Un puchero compartido
El cocinero de Arre Juanma Pedreño regala menús a personas necesitadas. La recompensa, ver feliz a gente que no ha comido pescado quizá en seis meses.
arre - Rodeado de polígonos industriales pero a su vez de compañeros en paro o con dificultades económicas, Juanma Pedreño, cocinero y dueño del restaurante Elordi de la Bella Época (Arre), se planteó un día la necesidad de ayudar a aquellos que estaban pasando por un momento de necesidad. “Sé que en Navarra la gente no se muere de hambre, pero si puedo ayudar a que coman lo que quieran, aunque sólo sea un día, y no lo que tienen en el frigorífico... Con pequeños detalles se consiguen grandes cosas”, explicó Juanma junto a sus pucheros.
A pesar de que él no está pasando por su mejor momento, porque “al ser un restaurante de polígono la crisis se nota mucho”, Juanma decidió poner en marcha y hacer lo que mejor le sale: cocinar. Desde ese momento, “todo aquel que tenga necesidad puede venir aquí, al Elordi, y pedir un menú completo de la carta que haya para ese día”.
Por el momento, Juanma ya ha ayudado a 14 personas y ha recibido 14 sonrisas que “me llenan el corazón y me despejan la mente”. Dos de esas sonrisas trajeron consigo una bonita historia que Juanma conserva como si fuera un tesoro. “Hace un tiempo vino una pareja a por un menú, y cuando les explicamos como funcionaba esto, se sorprendieron de poder elegir lo que quisiesen. Al día siguiente me llamaron y me dijeron que hacía 6 o 7 meses que no habían comido pescado y que hacía 8 meses que el arroz no tenía bichos. Ahí yo les dije: ¡no jodas que estaba malo! Ellos me contestaron que no, que a lo que se referían era a que hacía 8 meses que no comían arroz con almejas. Antes de colgar me dijo que si un día le daba la vuelta la vida, iba a venir a celebrarlo a mi casa”, contó Juanma, emocionado.
“Las personas que vienen aquí a por el menú son personas normales, no se diferencian en nada con los demás”, explicó. Y es que, como dice él mismo, “hambre tiene todo el mundo, y ante eso no hay color ni etnia ni bandera”.
Además, Juanma señala que “no voy a tener la vergüenza de pedirle a nadie que me enseñe la cartilla del paro o el DNI”, ya que “son personas con dignidad que se merecen respeto”. “El que viene aquí sin necesitarlo no me engaña a mí, sino a quien sí tiene necesidad”, comentó Pedreño muy convencido.
Por el momento, Juanma tiene esperanzas de que “no se muera la idea. Yo quiero que se case y tenga hijos”. Ya que a este cocinero le encantaría que otros restaurantes imitasen su idea, especialmente en el caso de los grandes restaurantes, ya que “si yo puedo hacer esto, imagínate lo que puede hacer alguien con muchos más medios”,
Sin embargo, en el caso de que la idea se reproduzca en otros establecimientos, para Juanma es esencial que a las personas que se beneficien de ello las traten con “respeto”.
“Yo quiero que las personas con necesidad puedan entrar por la puerta normal, no que tengan que ir por detrás, para que no se les vea. Porque eso es indignante”, explicó Pedreña. Por el momento, entre los planes de futuro de Juanma están los de pedir ayuda a grandes empresas o al Banco de Alimentos. “Cuando los supermercados tiran a la basura todos los excedentes, me da mucha pena. ¿Sabes cuantos menús podría hacer yo con eso?”, apuntó Juanma.solidaridad Para ayudar a Juanma en esta particular cruzada contra los efectos de la crisis hay muchas opciones. Por un lado, “ayúdame a ayudar. Dame publicidad, porque si la gente no sabe que yo estoy haciendo esto, no tiene sentido”. Además, Juanma también propone que “la gente venga a tomarse un pintxo y una caña aquí. Así yo puedo hacer más menús”.
No obstante, la gente tiene mucha iniciativa y ya hay quien ha propuesto nuevas formas de ayudar. “Se ha presentado gente para cocinar, también, hace poco, vino un señor y me dio veinte euros para que hiciese menús solidarios. O el que me preguntó cuánto costaba hacer un menú y al día siguiente me trajo 10 litros de aceite”, expuso Pedreña, emocionado al recordarlo.
No obstante, la anécdota más bonita para Juanma en este última etapa es la que protagoniza un txiki muy solidario. “Un día vino un niño con su padre, y me quería conocer. No entendía por qué su madre podía comprar la comida y había gente que no podía hacerlo. Cuando su padre le explicó todo, antes de irse me dio dos euros de su paga”, recuerda.