berriozar - “Como si fueran las rebajas de El Corte Inglés o el Black Friday: la gente entra corriendo para ser el primero. Y antes de abrir, a las diez de la mañana, por lo menos hay 70 personas esperando”, revela Rakel Irizibar, responsable del rastro de Traperos de Emaús en Berriozar. Un espacio de 1.500 metros cuadrados inaugurado hace apenas un año -el pasado octubre- que consigue congregar, cada sábado, a cientos de personas que buscan entre los diferentes mostradores y áreas que se reparten por el recinto, de dos pisos, auténticos chollos. El caso es que casi siempre los encuentran.

“Lo que más vendemos, sin duda, es ropa. Muchísima ropa. Es lo más barato, y algunos sábados incluso hacemos 2x1. También mucho tito, cuadros, menaje de hogar, juguetes, ceniceros, cacharros, adornos?”, señala Irizibar.

El tirón de lo vintage se ha dejado notar en este curioso rastro que conserva, repartidos de manera casi desapercibida, pequeños tesoros, muchos de ellos demandados incluso por gente de fuera. “La parte de tito especial ha ido poco a poco pero en verano también vienen muchos franceses y algún inglés, y se llevan cosas. Éste mercadillo de segunda mano será de los más grandes de Europa, junto a los de Francia, y seguro que el más grande del Estado”, valora.

Cuentan con clientela fija, que acude todos los sábados -abren de 10.30 a 19.30- y “muchos jóvenes. Se ha creado muy buen ambiente, no sólo de comprar. Algunos vienen al taller de reparar y luego se pasan por aquí, otros se sientan en el espacio de sofás para leer los libros... Estamos muy contentos porque la respuesta está siendo muy buena, y en verano se está notando muchísimo”.

Criba mejorada Un sábado flojo pueden despachar hasta 350 artículos, cantidad que se llega a multiplicar por dos un día bueno. “Estamos haciendo una selección muy fina de todo lo que entra, así que sale todo muy bien, seminuevo. Ha mejorando mucho la calidad de lo que sacamos, al principio teníamos menos cuidado pero veíamos que se acumulaba. Ahora la criba es más selectiva y de lo que se saca, vendemos casi todo”.

Los primeros, dice Irizibar, suelen llevarse frigoríficos o lavadoras, “que es de lo que menos tenemos. Y los zapatos, sobre todo los de hombre, se agotan a la primera de cambio”. - V. Urieta