pamplona - “Estos premios sirven para que la gente conozca la gran labor social que realiza el ONCE. No solo en apoyo a personas invidentes sino todo un trabajo en favor de la inclusión personas con discapacidad y con menores”, destacaba ayer Josefa Márquez Sánchez, elegida como la mejor vendedora de la ONCE del año 2018 en el ámbito de la Delegación Territorial de Navarra. Con este galardón, la organización quiere reconocer anualmente el esfuerzo de los trabajadores dedicados a la venta responsable de sus diferentes productos de juego.

Josefa Márquez, vendedora con discapacidad visual, se dedica a esta labor desde el 9 de marzo de 2015. En la actualidad, realiza la venta en el kiosco de la avenida de San Ignacio, 6 de Pamplona.

Conocida como Pepi, es una reputada cocinera que regentó un bar junto a su marido. Josefa Márquez hizo que su punto de venta, un kiosco, pasara de estar a punto de ser eliminado como tal a convertirse en la actualidad en uno de los puntos de venta más rentables.

Josefa Márquez, junto a los otros veintidós vendedores seleccionados de todos los puntos del país recibieron los correspondientes galardones, hace unos días, en el transcurso de una cena de gala celebrada en Madrid, en la que estuvieron acompañados por los máximos responsables de la organización. Además de la gala, los premiados pudieron disfrutar de todo un fin de semana de convivencia y compañerismo, en el que hubo tiempo para una visita guiada por el Madrid Del Vanguardismo del Siglo XXI al centro histórico de la ciudad; asistencia a un espectáculo cultural; almuerzos y cenas de convivencia; y tiempo libre para su propio disfrute. En Navarra, la ONCE cuenta en la actualidad con una red de 172 vendedores, todos ellos personas con discapacidad. La ONCE y su grupo social son un agente activo en responsabilidad social corporativa; lo son como operador de juego responsable; como impulsor de la igualdad y por la actitud ética de la organización y de sus trabajadores.

“He trabajado toda la vida”: Pepi, de 53 años, casada y madre de dos hijos de 16 y 22 años, comenzó a trabajar a los doce años vendiendo periódicos en un puesto que su padre regentaba en los porches de la plaza del Castillo. Más tarde, ella y su marido sacaron adelante dos locales de hostelería, el bar Alegría en Barañáin y el mítico Anduriña en la avenida Zaragoza donde “cocinaba buenas rabas, fritos y raciones de pulpo”. Quizá sea por esa capacidad de trabajo, esfuerzo y entrega que en apenas cuatro años ha conseguido remontar un kiosko que apenas tenía actividad. “Lo iban a cerrar y ahora está funcionando bien”, reconoce con orgullo.

Su infancia transcurrió en la calle San Antón y la ciudad la conoce al dedillo. Su discapacidad visual (no es invidente) no le ha impedido superar muchos obstáculos y, reconoce, “la ONCE ha sido siempre un gran apoyo y lleva afiliada desde hace 20 años”.

Pepi disfrutó de lo lindo de su premio: un fin de semana con su pareja con todos los gastos pagados y visitas culturales para todos los galardonados. “En realidad la mejor recompensa es saber que este kiosko está siendo rentable. Porque además la gente es maravillosa”. En estos 4 años ha repartido muchos premios, el último fue un rasca de 10.000 euros. Para este día del padre se ha vendido “mucho”, reconoce. “Insisto, vendemos ilusiones cada día pero lo más importante es la labor social que desarrolla la ONCE y que la ciudadanía apoya cada vez que se compra un cupón”, subraya.