La patata llegó a la península ibérica desde los Andes peruanos a finales del siglo XVI. Rápidamente se extendió por toda Europa, al principio tan solo como planta ornamental, pero muy pronto se transformó en un alimento básico especialmente de las clases más pobres, en sustitución de la castaña que además estaba en claro decrecimiento por la terrible epidemia de la “tinta” que destruyó la mayor parte de los castañares europeos. La patata terminó siendo el alimento básico del pueblo y hay quien afirma que fue algo fundamental en la revolución industrial del XIX nutriendo a la creciente clase proletaria. Con los nuevos métodos de cultivo, variedades de siembra, modernas tecnologías etc, hoy día puede considerarse como el cuarto cultivo alimentario, en volumen, del mundo. En nuestro entorno su cultivo se generalizó en Álava, curiosamente con patata de siembra traída desde Irlanda a finales del XVIII. En Navarra, hasta la segunda mitad del XX, se cultivaba casi exclusivamente en pequeñas producciones destinadas al autoconsumo. Pero, como vamos a ver, la patata tiene otras propiedades y usos además del alimentario.

Las células de la patata contienen abundantes granos de almidón. Una vez machacada y liberado el almidón de sus células, se somete a un lavado, decantado y secado para convertirse en un polvo blanquecino, la fécula de patata. Esta técnica ya conocida desde hace centurias por los andinos, llegó a Europa pocos años después de la propia llegada de la patata. La fécula o almidón de patata tiene hoy mucha utilidad en gastronomía y en especial en pastelería pero, como vamos a ver, sus usos son y han sido diversos. A finales del siglo XIX la mayor parte de la fécula se usaba para dar el necesario apresto a los tejidos, tanto en su forma pura como transformada en dextrina, aunque también se utilizaba mucho en la fabricación de pastas alimenticias para sopa. Otros usos importantes son la industria del papel, adhesivos, gomas, curtido de pieles e incluso en la siderurgia. En aquellos años el consumo de almidón en el estado español rondaba las dieciocho mil toneladas anuales, fécula que debía importarse principalmente de Holanda, Alemania y Rusia en donde se producía en numerosas aunque pequeñas factorías. Además de la patata, también se podía obtener fécula -aunque nunca se hizo como actividad industrial- del maíz y de las castañas.

Como es bien conocido, la economía de Navarra en esas últimas décadas del siglo XIX estaba basada, prácticamente en exclusiva, en el sector agrícola y ganadero. Además sus principales productos de cultivo estaban sumidos en una profunda crisis, la vid debido a las temibles plagas del oídio y la filoxera, los cereales y el olivo por la competencia de otras zonas peninsulares. En ese contexto, llegó a nuestra ribera y zona media, el novedoso cultivo de la remolacha con destino a la producción de azúcar. La creación de las dos grandes factorías de Marcilla y Tudela en los primeros años del XX, de las que ya se ha escrito en sendos reportajes de esta serie, supuso un importante cambio en los cultivos y un gran impulso al desarrollo industrial de Navarra, paliando en buena medida la crisis citada. Pero al cultivo de la remolacha le iba a llegar pronto un competidor, la patata, con objeto de producir fécula.

