Síguenos en redes sociales:

Exploración entre el deporte y la ciencia

Sakon Espeleología Taldea estrena rocódromo en Zulueta para practicar la escalada, una de las muchas disciplinas importantes para colarse bajo tierra

Exploración entre el deporte y la cienciaOSKAR MONTERO

zulueta - Es un impulso que no pueden controlar. Ven un boquete en la tierra y allá que van. A gatas o arrastrándose por el suelo, hasta arriba de barro, excavando o picando piedra durante horas si detectan una corriente de aire... Da igual. La cosa es explorar.

“Es un antiestrés mejor que el gimnasio, una droga muy sana. Entras en la cueva y se para el tiempo”, dice Mercedes Igeño, de la junta de Sakon Espeleología Taldea, club afincado en Zulueta (Valle de Elorz) integrado en la Federación Navarra de Espeleología. “Es verdad. Si tienes un problema, te metes en una cueva y se te olvida. Y es alucinante lo rápido que pasan las horas ahí dentro”, confirma José García, también de la junta.

“La principal virtud de nuestro deporte es que es organizativo, colaborativo. No es competitivo porque solo no llegas a ningún sitio. Y siempre con la naturaleza como escenario de fondo”, añade Óscar Sicilia en defensa de la espeleología. Su club Sakon acaba de estrenar un rocódromo para practicar la escalada artificial -y enganchar de paso a los niños a esta actividad como extraescolar-, una de las muchas disciplinas deportivas que abarca la espeleología, además de la escalada deportiva, el senderismo, trekking, barranquismo, espeleobuceo y vías ferratas.

La novedad supone una excusa perfecta para indagar sobre una afición poco común, a caballo entre el deporte y la ciencia. “Es un mundo muy desconocido y somos muy pocos porque no se le ha dado mucho bombo. La diferencia con cualquier otra actividad de montaña es el gusanillo explorador. Uno tendrá el afán de subir 8.000 metros hacia arriba. Nosotros queremos encontrar sitios nuevos y aprender de ellos, documentarlos, entenderlos...”, concreta Andoni Gallardo, dibujante y topógrafo del club.

orígenes y hallazgos “Esto empezó como un club de amigos que decidió juntarse para hacer barranquismo, espeleología... cada vez se apuntaba más gente, nos lo íbamos tomando en serio y dijimos, ‘¿por qué no hacemos un club?’” recuerda Óscar. De eso hace dos años y ahora son alrededor de 70 federados. “Hemos hecho tres secciones: escalada, barranquismo y espeleología. Pero nuestra razón de ser son las cuevas. Vivimos para hacer salidas los fines de semana y buscar algo interesante; restos, pinturas... y salen cosas”, dice José García.

“La exploración es lo más importante de la espeleología, descubrir cosas nuevas. Pisas sitios vírgenes en tu propia tierra. Somos muy respetuosos, intentamos balizar por donde pasamos y tomamos muchas precauciones. Es peligroso y a la vez muy emocionante”, continúa.

Por ejemplo en la foz de Arbaiun, después de que unos compañeros desobstruyeran una cueva y encontraran unos carbones, en Sakon cogieron el testigo -de ahí la vertiente colaborativa de la espeleología- y siguieron estudiando esas pinturas. “No somos científicos, pero nos gusta. Y sacamos que podía tratarse de una cierva”. Después se acercaron arqueólogos del Gobierno de Navarra, encontraron cerámicas, más pinturas... “y va a ser seguramente la primera cueva en Navarra con yacimiento arqueológico y arte rupestre de la edad de bronce”, dice.

Han encontrado otro yacimiento “importante” en el valle de Erro, zona a la que están prestando especial atención. Allí también ha ido el Gobierno de Navarra, “con huesos a los que se les ha hecho la prueba del Carbono 14 y en breve dará resultado. La espeleología no es solo visitar cuevas, muchas veces supone colaborar con el patrimonio histórico, en este caso de Navarra”, añade Óscar. “Esa colaboración es muy bonita. Los arqueólogos también sienten que somos su mano derecha, sus tentáculos. Nosotros detectamos algo y ellos vienen y lo estudian”, argumenta.

Hay más. Le pegan a la topografía, aumentando poco a poco y bajo tierra “el territorio navarro”, trabajos que les ayudan, por ejemplo, “a conectar simas con cuevas”. Colaboran también en bioespeleología capturando muestras de especies diminutas que se filtraron en el subsuelo hace millones de años y ahí siguen ajenas al sol o al viento. “Esa parte científica la estamos ofreciendo a los niños, que son los que más disfrutan”, concreta Óscar. Y andan detrás de un caracol microscópico que ya ha aparecido en la CAV y Asturias. Cuando la versión foral de este molusco salga a la luz “le tendrán que llamar zospeum navarricum”, dice.

En definitiva, defienden la espeleología como una sola cosa y muchas al mismo tiempo. “Y todo lo que tiene de cansado, sucio, barro... lo tiene de bonito y agradecido. Hay sitios alucinantes ahí dentro”, dice como invitación final para colarse bajo tierra Andoni Gallardo.