lumbier - Nada más asomarse a la impresionante Foz de Lumbier, Aiora Armendariz Huerta, de 21 años y finalista del Conquis -El Conquistador del Fin del Mundo, ya mítico reality de EITB que acaba de poner el broche a su 14 edición- es inmediatamente reconocida, recibiendo la felicitación de los dos primeros turistas.
Agradecida, la vecina de Lumbier les invita a conocer la foz: “Tenéis que llegar hasta el final, pasar los túneles, hasta el Puente del Diablo”, propone. Contenta y en su salsa, encaramada a la roca, contempla la vegetación y el río, escenarios familiares de la aventura vivida en el Caribe salvaje gracias a un programa del que desgrana su experiencia. El lunes 28 se emitió la final y ayer por la noche le tocaba el turno a la gala para conocer al favorito del público.
Estudiante de IVEF (Educación y Deporte) en Vitoria-Gasteiz, Armendariz es la segunda más joven de las 30 personas que participaron en la aventura, y ha sido conquistadora y campeona en varios aspectos aunque no haya ganado, según se puede extraer de sus palabras.
Deportista innata, viste y se mueve como tal, intercalando euskera y castellano en sus expresiones a la manera natural de quien domina las dos lenguas, y recuerda que era una adolescente cuando se enganchó al programa allá por su octava edición. “Disfrutaba viéndolo y según crecía cada vez me picaba más el gusanillo”, expresa.
Hace dos años se decidió. Envió un video individual al casting, pero no le seleccionaron. El año pasado lo hizo conjuntamente con su hermano Eñaut, dos años menor que ella, con el que comparte pasión por el deporte. Pero su billete para El Conquis lo logró en septiembre, tras quedar segunda clasificada y primera mujer en el reality Izan Invictus, de la misma cadena. Gracias a su papel logró pase directo y 2.000 euros, que invirtió en sus estudios, así como una estrecha relación con Seleta, el ganador en la gran final de Andorra.
Había logrado su sueño de ir al Conquis y, además, con compañero de viaje. Compartió edición también con otro navarro, José Antonio Ullate, Tutan, de Murchante.
Durante ocho semanas de duros entrenamientos y de superar pruebas y desafíos, Armendariz ganó preparación y llegó en plena forma. Conoció al que sería su equipo el 23 de octubre en la primera reunión en Lakua, desde donde partieron a Madrid y de la capital a Bogotá. Tras dos noches de descanso en un resort, en la madrugada del 26 empezó la aventura.
AL LíMITE
Comenzaron 30 participantes repartidos por colores en tres equipos conformados por una decena de ellos. Ella vistió el verde, con seis chicas y cuatro chicos. “Ha sido una edición marcada por mujeres y en nuestro caso, todo el equipo euskaldun, hasta el capitán”, dijo. Diez días después, estaba entre los cinco finalistas. “Tras una primera fase grupal en la que se me vio mucho y destaqué por la fama de encontrarme en muy buen estado después de Izan Invictus, pasamos a la unificación, en la que cada uno lucha ya por salvar su culo”, resume.
Su relato es largo y detallado: emociones fuertes, gente muy preparada que tuvo que abandonar por las duras condiciones, comer y dormir poco... “Había que dosificar el kit de comida y dormíamos en un charco de sudor para que no nos picaran los mosquitos. En estas condiciones extremas era vital superar pruebas y volver al “campamento rico”, explica, y añade que la aventura en plena naturaleza “te ayuda a conocerte y a encontrarte a ti misma. No todo el mundo va a ganar, también es una oportunidad de conocer tus propios recursos y aprender a convivir cuando estás al límite”, asegura. Y qué duda cabe que es duro. La joven admite que lo pasó mal. ¿Cómo olvidar la angustia en el pozo a 5 metros de profundidad sin poder alcanzar la luz? Aiora se había dicho de partida a sí misma que iba a ganar y que no abandonaría pasara lo que pasara. Se veía con fuerza y se iba salvando.
Ganar un duelo y consolar a la rival que pierde, humana y serena demostró que sus objetivos no le despojaron de sus valores esenciales. Celebró el triunfo de Eider. “Se lo merecía”, sentencia. Fueron diez días que le hicieron famosa en las redes, en Gasteiz, y reconocida en su pueblo. Volvió feliz, aunque con 8 kilos menos, y realista: “El momento pasará, pero ha significado mucho para mi. Me ha servido para madurar y ser más organizada, para planificar mejor mi día a día. Animo a todo el mundo a que se apunte: poder disfrutarlo ha sido un premio”. Al cierre de este reportaje, Aiora todavía podía ser favorita del público.