“La juventud es feliz porque tiene la capacidad de ver la belleza. Cualquiera que conserve la capacidad de ver la belleza jamás envejece”. Se podría decir que esta frase del escritor Franz Kafka refleja el espíritu de aquellos jóvenes que trabajan por intentar cambiar su entorno, de aquellos que saben apreciar los primeros rayos de sol que aparecen después de un día de tormenta. Desde hace tiempo atrás, la situación del Pirineo de Navarra es preocupante. La fuerte ventisca llamada despoblación sopla con fuerza y está apagando la vida de los pueblos del Valle de Erro, Aezkoa, Auritz-Burguete y Orreaga.
La actual situación socioeconómica tampoco facilita la permanencia en los municipios, por lo que el pez grande se come al pez pequeño, y cada vez son más los deciden ir a vivir a las grandes urbes. No obstante, hay jóvenes que han optado por nadar contra corriente, y han apostado por vivir y trabajar en la zona. Amaia Saragueta, Pablo Etxeberria, Maite Maisterra y Joseba Martínez representan a aquellos jóvenes que desean seguir viviendo en el Pirineo de Navarra. Los cuatro son oriundos de los valles pirenaicos y quieren continuar dibujando su futuro en la zona. Consideran que para darle la vuelta a la situación, hay que comenzar a trabajar desde dentro. Como predicaba el papa Francisco en su visita a Albania: “Donde hay juventud hay esperanza”.
¿Qué les aporta la vida en el Pirineo?
Cualquier persona que se acerque hasta los valles pirenaicos podrá dejarse seducir por los verdes montes que dan cobijo a los pequeños municipios donde la tranquilidad se adueña de la calles. A ojos del visitante, apenas se puede apreciar lo más importante: los valores que aporta la vida en un pueblo. “Cuando me fui a California, no echaba de menos vivir en Pamplona, pero sí en Garaioa. Las relaciones aquí son más cálidas, más cariñosas, te importa más la gente y tú les importas más”, cuenta Maite Maisterra. De la misma opinión es Joseba Martínez: “Cuando estudiaba en Iruñea y estaba con mis amigos de la ciudad, veía que teníamos valores muy diferentes, y que solo se obtienen viviendo aquí. Recuerdo que al principio saludaba a todo el mundo en la calle, hasta que un amigo me llamó la atención por lo que estaba haciendo; me chocó mucho”. Amaia Saragueta vivió una experiencia similar: “Yo también saludaba a todo el mundo, sobre todo a las personas mayores ¡les hacía mucha ilusión!”. Ante todo, destacan la calidad de vida de los pueblos, la tranquilidad, y la capacidad de ser felices con pocas cosas.
¿Cómo ven la situación actual de la zona?
El origen de la situación actual del Pirineo se pierde allende los tiempos. Es una realidad que acompaña a los habitantes generación tras generación y la tendencia parece no cambiar. Los vecinos han crecido con mensajes desfavorables hacia la la zona, pero hasta en la noche más oscura siempre hay una estrella que brilla con fuerza. “Considero que las cosas seguirán como están mientras querremos que estén así. Creo que hay que aparcar diferencias, y pensar y hablar a nivel de zona sobre los problemas que podamos tener y tomar medidas entre todos”, matiza Martínez.
Uno de los factores que más preocupa a los jóvenes del Pirineo es el acceso a la vivienda. Denuncian que, en general, apenas hay ayudas para emanciparse; aunque la realidad cambia de un valle a otro. “Cuando ves que la gente decide irse a vivir a Iruñea porque aquí no tienen un sitio donde vivir es muy triste”, destaca Amaia Saragueta. Ante esta situación, detallan que las casas que hay en las localidades “están a la venta con precios elevados para los jóvenes o en mal estado”: “Creo que hay que romper con la idea de propiedad privada que tenemos en la zona, ya que las opciones que tiene la gente que quiere quedarse aquí son hacerse una vivienda o comprar una casa”, remarca Joseba Martínez. “Considero que los entes locales deberían tener un poco más de voluntad y, por ejemplo, edificar casas en alquiler para los jóvenes que quieren quedarse en la zona”.
La realidad en Garaioa, en cambio, es diferente a la del Valle de Erro. Según explica Maite Maisterra, “hay alquileres a buen precio” y la gente tiene más facilidades para encontrar una vivienda si así lo desea. Aun así, considera que los Ayuntamientos, en su medida, deberían allanar el camino y ayudar más, ya que sería una forma para que los vecinos pudieran quedarse a vivir en los pueblos.
