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Bera: ‘Elegantia’, quinta virtud

El Ayuntamiento recuperó en 1983 las pinturas de la fachada de su edificio: las cuatro virtudes; pero en su interior, una quinta, es la Elegancia, la escalera de Rufino Prieto.

Bera: ‘Elegantia’, quinta virtud

Las actuales pinturas del ayuntamiento de Bera datan de 1983. En ese año, durante el arreglo de la fachada, aparecieron unos restos pictóricos. Basándose en ellas Julio Caro Baroja realizó unos bocetos para su reconstrucción. Fue el beratarra Juantxo Larramendi quien se encargó de recrear esas pinturas y devolverles su protagonismo. Se trata de trece pinturas murales: 4 figuras que representan a las cuarto virtudes cardinales (Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza) y 9 copones. Dos virtudes, la Fortaleza y la Templanza, ocupan los lugares centrales de los balcones de la 2ª planta. La Prudencia y la Justicia se sitúan más cercanas y visibles en el primer piso. Entre la 2ª y 3ª ventana se alza la Prudencia y entre la 4ª y la 5ª, la Justicia. La cuatro virtudes aparecen escritas en su lengua primitiva en latín de este modo: Fortitudo, Temperantia, Prudentia y Justitia.

Tanto las virtudes como las copas están pintadas en tonalidades ocres que van desde el cobre al siena de suave tostado. Las representaciones tienen un porte de alrededor de 1,50 metros de anchura en su base y una envergadura en altura de unos 3. Teniendo en cuenta que el edificio tiene una planta de casi 500 metros cuadrados (26 metros de largo por 19 de ancho) y que su lienzo principal luce cerca de 350, la ocupación de las pinturas murales suman una presencia algo más que principal: definitiva. En el centro del piso principal aparece un escudo barroco de piedra con las armas de villa. Larramendi (Bera 1917-2005), autor hace 30 años de las pinturas murales de esta casa, perteneció a la conocida como Escuela del Bidasoa y ha sido considerado como uno de los pintores más importantes de la pintura navarra del siglo XX. Sin embargo, estas pinturas neoclásicas (final del siglo XVIII) representan una curiosa singularidad en la obra del autor y en el catálogo decorativo del caserío vasconavarro.

La fabrica de esta casa consistorial barroca la comenzó a levantar Francisco Galardi en 1773. Fue inaugurada en 1776. De clara línea horizontal, presenta una fachada dividida en 3 niveles. El piso inferior es abierto y aparece articulado en torno a 6 arcos de piedra rebajados que descansan sobre pilares que arman un amplio y fornido pórtico. El cuerpo central y el superior mantienen a cada 6 aperturas en forma de balcones simples o corridos. La piedra de sillería en las esquinas hace de marco del edificio, mientras que el resto de fachada aparece enlucida en blanco. Se remata el edificio mediante una cornisa moldurada, también blanca. Sobre la misma discurre un alero cóncavo que soporta la generosa cubierta. En el centro del piso superior, aparece un escudo barroco de piedra con las armas de la villa.

El ayuntamiento se hace hueco en lo abigarrado del caserío y se asienta en plaza Herriko Etxea, salón vecinal y descansillo de la pendiente hacia el colosal templo de San Esteban.

Escalera de Rufino prieto Al hablar de este tan bello como peculiar hito patrimonial sería injusto el no destacar el corazón vertebrador de su vida: su magnífica escalera. Esta, en perfecto estado, fue construida y colocada por el vecino Rufino Prieto San Jorge, nacido en Figueruela de Arriba (Zamora) en 1893 y que de niño llegó a Arantza y Bera por el trabajo fronterizo de su padre. Prieto se casó con Teodora Tellechea Ordoqui y se asentó en la casa beratarra de Bidaburua. Falleció con 94 años de edad en 1987. Su serrería y carpintería, sita donde ahora está la carnicería Errotazar, fue la autora de esta escalera varios años antes de la Guerra Civil Española. Prieto, entre multitud de trabajos en la villa también armó la capilla del cementerio local, hoy en estado casi ruinoso. Una pena. Un escalera que por su elegancia y perfección manufactura, también por su tono caoba, se convierte, sin duda, en la 5º virtud del lugar: Elegantia.