer la instalación de un supermercado, aunque esta situación se encuentra en standby por el concurso de acreedores en que se encuentra la empresa gestora de la Estación

"Tiene el handicap de estar soterrada, pero además la distribución de espacios está mal planteada desde el principio y no se ha hecho nada por buscarle una solución. Los arquitectos a veces no piensan en la utilidad, comodidad o practicidad de aquello que proyectan. Deberían plantearse que los establecimientos comerciales y hosteleros tienen como objetivo ganar dinero. Los locales comerciales deberían estar ubicados en zonas donde el usuario del transporte no tenga otro remedio que pasar por delante", explica Villanueva.

La encargada de Ensanche Área Comercial también coincide al apreciar el efecto que tuvieron los centros comerciales de la periferia, aunque ve motivos para el optimismo del pequeño comercio del centro. "Estos centros comerciales en trama urbana son más cercanos y humanos que los de la periferia, que son más impersonales. La creación de los centros comerciales de la periferia ha afectado no solamente a estos formatos comerciales sino a todo el comercio urbano. El ciudadano no quiere ver locales cerrados y lonjas vacías, pero le es más cómodo coger la variante y aparcar gratis en la periferia. Lo que no tiene en cuenta es que la gasolina también cuesta dinero y que los tiempos de desplazamiento suelen ser mayores que acudir al centro de la ciudad. Ahora parece que estamos volviendo al centro de las ciudades, que poco a poco se está cambiando y se vuelve al paseo, al 'ir de compras' viviendo la ciudad y respirando aire fresco", concluye.