altsasu - El Ayuntamiento de Altsasu aprobó en su última sesión plenaria solicitar al Gobierno de Navarra que ofrezca los medios humanos y materiales necesarios para proceder a la exhumación, identificación y posterior inhumación de los restos de Víctor Urkijo, Avelino Gil, Emilio García, José Úbeda, Joaquín Lizarraga y Sabino Lizarraga de la sima de Otsaportillo. Y es que, según testimonios documentales y personales, en esta sima situada entre los kilómetros 2 y 3 de la carretera de Bardoitza, en la sierra de Urbasa, fueron arrojados estos alsasuarras.
La declaración, presentada por Geroa Bai, recuerda y reconoce el sufrimiento que en Altsasu padecieron todas aquellas personas y sus familiares, que por motivación político-ideológica fueron objeto de persecución tras el golpe militar de 1936 y la posterior guerra civil y postguerra. “Los familiares tuvieron que sumar al drama de la pérdida de un ser querido, en casi todos los casos el cabeza de familia, toda la injusticia derivada de un golpe militar y la de una situación económica penosa”, señaló el alcalde, Javier Ollo.
Aquellas penurias y desprecios los vivieron en carne propia los siete hijos de Víctor Urkijo, entre 11 y un año. Además, otro venía en camino, aunque murió al mes de nacer. “Pasaron hambre y miseria, oír y aguantar mucho. Pero en el pueblo había mucha gente buena que les ayudó. Salieron adelante gracias a su trabajo”, apunta Amaia Urkijo, una de sus nietas y encargada de presentar, en nombre de su familia, la petición de exhumación e identificación de los restos en el Ayuntamiento. También ha hecho lo propio la de José Úbeda. “Del resto no sabemos nada. Se solía repatriar a las familias y creemos que se fueron del pueblo”, observa. “A los pocos días de matar a su marido, a mi abuela le llegó una orden para que se fuera junto con sus hijos a más de 300 kilómetros, pero se negó. No tenían dónde ir”, apunta.
En su opinión, las familias, con el apoyo de los ayuntamientos, tienen que “ir por delante” para que se haga efectiva la Ley de la Memoria Histórica. Al respecto, señala que así ha sido en el caso de la sima de El Raso, donde Balbino García de Albizu, nieto de una de las personas que fueron arrojadas en este lugar, y el Ayuntamiento de Eulate solicitaron en 2012 los permisos para las exhumaciones. Los trabajos empezaron en 2013, de la mano de la Sociedad de Ciencias Aranzadi y la dirección de Paco Etxeberria, que encontraron los restos de diez personas que fueron asesinadas en septiembre de 1936. Nueve fueron identificadas.
Precisamente, una de éstas era el otro abuelo de Amaia Urkijo, Narciso Artola, que hasta entonces, al igual que otros cuatro etxarriarras, se pensaba que estaban en Otsaportillo. “Mis dos abuelas tenían certificados de defunción de sus maridos, con testigos, de que estaban en Otsaportillo. Después de tantos años hemos sabido que uno estaba en la sima de El Raso. Además de matarlos, nos han tenido engañados todo este tiempo”, se lamenta.
Lo cierto es que se desconoce cuántas personas fueron arrojadas a esta fosa común en la que, según algunos, acabaron unas 200, algunas con vida. “Creo que serán unas 15, de los pueblos de los alrededores y también de Gipuzkoa. Pero hasta que no se exhumen los restos y se investigue, no se sabrá”, apunta, al tiempo que recuerda que la sima está abierta y pueden faltar restos. “No sabemos qué vamos a encontrar. A ver si con el nuevo Gobierno resulta más fácil”, apunta.
DECLARACIÓN Con este acuerdo, el Ayuntamiento se suma a las declaraciones realizadas antes en el Congreso de los Diputados, el Parlamento de Navarra y diversos municipios navarros. “Es importante que preservemos nuestra memoria histórica para no olvidar lo que muchas familias han sufrido por violencias de diferente tipo, en este caso por una guerra que enfrentó al pueblo de Altsasu”, señaló el alcalde, quien destacó que “sin querer reabrir ninguna herida y sin rencor”, se pretende materializar “el necesario reconocimiento y reparación a sus familias, a través del enterramiento digno a estos seis vecinos”.