Con el objetivo de mostrar a los turistas y curiosos de Navarra y fuera de la Comunidad Foral cómo se vivía en Arguedas en cuevas hace décadas, el Ayuntamiento ha logrado financiación europea, a través del Consorcio EDER y del programa Leader-Pepac 2023-2027, para poner en marcha el proyecto de rehabilitación y puesta en valor de las cuevas del Bordón, actualmente sin uso y en estado de deterioro.
Recurso turístico y lugar de memoria
La intención del Consistorio, según ha explicado en un comunicado, “es transformar este espacio en un nuevo recurso cultural y turístico que sirva como lugar de memoria, aprendizaje y dinamización para que las nuevas generaciones conozcan cómo se vivía en las cuevas de Arguedas, y no se pierda este valioso patrimonio inmaterial”.
El proyecto, titulado Espacio Cultural Cuevas de Arguedas, contempla la rehabilitación de cinco cuevas: tres quedarán abiertas para su libre visita y otras dos, que serán acondicionadas con mayor profundidad (pavimentos, pintura, recreación de estancias, mobiliario, iluminación y elementos expositivos), se destinarán a visitas guiadas, actividades culturales y divulgativas. También se mejorarán los accesos, la canalización del agua, el vallado de protección y la señalización de todo el entorno.
Acondicionamiento
En el interior de las cuevas rehabilitadas se llevarán a cabo trabajos específicos como el sellado de grietas, el apuntalamiento de zonas más deterioradas y, en su caso, el cierre preventivo de espacios con mayor riesgo de desplome. Además se colocarán puertas y ventanas similares a las originales, se repararán suelos y paredes dañados, y se pintarán los interiores siguiendo criterios tradicionales.
La intervención se completará con la recreación de la vida cotidiana en las cuevas mediante mobiliario de época, la instalación de iluminación artificial en puntos seleccionados y la colocación de paneles informativos que permitan contextualizar y comprender mejor la historia del lugar. Además de la intervención física, el proyecto incluye un programa educativo en colaboración con la Apyma del Colegio Público de Arguedas y un proceso de recuperación de la memoria etnográfica junto a la Asociación de Jubilados, con testimonios y relatos de quienes habitaron las cuevas.
El objetivo es conservar y compartir “el legado de las personas mayores del municipio, fomentando su participación en la transmisión de su memoria”.
Divulgación
El objetivo es conservar y compartir “el legado de las personas mayores del municipio, fomentando su participación en la transmisión de su memoria”. Todo este trabajo se integrará también en una visita virtual y en contenidos digitales accesibles a través de códigos QR instalados en el lugar, con narraciones que ayuden a interpretar el legado del espacio.
El alcalde de Arguedas, José Luis Sanz, ha subrayado la importancia de este proyecto “que combina la recuperación patrimonial con la participación ciudadana y la divulgación cultural y turística”. Según ha explicado en el comunicado, “las cuevas forman parte de nuestra historia y su rehabilitación no solo las preserva, sino que las convierte en una oportunidad para el turismo sostenible”. Sanz también ha valorado el apoyo europeo canalizado a través del Consorcio EDER, “que nos permite acometer este tipo de iniciativas sin afectar a la capacidad financiera del Ayuntamiento”.
El proyecto se ejecutará, con un presupuesto de 63.000 euros, entre 2025 y 2026, e incluirá también la creación de un plan de comunicación para difundir la iniciativa en medios locales y comarcales, así como su incorporación a circuitos de promoción turística.
En 2015 el arguedano Íñigo Floristán presentó su documental 'Mi casa, mi cueva'. “Mobiliario sencillo pero suficiente, habitaciones separadas por cortinas y paredes de adobe que mantenían la estancia fresca en verano y caliente en invierno".
Otros documentos
En 2015 el arguedano Íñigo Floristán presentó su documental Mi casa, mi cueva en el que narraba cómo se vivía en su interior. “Con mobiliario sencillo pero suficiente, habitaciones separadas por cortinas y paredes de adobe que mantenían la estancia fresca en verano y caliente en invierno. Tenían despensa para guardar la uva o las olivas. Eran cuevas convertidas en hogares en las que vivían hombres y mujeres allá por el año 1850. En 1965 todos sus habitantes fueron desalojados”.
Mi casa, mi cueva recrea la vida de los cuevanos, recoge testimonios de arguedanos que pasaron en ellas su infancia o parte de su vida e incluye imágenes antiguas de estas cuevas. “La idea inicial era realizar un documental objetivo, pero a la hora de rodar, nos hemos dado cuenta de que lo importante son las vivencias, que las vivencias de los cuevanos se llevan todo el peso”, explicó Íñigo Floristán”. En la realización del filme, de 57 minutos de duración, participaron “amigos y conocidos” del joven, como Diego Pina (cámara) y Teresa Floristán (periodista).