En noviembre de 1903, el asturiano Antonio Ruiz Ribet y el navarro Eduardo López Eguía obtuvieron la patente para la producción de fécula y rápidamente se pusieron manos a la obra con la intención de instalar fábricas en Navarra, Burgos y León, lugares en donde consideraban mejor se iba a dar el cultivo de la patata. Reunidos varias veces con un grupo de inversores navarros en la sociedad de crédito y seguros La Agrícola de Iruñea, el día 22 de septiembre de 1904 decidieron constituir una sociedad a la que nombraron Compañía Nacional de Féculas y Dextrinas poniendo en circulación tres mil acciones de 5.000 pesetas. Estanislao Aranzadi y Juan San Julián fueron los comisionados para la redacción de los estatutos y escriturar la sociedad; la venta de las acciones fue casi inmediata. Los agricultores de la ribera y zona media enseguida fueron convencidos de que era un cultivo de regadío alternativo a la remolacha, más sencillo y que esquilmaba menos la tierra. Los años siguientes serían de estudios y valoración de la mejor localización de la fábrica para lo cual se barajaron varias localidades. El ingeniero agrónomo de la sociedad Carlos Goiburu indicó que la región de Lodosa, Cárcar, Andosilla, San Adrián, Alfaro y los pueblos riojanos colindantes eran muy propicios por la calidad de la tierra, suelta y muy favorable a una mayor producción. La patata a utilizar era de una variedad considerada como industrial, algo distinta a la habitual aunque también comestible. En Cadreita se realizó un ensayo que, aunque con simiente elegida, fue cultivada por el procedimiento al uso de los labradores de la zona. A pesar de haber sufrido una gran pedregada en pleno cultivo se recogió la nada despreciable cantidad de 3.500 kilos de patata por robada. Varias fueron las ciudades que se ofrecieron para ubicar la factoría, inicialmente se pensó en la capital, Iruñea, pero al final fue Lodosa quien se llevó el gato al agua. Además de por hallarse más cercana a las zonas de cultivo, su municipio ofreció gran cantidad de terreno de forma gratuita y toda el agua necesaria, a perpetuidad, para la instalación de la fábrica. En la fabricación de la fécula los requerimientos de agua son importantes y, además, esta debe ser limpia y de calidad. Por otra parte, la línea de la compañía de ferrocarriles del Norte, Castejón-Bilbao, pasaba por los terrenos cedidos y esta enseguida accedió a la construcción de un apeadero en el lugar. La estación ferroviaria iba a solucionar en gran medida el problema del transporte, tanto de la patata hasta la fábrica como, después, de la fécula y otros productos derivados hacia los puntos de destino.

Estos años de estudios y proyectos llevaron finalmente a la escritura de la Compañía Nacional de Féculas y Derivados el 24 de mayo de 1910. Se cambió ligeramente la denominación anterior, cambiando Dextrinas por Derivados ya que no solo se iba a producir fécula y dextrina sino también otros derivados como glucosa, gomolina o jarabe de fécula. Como primer presidente del Consejo de Administración se nombró a Agapito Goñi que falleció pocos meses después sin llegar a conocer el comienzo de la actividad, siendo sustituido por Abundio Irisarri. Como Director Gerente quedó nombrado Antonio Ruiz Ribet uno de los promotores iniciales.

En octubre de 1910 comenzaron los estudios topográficos y la redacción del proyecto, trabajo que se encargó al joven arquitecto estellés Matías Colmenares y solo un mes después se sacaron las obras a concurso, cuya dirección corrió a cargo del citado arquitecto. Era intención de la sociedad poder comenzar a trabajar tras la cosecha de 1911. La construcción de la fábrica requirió un permiso especial del Ministerio de Guerra español ya que, Navarra era considerada como de interés militar y ya entonces, como ahora, era “cuestión de estado”. La maquinaria se comenzó a construir en la casa Aston de la localidad alemana de Magdeburgo y los motores en Bruselas. La fábrica se instaló en el término de Coscojar en jurisdicción de Lodosa, ocupando entre todas las instalaciones, noventa y dos robadas, algo más de cincuenta mil metros cuadrados. La gran mayoría de los terrenos fueron cedidos, como ya habíamos comentado, por el Ayuntamiento de Lodosa aunque algunas pequeñas parcelas tuvieron que comprarse por la compañía a distintos propietarios del pueblo.

El edificio principal, la propia fábrica, ocupaba una superficie total de tres mil novecientos cincuenta metros cuadrados, dividido en varios pabellones, de ellos el principal o central de dos plantas y los demás de planta baja o solamente un piso. Dicho edificio estaba destinado a acoger toda la maquinaria necesaria para la fabricación de fécula, o sea, desde el lavado de la patata hasta la obtención de aquella. Junto a este edificio principal se construyeron grandes tinas de obra hidráulica para el depósito de la materia prima y de los productos finales o de desecho. Un edificio anexo acogía las tres maquinas de vapor que daban movimiento a toda la maquinaria con sus correspondientes dinamos y la chimenea de ladrillo para la eliminación de los humos. En la misma nave, aunque separada por un tabique, se encontraba una pequeña fragua y el taller de reparaciones. Otra construcción anexa de unos cuatrocientos metros se dedicaba a la desecación del producto residual, la pulpa de patata. Otros edificios más pequeños se dedicaban al alojamiento de trabajadores, casa de maestros, vivienda del administrador y guarda de la fábrica, un tercero dedicado a oficinas y laboratorio y por fin otro para fonda con su taberna, comedor y habitaciones correspondientes.

