El claustro de la catedral de Pamplona está considerado como una de las mejores muestras del gótico de influencia francesa. Siempre asalta su imagen para considerar y recomendar una obligada cita con el patrimonio navarro. Comenzó a construirse en 1280 por su lado norte. A partir de 1325 se fueron construyendo los tramos de occidente. La fábrica quedó finalizada con la decoración flamígera y el sobreclaustro en torno al año 1500. Así que la erección de este maravilloso hito pamplonés se extendió durante unos 220 años. 520 años después ahí sigue. Y lo hará muchos años más gracias a las distintas labores de restauración y mantenimiento a la que se ha visto sometido. Sin duda, la más integral e importante ha sido la afrontada en los tres últimos años.

LA PRECIOSA, RESTAURADA Hace pocas fechas la Puerta Preciosa se quitó el velo para regresar acicalada con científica y moderna mesura; volviendo a respirar el cautivador y solemne sfumato de la galería catedralicia. Esta bellísima portada es la más joven del claustro. Adquirió su nombre de Puerta Preciosa o Pórtico de la Sala Preciosa, como se le menta en reproducciones gráficas francesas del siglo XIX, a través del salmo que los canónigos cantaban al acceder por ella a sus dormitorios: Preciosa in conspectu Domini, mors sanctorum eius, en alusión a que Dios acoge a sus fieles tras la muerte.

Su modelo artístico más avanzado y al mismo modo que la Capilla Barbazana, hacen datar su construcción entre 1350 y 1360. Su autoría no está clara, pero bien podría tratarse el maestro Guillermus Inglés o a algún otro artista formado en su taller. Está abocinada por dos arquivoltas mayores y otra baquetonada en el centro, que acogen dos series de figuras con ángeles y vírgenes bajo doseletes. El tímpano queda compartimentado en cuatro partes horizontales que recogen un total de doce pasajes sobre María: Abajo, cinco escenas enmarcadas en arquerías góticas (un ángel le anuncia su partida del mundo terrenal; María se lo dice a sus parientes; llegada de San Juan con el Espíritu Santo; María le muestra su mortaja a San Juan; y San Juan habla de la partida de María con San Pedro y San Pablo. En el segundo piso hay otras cinco escenas sin disociar en las que María habla con los apóstoles y las tres mujeres que le ayudan a preparar su cuerpo para el entierro. Sobre una línea de nubes aparece la escena principal: la Dormición de la Virgen, en la que, a la derecha, también aparece un sacerdote judío y varios soldados intentando profanar el sarcófago. A la izquierda, en pasaje paralelo, María aparece entregando la palma del triunfo sobre la vida a los apóstoles.

Un claustro espectacular que recupera su valor. Y una cautivadora puerta que habla con preciosidad.