VALLE DE EGÜÉS - Uno de los mayores problemas con el que se encuentran los padres durante las vacaciones escolares es poder saber con quién dejar a sus hijos mientras ellos siguen trabajando. Abuelos u otros familiares, vecinos, canguros, actividades locales o campamentos urbanos... este problema puede convertirse en un juego de malabares con los horarios para poder seguir con la rutina mientras el resto del mundo se para disfrutar del buen tiempo.
Es por eso que el Ayuntamiento del Valle de Egüés organiza desde 2004 y para niños de entre 6 y 11 años unos campamentos que siguen el horario escolar: de 09.00 a 17.00 horas. Y para eso hacen uso de unos terrenos comunales, las del señorío de Egulbati; un caserío deshabitado desde la década de los sesenta recientemente adquirido por este consistorio. Un paraje totalmente natural a tan solo 10 minutos en coche del centro de Sarriguren, el municipio más poblado de la localidad y de donde provienen la mayoría de los niños y niñas que acuden a este campamento. “Es un híbrido entre campamento urbano y campamento rural”, explicó el concejal y presidente de la comisión de Educación y Cultura del valle, Joseba Orduña. Híbrido porque, aunque los pequeños no pernoctan en él, no se quedan en la ciudad, sino que pasan el día en un entorno totalmente natural, entre bosques, montañas y animales.
Dividido en cuatro tandas semanales, los niños han podido inscribirse en cuantas deseen. “Está pensado para que los críos repitan; aunque la base de la programación es la misma, los talleres y actividades cambian de una semana a otra”, contó Noelia Itoiz, coordinadora y monitora del campamento. Y esa base es la de destinar cada día a un tema concreto. Los lunes los dedican a la pintura, pintando sobre papel, telas o creando murales. Los martes son para la música, momento que han aprovechado para crear instrumentos con materiales reciclados, “como maracas con botellas, palos de agua o panderetas con cajas de quesitos”, explicó Noelia Itoiz. Los miércoles, el grupo se traslada hasta el Museo Oteiza de Alzuza; allí visitan las exposiciones, la casa del artista, su biblioteca o laboratorio. La danza tiene su hora los jueves, y el teatro, para el último día. “Los críos crean una historia entorno a un pueblo de Egüés que luego representan”, señaló Itoiz.
POLI-TEMÁTICO Entre estos talleres se cuelan otras actividades deportivas, de manualidades u otro tipos de juegos, además de la excursión semanal al Museo del escultor local, Jorge Oteiza. Allí “visitan cada uno de los espacios y después realizan talleres con los técnicos de allí”, subrayó Naiara Paredes, coordinadora de Ocio, Infancia y Juventud de Sedena, la empresa que organiza el campamento de este año. “Por ejemplo, los llevan al laboratorio de tizas del escultor y les dicen que cojan ideas, que luego plasmarán los niños con sus propias tizas”, añadió la monitora.
Y al final de cada jornada, “todos contentos, peques, madres y nosotros. Y así lo dicen también las encuestas que hacemos al final de cada semana”, comentó Itoiz. Como Rut Pintado y Naiara Pena, dos amigas de 8 años y de Sarriguren. “Es nuestra segunda semana y lo que más nos gusta es ver los caballos y las vacas, que luego nos piden que pintemos”, señaló Pena. Por contra, su compañero Sebastián Olza, de 6 años y vecino del mismo pueblo aseguró que su actividad favorita es “la yincana, donde esconden cosas que tenemos que ir buscando con un mapa. Es muy divertido”, tanto que sus padres lo matricularon por dos semanas. Cerca estaba otro sarrigundarra, Sergio Guerra, de 7 años, en pleno taller de manualidades. “Es un Pou -conocido personaje de un juego, al estilo Tamagochi, para teléfonos móviles, muy popular entre los más pequeños- que se llamará Iñaki, como un amigo que está también aquí, y que voy a regalar a mi madre porque la quiero mucho”, comentó Guerra con ternura. Alejandra Fonseca, de 9 años y de Pamplona, también pensaba dedicar su obra a una amiga “que solo veo en verano, para que tenga un recuerdo mío”. Mientras, Asier Mina, también de Sarriguren, no sabía decantarse por una actividad: “el Pou, la yincana, los juegos... ¡todo!”.
Al final de cada semana, los trabajos de los pequeños se exponen en la campa, donde explican sus obras a sus compañeros y tres monitoras.
VARIADA OFERTA Como cada año, el Ayuntamiento del Valle de Egüés ofreció 200 plazas, de las cuales “al menos el 35% estaba reservado para formar grupos en euskera”, subrayó Orduña. Del total de vacantes, “se ha ocupado entorno al 70%”, según este edil. Una bajada respecto a otros años porque, dice, “otros departamentos del Consistorio han ofrecido nuevas actividades que otros años no existían, como un campamento de fútbol en las instalaciones deportivas de Sarriguren, o el programa de verano de la ludoteca municipal”, situada en el concejo de Olaz.