En una gran nave de mampostería y adobe se almacenaba la patata de siembra que luego se entregaba a los agricultores. Para febrero de 1911 ya se habían contratado cientos de hectáreas en la zona de Lodosa, Milagro, Cadreita o Caparroso y un agente de la compañía iba a instalarse en cada localidad para servir de interlocutor y apoyo a los labradores de la zona. Además de los contratos con los agricultores autónomos la propia compañía tenía varias fincas dedicadas al cultivo de la patata. Muy poco después comenzó a llegar la patata de siembra procedente de Hamburgo transportada en el vapor Balboa hasta el puerto de Pasaia y desde allí en el ferrocarril hasta Lodosa. Al frente de la explotación se encontraba el agrónomo Pedro Larumbe, especialista en este tipo de cultivo que, pronto se dio cuenta que algunas variedades de patata locales eran más ricas en fécula que las importadas de Alemania y Holanda que degeneraban pronto.

Simultáneamente el Ministerio de Fomento, como habíamos dicho, había concedido a la Compañía de Ferrocarriles del Norte la construcción de un apeadero junto a la fábrica. El peculiar edificio fue construido en estilo modernista con una superficie en plano de noventa metros cuadrados, un piso y dos terrazas. En él se alojaban el factor y el guarda agujas al servicio del apeadero. Desde el punto de vista constructivo poco tiene que ver con las estaciones que se hacían en la época, por fortuna todavía se encuentra en pie para verlo, aunque está en desuso y bastante deteriorado. La Diputación Foral, una vez más con el necesario informe favorable del Estado Mayor del ejército español, pudo construir la carretera que unía Lodosa con el apeadero y este con la localidad riojana de Alcanadre. Fue luego el propio Ayuntamiento de Lodosa el que solicitó que la estación-apeadero fuera considerada como la Estación de Lodosa ya que la anteriormente utilizada estaba a casi 6 kilómetros del pueblo y mucho más cerca de la vecina Sartaguda. Así quedó nombrada la citada estación, como Féculas-Lodosa, nominación que ha permanecido hasta la actualidad. Una vez terminadas las instalaciones, la finca con sus edificaciones y maquinaria se tasó por un valor total de un millón seiscientos ochenta mil pesetas.

Con la recogida de la patata en el otoño de 1911 comenzó a primeros de año la actividad en la factoría que fue inaugurada oficialmente el 14 de marzo de 1912 con gran pompa y presencia de autoridades como era habitual en la época; la instalación de una industria era todo una acontecimiento en aquella sociedad casi exclusivamente dedicada a la agricultura. Capaz de trabajar hasta treinta mil toneladas de patata en los tres meses de cada temporada, la mayor parte de la producción de fécula, un 75%, iba destinada a Barcelona en donde la industria textil tenía gran presencia e importancia.

En 1919 la fábrica dejó la fabricación de fécula, al no poder competir con nuevas instalaciones en Catalunya que coparon el mercado, para dedicarse a la producción de abonos químicos, aprovechando la presencia de un importante depósito de sulfato de sosa en la cercana localidad de Alcanadre. También cambió la titularidad de la sociedad que, a partir de entonces, pasó a llamarse Sociedad Navarra de Industriales S.A. La nueva empresa iba a competir con la Compañía Navarra de Abonos Químicos que había iniciado su actividad en las cercanías de Pamplona en 1908. En 1962 ambas compañías se unieron para formar Inabonos, Industria Navarra de Abonos, continuando con la fabricación de abonos químicos en ambas fábricas. La planta de Orkoien cerró en el año 2000 siguiendo la producción exclusivamente en Lodosa. En los últimos años del pasado siglo se creó una agria polémica por la contaminación de las aguas de regadío de la vega lodosana a causa del depósito no controlado de productos tóxicos de desecho en las cercanías de la fábrica que causó gran malestar e indignación en la población. En 2007 la instalación fue comprada por la multinacional, de capital principal francés, Roullet y en la actualidad continúa fabricando abonos, hoy con el nombre de Timac Agro. Su sede social sigue nominándose como Barrio Féculas s/n. y de sus antiguas instalaciones solo se conserva la vieja estación de ferrocarril, aunque en desuso y, como decíamos, en estado de grave deterioro. En su fachada y en los documentos oficiales de Renfe sigue figurando como estación Féculas-Navarra. Como otros edificios de la época en el ámbito de la industria y especialmente por su peculiar estilo arquitectónico considero que es merecedora de alguna forma o figura de protección y por tanto su acondicionamiento y conservación.