Síguenos en redes sociales:

El cuño de las credenciales de Roncesvalles

Marisol Goikoa lleva 15 años trabajando en el albergue de Roncesvalles; labor con los peregrinos que simboliza su pasión y “su vida”

El cuño de las credenciales de Roncesvalles

orreaga-roncesvalles - ¿Qué supone para ti trabajar en el albergue de peregrinos de Orreaga-Roncesvalles? “Para mí lo es todo. Significa mi vida”. Así de contundente, sincera y emocionante es la respuesta de Marisol Goikoa, trabajadora del albergue de peregrinos de la localidad navarra y casi “selladora profesional” de credenciales del Camino de Santiago.

Desde el 15 de septiembre de 1999, fecha la cual recuerda sin dudar ni un momento, Marisol Goikoa es la encargada de atender y explicar el funcionamiento del albergue a los miles de peregrinos que visitan Orreaga-Roncesvalles, o de vender credenciales y sellarlas a los mismos. Pero además de ello, en su trayectoria laboral ha cosido mochilas, rescatado a peregrinos perdidos por el paraje de Ibañeta o asistido a una boda entre dos caminantes cuyo objetivo era contraer matrimonio en el municipio y realizar el camino juntos.

“Trabajar en el albergue me ha abierto la mente y ha cambiado completamente mi manera de ser”, relata. La vecina de Auritz-Burguete Marisol Goikoa confiesa que cuando comenzó a trabajar con peregrinos “era muy tímida”. “Cuando veía pasar a un peregrino lo único que esperaba es que no entrase, y ahora pienso en que vengan y me pisen el callo”, comenta con una sonrisa.

Al preguntarle por el numero de credenciales que ha podido sellar a lo largo de estos quince años, esta trabajadora confiesa, entre risas, que “no sabría ni calcularlo”. Pero sí es consciente de que durante el día, Goikoa sella unas 300 del Camino de Santiago que, multiplicado por los cinco días a la semana que trabaja, “el número final asustaría a cualquiera”, expresa con cara de emoción. Además de atender al gran número de visitantes que acude al punto de información y cambiar sin miramientos del francés, al inglés, pasando por un poco de alemán, Marisol Goikoa ha vivido muchas experiencias que le han marcado tanto positivamente, como negativamente.

BODAS IMPROVISADAS Esta vecina de Auritz-Burguete relata con gran emoción una de las experiencias más bonitas y sorprendentes que ha vivido en su labor. “Una tarde cuando estaba trabajando, dos peregrinos aparecieron enfrente de mí diciendo que se querían casar esa misma tarde”, a lo que ésta pensó inmediatamente que era una cámara oculta. Tal y como cuenta Goikoa, se trataba de una pareja venida desde México que se había ayudado mutuamente a salir de problemas muy graves. Así que en signo de agradecimiento mutuo, su objetivo era contraer matrimonio en la Real Colegiata de Orreaga-Roncesvalles y realizar el Camino de Santiago a la par.

Para ello, asistieron al punto de información con todos los papeles necesarios y la primera persona que encontraron para expresar su objetivo fue Marisol Goikoa. “Lo primero que hice fue llamar al entonces Prior de Roncesvalles y, tras comprobar que estaba toda la documentación necesaria y por tanto todo en orden, éste preparó la boda exprés”, comenta. Tanto es así, que Goikoa se encontró una tarde cualquiera asistiendo a una boda de dos peregrinos vestidos con chándal junto a dos testigos también caminantes. “Me di cuenta que la novia no tenía ni un ramo de flores, y no se me ocurrió otra cosa que ir hasta Burguete, entrar en un jardín y coger un ramo; y con la ayuda de mi madre, que lo envolvió con papel albal, la novia tuvo su ramo de flores el día de su boda. Ella lloró. El lloró. Pero yo no pare de llorar.”, relata con gran emoción.

Para Marisol Goikoa una de las cosas más gratificantes es trabajar con gente de distintas culturas que se encuentran en el mismo punto; por ello, confiesa tener gracias a su oficio “amistades por todo el mundo”. “Hay gente que te marca y otros pasan desapercibidos; pero esta es mi pasión. Río, lloro y me preocupo en este albergue. Es mi vida porque paso más horas aquí que en casa”, apunta. Tanto es así que Marisol Goikoa cuenta que las veces que va a Pamplona en ocasiones “reconozco a personas a las que atendí hace dos días, pero en muchas ocasiones ellos también me reconocen a mí; como cuando voy a las mañanas por Burguete y los peregrinos me saludan con gratitud. Eso no tiene precio”, relata.

Esta vecina de Auritz-Burguete no imagina su “vida sin peregrinos”, y por ello su deseo es seguir en ese mostrador atendiéndolos, cosiendo sus mochilas, o escuchando sus vivencias. Pero también, sentada desde su silla hacia las 19.20 horas desea seguir contemplando en el marco de un cuadro el reflejo de la manada de peregrinos que cada día llega en busca del cuño de “la selladora profesional” de Orreaga-Roncesvalles.