pamplona - El taller rodante de Juan Alonso, vecino de Aizarotz (Basaburua), limita al sur con Pamplona y al oeste con Tolosa, por la carretera vieja dirección Donosti. Más o menos 45 kilómetros a la redonda provisto de una desmontadora neumática con aire a presión, una equilibradora y tres gatos para otros tantos cacharros a motor: furgoneta, todoterreno y turismo.

Juan trabajaba en un taller de neumáticos de Pamplona hasta que hace dos años “me surgió la oportunidad de coger esta furgoneta porque el chico de Betelu que la llevaba traspasaba el negocio”. Y de momento la apuesta para ruedas y repara pinchazos (hasta camiones de 3.500 kilos) allí donde le llamen, le ha salido bien. Para empezar, porque “he ganado en horario familiar. Nunca había trabajado de autónomo, y a no ser que el cliente tenga una hora concreta, tú te organizas”. Además, el taller funciona. “No cobro desplazamientos, es como en un taller normal. Y el que prueba se queda contento. Lo bueno es que son neumáticos a domicilio y sin esperas, y eso da más opciones; puedes estar trabajando, haciendo deporte, tomándote unas cañas... lo que te de la gana. Marcas una hora, yo voy y te cambio los neumáticos. Eso sí, antes me tienes que dar uno o dos días de plazo para recibir los neumáticos”, explica.

La clientela de Alonso es variada. Abarca desde alguna flota de furgonetas de empresa a taxistas, pero sobre todo atiende a particulares. “Gente que te dice ‘oye, vente a Lekumberri y cámbiame los neumáticos mientras estoy trabajando’. O mujeres que están trabajando en su caserío y mientras tanto les cambio las ruedas. Me muevo mucho por todos los valles de alrededor; Larraun, Basaburua, Imotz... Y sobre todo en Betelu. En estos pueblos hay muchos caseríos y gente que vive en el monte, y me llaman en vez de desplazarse ellos a Irur-tzun, Tolosa o Pamplona”.