Burlada - La fría y fina lluvia, de esa que cala bien y deja el cuerpo destemplado, no impidió que centenares de burladeses fueran ayer testigos de la captura y matanza de Lukas de Aierbe, el villavés más malo que ha pisado Burlada, que ayer celebró el final de su Martingala, los carnavales de esta localidad.
Con una larga túnica negra, sus casi 2,5 metros de altura destacaban, zigzagueantes, entre las decenas de coloridos joasikeroak que seguían, a ritmo de las gaitas de Burlada, Villava y la Chantrea, el baile de la Martingala. Cuando la música acababa, el silencio se ahogaba entre los llantos de las muxinariak, una docena de jóvenes plañideras que lloraban la pronta muerte, en la horca, de de Aierbe.
Entre los dantzaris, Mikel Esparza, de 9 años, que llegó acompañado de varios familiares y amigos. “Los días antes de carnaval, me pongo bastante nervioso”, confesó este pequeño burladés, que lleva “desde los 3 años” disfrutando de esta fiesta. “El mejor momento es cuando queman a Lukas de Aierbe”, señala; opinión compartida por su amigo Aimar Jiménez, de 10 años, un conocedor de la historia de este bandido. “Es un tonto de Villava que viene a Burlada a robar y a hacer brujería”, explicó. Su rostro se escondía bajo un sombrero del que colgaban flecos de colores. De la espalda de su vestido, al igual que del resto de joasikeroak, colgaban varias campanillas. “Es que burlatarra significa campanero”, explicó el pequeño, antes de volver a salir corriendo para bailar, una vez más, la Martingala.
Minutos después, a las 20.35 horas, toda la comitiva hacía entrada en la plaza Ezkabazabal. En el centro de una zona vallada se erguía una horca, alrededor de la cual todos los joasikeroak volvían a interpretar su baile, que no se perdió Lukas. Pero de repente, los jueces, zorrotzak, lo capturaron, ante los gritos de las muxinariak. Pero de Aierbe no pudo escapar: acabó colgado y, poco después quemado, ante la atenta mirada de casi un millar de burladeses, que repitieron, por última vez, su popular danza.