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Un cura muy querido en Urdiain

Miguel Ángel sagaseta fue homenajeado en fiestas por los feligreses con motivo del 50º aniversario de su ordenación sacerdotal

Un cura muy querido en UrdiainNEREA MAZKIARAN

Miguel Ángel Sagaseta, el cura de Urdiain, ha cumplido medio siglo predicando el evangelio, cinco décadas en las que ha cosechado el cariño y respeto en todos los pueblos donde ha ejercido como sacerdote. Su último destino ha sido esta localidad de Sakana, dónde sus feligreses le realizaron el pasado lunes, en plenas fiestas, un homenaje que pilló de sorpresa al párroco. “Nunca le hemos oído una queja, siempre sonriente” apuntó Miguel Ángel Zubiria, de la parroquia, antes de un aurresku de honor que bailaron ante el altar Iñigo Goikoetxea, Amaia Zubiria y Javier Zelaia, que también le entregaron un katilu, nombre que se da en Urdiain a las tazas de platas dónde se bebe el vino en las celebraciones. Lo estrenó poco después, en un almuerzo en el que todos los feligreses querían felicitar al cura y desearle lo mejor. “Urdiain es un pueblo muy agradecido” destacó Sagaseta.

Nacido en Ituren en 1941, se ordenó sacerdote en 1966, celebrando su primera misa en Pamplona. “Fue muy fácil meterme cura. Fui consciente cuando hice la primera comunión” recordaba Sagaseta. Además, sus tres hermanos mayores tomaron el mismo camino. Dos de éstos acudieron al homenaje. Uno era Aurelio Sagaseta, canónigo-maestro de capilla de la Catedral de Pamplona desde 1962 y otra Mª Jesús, monja en Miami.

Su primer destino fue Valcarlos, dónde permaneció 7 años. Después estuvo 8 años en Leitza y 15 en Etxarri Aranatz, de dónde llegó a Urdiain hace casi 20 años. En todas estas localidades ha dejado huella. Y es que además de por su amabilidad y paciencia, Sagaseta destaca por su sabiduría, unas ganas de aprender que le han llevado a investigar en el pasado, un legado para las generaciones futuras.

CAMBIOS En este medio siglo Sagaseta ha sido testigo de grandes cambios, tanto en la sociedad como en la iglesia. Al respecto, recordaba que cuando estaba en el seminario de Pamplona eran 1.009 seminaristas. “Ahora hay pocos curas, por lo que los laicos deben tener más presencia” apuntó, al tiempo que aseguró que seguirá ejerciendo “mientras Dios me lo permita”. Hace dos años y medio estuvo de baja por enfermedad. “Estuve en ocho especialistas hasta que uno acertó con el tratamiento“ recordaba. Así, tras una notable mejoría, continúa todos los días oficiando misa en Urdiain y los festivos en Dorrao y Lizarragabengoa, dónde también es párroco.