villava/atarrabia - Está en ellas. En las mujeres mula de Melilla que cruzan, a diario, el estrecho pasillo de 50 metros que separa Marruecos del Estado con un fardo de hasta 80 kilos a la espalda. Está, también, en el particular peregrinaje de los migrantes americanos que circulan entre Zimbabue y Sudáfrica, y en la crudeza y la realidad de todos esos personajes sobre los que arroja luz en sus documentales. En todas esas invisibilidades que, con su trabajo, hace visibles. Itziar García Zubiri ha rodado en cerca de 30 países pero asegura que siempre regresa a su Villava natal porque es donde comenzó todo. Nunca se ha perdido sus fiestas y ayer el Ayuntamiento quiso, además, rendirle homenaje en el marco de un trabajo que ha estado siempre marcado por la igualdad, por la conciencia de género, en un mundo masculinizado en el que se ha abierto paso y en el que, a sus 38 años, ya se ha hecho un nombre.

La directora de Producción de Arena Comunicación confesaba ayer que siempre ha tenido claro que quería contar historias. Le gustaba ver cine, algo que le inculcó Asun, su madre, y aunque comenzó por la ficción pronto se dio cuenta de que lo que realmente le movía era la realidad. “Cuando me comentaron lo del homenaje lo primero que pensé es que era algo que se hacía para personas de 80 años, con muchas cosas hechas”, bromeaba, reconociendo que, muchas veces, “miramos más los huecos de nuestra estantería de la vida que los libros que ya tenemos”. Se le hacía grande, dijo, pero agradeció inmensamente ese “espacio de reconocimiento” que le regaló ayer el Consistorio, en una cita que le permitió “parar, revisar y fijar” el camino recorrido.

Asegura tener la suerte de haberse criado con su hermano en igualdad y se sabe afortunada porque, dice, “te das cuenta de que miras el mundo de otra manera. Sobre todo porque te empiezas a fijar más en las cosas que nos hacen iguales y no tanto en las que nos diferencian”. De ahí nació su necesidad de ver más allá de las personas, de encontrar su esencia, “que es donde al final están las igualdades, y de ahí la necesidad de contar historias que igualan”.

Ella empezó “luchando un poco” en un mundo de hombres, ahora “en el puesto que normalmente ocupan más mujeres en el mundo del cine, que es la producción. Algo que normalmente está en la sombra -los directores son más visibles- pero yo siempre la igualo a la labor de una madre: en el rodaje, la primera que llega y la última que se va; la que está pendiente si pasa algo para solucionarlo; la que toma las decisiones y organiza, la logística que es a la vez psicóloga”.

Hace 11 años que se sumergió en el mundo del documental, después de haber experimentado con la ficción e incluso con los deportes -en El Día Después o Informe Robinson, entre otros- y ha ido poco a poco sumando tareas de guión. Son la sensibilidad, la empatía y la confianza en si misma los valores que componen el cóctel “para poder llegar a cada una de las personas y para poder llegar a donde he llegado”.

Los anclajes También ha vivido momentos duros, confesaba ayer, en los que tambaleó su confianza. “Y ahí es donde están los anclajes, la familia y todo mi entorno. Hubo un momento con una amiga -también de Villava- que fue muy importante para mí. Pensé que esto era demasiado: tantos países, estos temas, yo llevando el timón del rodaje en lugares con diferencias culturales que delegan a la mujer muchas veces en un puesto secundario... Iba a dejar la carrera y ella me regaló recopiló todas las historias que había contado durante mucho tiempo y eso me dio alas para seguir”.

Por eso, ayer y tras el reconocimiento -en el que Yadira Martín y Mikel Asiáin, desde el Ayuntamiento, leyeron un emotivo texto sobre la trayectoria de la cineasta y los motivos que llevaron a su elección- quiso incidir “en la confianza en una misma, en nuestras herramientas y posibilidades a la hora de mirar lo que hacemos y de darle valor”. Hay que salir, dijo, “a jugar el partido. Basta de ser árbitros, entrenadoras, de estar en el banquillo. Ahora es un buen momento, se están jugando muchos partidos y nos toca, a cada uno, hacer ese trabajo para que sean de equipos mixtos y se jueguen igual”.

Acaba de llegar de Barcelona, del rodaje de una película sobre una deportista que compite en categoría mixta y ha sido campeona mundial por primera vez; está a punto de estrenar Cholitas, en diciembre, sobre un grupo de mujeres bolivianas que salen por primera vez de su país para subir el Aconcagua “dejando a sus maridos, sus vidas y sus corsés” para hacer realidad su sueño y llegar “más arriba que los aviones, como dicen ellas”. Está también produciendo la segunda película de la directora navarra Marina Lameiro y acompañando como monitora a mujeres cineastas... Aportando en la igualdad, en sacar a la luz cosas que, muchas veces, permanecen ocultas. Poniendo el foco en lo invisible.