La danza en Estella-Lizarra hunde sus raíces en los siglos XVII y XVIII como demuestra la recopilación de documentos de Rosa Villafranca, quien asegura que “siempre eran colectivos masculinos que ejecutaban distintas coreografías bajo la supervisión de un maestro de danzas. Siempre iban acompañados por músicos entre los que destacaban juglares y gaiteros con su tamborcillo”. Este parece ser el inicio de un trabajo que ha llevado a Raquel Ugartondo y Javier Lana, vinculados al Taller de Danza Popular de Tierra Estella, a la recopilación de una historia que continúa el 29 de agosto de 1903 cuando el rey Alfonso XIII llega en viaje oficial a Estella.

Por eso es importante el trabajo de recopilación que han realizado Ugartondo y Lana en busca de los orígenes de la gaita, que en Estella arrancan con la figura de Julián Mª Romano, al que le seguirían otros como Anselmo Elizaga y que alcanzará a las familias de los Pérez de Lazarraga y la de Jesús Montero.

Pero si buscamos un antecedente directo del Baile de la Era, nos aparece documentado en las crónicas que en las fiestas de agosto de 1864 “desde el viernes 5 hasta el martes 9, ambos inclusive, ha habido gaita de 9 a 11 de la noche” escribe el cronista Gabino Beunza, de La Voz de Navarra. “Se han cometido los más infames y abominables actos” y exclamaba en su artículo: “¡Oh lamentable ceguedad y cuán grandes perjuicios ha de acarrear a esta mísera ciudad, si no se pone valla abajo a tan lamentable borrasca!” . Está claro que aquel cronista no veía con buenos ojos las danzas que se bailaban al ritmo de la jota o fandango y que amenizaban las fiestas de la Ciudad del Ega. Además, acusaba al Ayuntamiento por permitirlas. “Es responsable de tamaños abusos y si ahora tiene dificultades para parar tan diabólica costumbre más adelante las tendrá en mayor número. ¡Ojalá, el año que viene eche por tierra tal diversión, madre fecunda de innumerables males!”

12 parejas bailan la era A pesar de los malos augurios del cronista Beunza, el baile con sonido de gaitas y tambor continuó en Estella y ésta es la razón, junto con la venida del rey, de que en 1903 un grupo de 12 parejas comenzaran a practicar una suite de varias piezas. Los 24 comenzaron los ensayos del Baile de la Era en la conocida como Huerta de Iribas, al son de las gaitas de Demetrio Romano o Anselmo Elizaga. Mientras, el resto de la ciudad se preparó para recibir a Alfonso XIII desalojando el ayuntamiento de la plaza de los Fueros, donde se improvisó un palacio real en tiempo récord; organizando la acogida a base de fuegos artificiales, cenas con menús en francés, suelta de 45 palomas, invitación a señoritas distinguidas de Pamplona y un montón de pequeños flecos que el alcalde Gregorio Goizueta fue atando con la colaboración de los servicios municipales, a los que pidió por escrito que firmaran su compromiso.

La llegada de la comitiva real se retrasó un par de días ya que a pesar de estar previsto que llegara el 27 de agosto, sus majestades no pisaron la ciudad hasta el sábado 29, procedentes de Abárzuza, donde se hizo un alto y un posterior homenaje ante el lugar donde cayó herido el general Concha y luego en la casa Munárriz, donde murió. Hay dudas de si pudo ser esa tarde cuando el grupo de las 12 parejas estrenaran de alguna manera su coreografía, aunque todo parece indicar que no sería hasta el día siguiente, el domingo 30 agosto, que el grupo danzas pudo actuar después del banquete oficial de la cena que tuvo lugar en el palacio improvisado. El programa incluía la Serenata que ofrecieron los obreros del Círculo Católico, la actuación de El Orfeón Estellés y, finalmente, la de los dantzaris del Baile de la Era. Una primera estructura coreográfica y musical que incluía primero La Cadena, le seguía La jota y El fandango, para acabar con Las boleras navarras y La corrida.

Una estructura que fue cambiando solo en la partitura, ya que los bailes dejaron de realizarse. Ángel Elizaga la modificaría diez años después (1913) y serían también los Elizaga, Modesto, Edilberto y Fermín, quienes la volvieron a retocar en 1928. Fue en 1929 cuando Hilario Olazarán se dio cuenta del valor de la obra y, además de crear una versión para piano, rogó “al pueblo de Estella que restauren el Baile de la Era” y añadió “para que lo bailen los que nos sucedan. Dancen inocentemente como los antepasados”.

Una petición que no cayó en saco roto. En 1933 se creó el Comité pro Baile de la Era. Una iniciativa que estuvo respaldada tanto por el Ayuntamiento como por la prensa local (La Merindad Estellesa) y también por la escuela pública que introdujo el Baile de la Era en su programa pedagógico y, sobre todo, por el Centro Vasco en Estella (Eusko Etxea) fundado por Manuel de Irujo, que acogió tanto al Grupo de Ezpatadanzaris y al Grupo del Baile de la Era. Comenzaron los ensayos en febrero con el objetivo de tener preparada la pieza de cara a las próximas fiestas en honor a la Virgen del Puy. 30 años después, de nuevo se reunieron 12 parejas, las formadas por Francisco Beruete y Paquita Zuasti; Segundo Larrasoain y Mª Luisa Aristizabal; Melchor Vicente y Pilar Bengoechea; Alejandro Armañanzas y Mª Puy Torres del Río; Julián Goicoechea y Marichu Muniáin; Teodoro Barbarin y Felisa de Miguel; Anselmo Elizaga y Mª Puy Goicoechea; Pedro Solano y Modesta Salsamendi; Elías Echarri y Germana Larrasoain; José Arza y Casilda Roa; José Estrada y Martina Vergarechea, además de Jesús Osinaga y Mª Puy Ullate.

en agosto Este momento de las 12 parejas bailando en las festividad del Puy es en el que renace en Estella el Baile de la Era, pero todavía no estaba instaurado, ya que no se había establecido que se ejecutara durante las fiestas patronales de agosto y, desde el periódico local La Merindad Estellesa, así se pidió. “El Baile de la Era que tanto éxito ha tenido fuera de su pueblo, debe exhibirse en las fiestas agosteñas y con el marco más adecuado y estellica. Los forasteros han de verse atraídos por su fama. El Baile de la Era es el alma coreográfica de Estella, es bonito, es nuestro y debe bailarse en las próximas fiestas”, concluye. Un artículo que tuvo su eco: a partir de ese año la Era formó parte del programa de festejos hasta 1936, año en el que desapareció el Centro Vasco y fueron quemados en la plaza símbolos, libros, partituras e instrumentos relacionados con lo vasco y con el euskera en uno de los actos más incívicos que se recuerdan en la larga historia de la ciudad.

Pero el Baile de la Era había venido para quedarse y tras unos años en los que los temas de baile dependieron de la conocida como Sección Femenina, finalmente, en 1944, desde el Ayuntamiento en el que ya estaba Francisco Beruete como secretario, se creó el Grupo Municipal del Baile de la Era en el que ya figuraban los gaiteros Hermanos Montero. Un grupo que, vinculado a la gaita y al tambor, nació con vocación viajera y en años sucesivos actuó en Barcelona, San Sebastián, Bilbao y Biarritz, entre otras ciudades. Hoy hace 83 años desde que aquel grupo de 24 dantzaris actuó en las fiestas de la Virgen del Puy y recuperó el espíritu de la Huerta de Iribas, en la que se ensayaron los primeros pasos para hacer de La Era un baile universal.