Otro de los factores que preocupa a los jóvenes del Pirineo es el empleo. “Creo que poder tener un trabajo en nuestros valles facilita que la gente que quiera pueda quedarse a vivir en los pueblos”, argumenta Pablo Etxeberria. Si bien es cierto, una parte considerable de los jóvenes que apuestan por quedarse a vivir en la zona es porque trabajan en los valles pirenaicos. “Si yo no hubiera encontrado una oportunidad laboral o algo que me motivara mucho, no hubiera regresado de Iruñea”, cuenta la aezcoana. Es el mismo caso de Joseba Martínez, que regresó de Donostia para trabajar en un negocio familiar, y de Pablo Etxeberria, que consiguió un empleo cerca de casa tras varios años trabajando fuera del valle.
En el otro lado de la moneda están aquellos que trabajan fuera del Pirineo y que día a día regresan a casa porque quieren seguir viviendo en él, o bien, los que no tienen trabajo. “Lo de el empleo es una cuestión seria, llevo meses buscando trabajo en la zona y no es tarea fácil. En el caso que me salga una oferta en Pamplona, me tendría que plantear el seguir viviendo aquí. Me daría mucha pena porque nunca he estado tan a gusto como hasta ahora”, explica Amaia Saragueta.
Ante esta situación, Maite Maisterra lo tiene claro: “O trabajar de lo mío o vivir en el Pirineo; para mucha gente supondría una elección. La generación de nuestros mayores no lo tuvo fácil y nos ha inculcado un miedo a no trabajar de lo que hemos estudiado”. En su caso particular, dejó su empleo para comenzar a trabajar en algo que nada tiene que ver con su formación profesional: “En ningún momento supone bajar de estatus o algún tipo de escalera, por mucho que haya gente que opine lo contrario”.
Consideran que en el ámbito laboral también se pueden dar pasos desde dentro. Opinan que las instituciones deberían respaldar más a aquellas personas que quieren iniciarse en el mundo profesional. “Si tienes un discurso de que las cosas van muy mal, tienes que ser consecuente con él. Por lo menos, tienes que posicionarte e intentar ayudar con los medios que hay”, remarca Martínez.
¿Qué Pirineo les gustaría ver el día de mañana?
El Pirineo de mañana está en sus manos, ellos decidirán qué rumbo tomará. Mientras tanto, siguen trabajando por el día a día de la zona, ya que consideran que los jóvenes también interpretan un papel fundamental en la vida diaria. Prueba de ello es el Gaztetxe de Aurizberri-Espinal, que según explica el vecino de dicha localidad, supuso un antes y un después en el municipio: “No resultó fácil, tuvimos mucha oposición, pero al final los vecinos comenzaron a participar en los actos que organizábamos”.
Un factor importante para seguir trabajando a favor de los valles sería “romper con las viejas rencillas y remar juntos en la misma dirección”: “Creo que hay que trabajar y pensar más en pro de la zona, dejar a un lado las diferencias y piques tontos que hay entre los pueblos”, añade Amaia Saragueta, cuya opinión respaldan los otros tres compañeros.
A los cuatro les gustaría ver un Pirineo vivo, alegre, lleno de color, donde los jóvenes pudieran trabajar y vivir en él. Para ello, opinan que es importante el trabajo en común y pensar a favor de la zona. “Me gustaría ver unos valles más optimistas. Tenemos que pensar en positivo y tener mentes abiertas; valoro a la gente que quiere quedarse aquí”, remarca Maisterra. Ellos son el Pirineo de mañana.
amaia saragueta
Mezkiritz. Después de pasar un tiempo fuera, regresó al Pirineo. Actualmente reside en Aurizberri, y le gustaría encontrar un empleo en la zona. Confiesa que nunca ha estado tan a gusto como hasta ahora.
pablo etxeberria
Orreaga. Tras pasar una temporada trabajando fuera su pueblo, consiguió un puesto de trabajo cerca de casa. “Este es mi sitio, mi txoko, me siento feliz y no lo cambio por nada”.
maite maisterra
Garaioa. Una oportunidad hizo que volviera a su localidad natal. Después de varios años, lo tiene muy claro: “En caso de que no tenga trabajo, volvería a trabajar como autónoma con tal de vivir aquí”.
joseba martínez
Aurizberri. Estuvo un tiempo viviendo fuera del Pirineo, y volvió con la intención de quedarse: “No sé qué será de mí, ni donde acabaré, pero por ahora estoy muy a gusto en el pueblo y no pienso cambiar”.