CUANDO el próximo 13 de junio se abra una nueva legislatura será también el final de una generación y el comienzo de otra. De las 21 personas que subirán las escaleras de la Casa Consistorial como concejales sólo habrá 7 que repitan con respecto a la anterior y de ellos 3 entraron en 2011, uno hace dos años y una hace unos pocos meses. Todo será novedad. Hago esta especie de recuento porque 2015 será un punto y aparte, el comienzo de algo nuevo y no lo digo porque cambie el partido en el gobierno. De los que se van, tres se despidieron la semana pasada: Manuel Campillo, Luis Casado y Milagros Rubio. Desde esta columna he arremetido infinidad de veces contra el alcalde y su gestión pero creo que hay que dar al césar lo que es del césar. Pocas veces se han oído discursos tan personales y llenos de fondo democrático como los que se escucharon ese día en el salón de plenos. Me parece digno de todo elogio y una demostración absoluta de talante tener el coraje de dar las gracias a dos concejales de la oposición por todo lo que ha aprendido de ellos durante 24 años, y eso hizo Luis Casado. “Quiero expresar mi gratitud a la persona de José María Lakarra. Quizás la persona que más ha estado en el extremo de mis ideas políticas, pero sus ganas y su convicción era algo que me motivaba a mejorar como político (...) Quiero expresar también mi agradecimiento a Mila ya que he aprendido mucho de ella. Es lista e inteligente y por mi forma de ser muchas veces lo que he hecho ha sido ver, oir y callar y así he aprendido. Mucho de lo que en estos años he crecido como político se lo debo a Mila, he aprendido de su carácter”. Hay que quitarse el sombrero y qué pocos serían capaces de hacerlo en público refiriéndose a alguien de otro partido. En aquella jornada de discursos emotivos , con cierto toque de confesionario de Gran Hermano, no menos impactantemente democrático fue la petición de perdón y reconocimiento de error que entonó Milagros Rubio, algo también muy raro de ver en política. “No hicimos bien al exigir que los demás condenaran todo tipo de violencia para condenar nosotros a ETA. Quiero pedir perdón por no haber estado al lado de quienes teníamos que estar, pero por suerte cuando los compañeros tuvieron que llevar escolta ya estábamos al lado de las víctimas, lo que me costó amenazas de ETA”. Ambos fueron ese día un ejemplo de talante democrático.