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Y de postre... ¡cuajada!

Cientos de personas se reúnen en Arraitz para disfrutar de este tradicional producto

Y de postre... ¡cuajada!

Arraitz, concejo de unos 200 habitantes, vio ayer cómo sus calles recibían a centenares de personas con motivo del V Día de la Cuajada, que quedó inaugurado a las diez y media de la mañana con el encendido de la carbonera. Exhibiciones, puestos de artesanos y degustaciones tomaron el pueblo con el objetivo de mostrar los oficios que, tiempo atrás, fueron los encargados de hacer crecer el valle de Ultzama y que, hoy en día, siguen vivos mostrando el encanto de este enclave. "Es muy bonito, está todo muy logrado. Me enteré de este día por una página de Facebook y aquí estoy", afirmó Leticia Trinidad, de Olite, que decidió acercarse a pasar la mañana del domingo en Arraitz con su familia.

Ataviadas con el traje de casera, las encargadas de la organización indicaban a los visitantes dónde aparcar y las zonas en las que se encontraban los puestos. Mª Josefa Cruceira, vecina de Pitillas, comentó que "la organización es espectacular, los aparcamientos están muy bien habilitados y las indicaciones son claras". En palabras de Sandra Iraizoz, concejala de Turismo y organizadora del evento, "la colaboración de los vecinos del pueblo ha sido determinante, incluso ha habido tres vecinos que han cedido sus fincas particulares para que se aparcaran los coches mejor". La organización no se olvidó de los más pequeños e instaló una ludoteca al aire libre en la que podían pintarse las caras y dibujar a su propia oveja en un gran mural.

Artesanía en madera, explicación del proceso de producción y extracción de la miel, entre otras, fueron las actividades que acompañaron a la gran protagonista de este día, la cuajada, que sigue siendo uno de los enormes atractivos del valle. "Hay que salir a la calle a buscar al cliente", apuntó Antonio Ziganda, de Postres Tradicionales Ultzama, quien apostó por que su empresa, de Larrainzar, siguiera allí y pudiera dar trabajo a la familia. El puesto que instalaron mostraba ayer la esencia de su labor: cuajada, helado de cuajada y la demostración de cómo en tan solo tres minutos cualquiera puede hacer este postre en casa.

Los visitantes pudieron disfrutar de la exhibición que Patxi Larraintzar, de Venta Miguel, y Aitor Díez de Ulzurrun, de Venta Ultzama, dieron sobre cómo se hacía la cuajada en la Edad Media. Kaikus, piedras, tenazas y, por supuesto, leche de oveja y cuajo eran imprescindibles para que los pastores obtuvieran el postre con su peculiar sabor a kizkilurrin.

El día de este producto tradicional es "esencial para que se vea que los productos navarros son extraordinarios", apuntó Inma Montosa, de mermeladas artesanas Aidin. Y es que estas mermeladas, que recibieron la denominación de Reyno Gourmet con tan solo seis meses de vida, son la muestra de que el trabajo artesano no ha puesto su punto final. "Utilizamos siempre que podemos fruta de Navarra, incluso la pelamos nosotros", comentó.

Los talos de maíz también tuvieron su espacio en Arraitz de la mano de Talos Saralegi, una empresa familiar pionera en este producto y que, como apuntó Cristina Saralegi, "sale adelante gracias a los voluntarios". Ayer, ocho de ellos fueron los encargados de mostrar a quien se acercaba cómo se hacen los talos y dieron la oportunidad de degustarlos con chistorra, chorizo o tocino. Tampoco faltaron a la cita prendas elaboradas con lana, numerosa bisutería de madera y una exhibición de artesanía en forja.

Así, la cuajada y los productos artesanales del valle recibieron ayer las alabanzas que siempre merecen.