altsasu - La profesora e historiadora Kitz Mendiola Barandalla (Etxarri Aranatz, 1981) ha realizado una mirada feminista a los testimonios recogidos por alumnado del IES Altsasu en el marco del proyecto Gogoan, un material que recoge la vida cotidiana en Sakana durante la guerra civil y el franquismo. En virtud de un convenio, fue cedido por este instituto al Ayuntamiento de Altsasu para ahondar en memoria histórica. Por ello, el pasado año convocó una beca de investigación que fue concedida a esta profesora que ha puesto el foco en el juego y el ocio de niños y niñas así como de jóvenes en Sakana durante la guerra civil. Jolasa eta aisialdiaren begirada feminista haur eta gazteengan Gerra Zibila Sakanan es el título de este trabajo realizado en euskera, lengua que también quiere poner en valor Mendiola.

Con 350 entrevistas a mayores, un fondo recopilado durante 12 años, Kitz Mendiola debió acotar este material. Así, escogió el ocio y tiempo libre, uno de los cinco temas de las entrevistas. "Muchas de las personas eran niños y niñas o adolescentes durante la guerra, un tema al que se podía realizar una perspectiva de género", apunta esta profesora. Después realizó una primera clasificación con las personas que habían nacido en Sakana antes de 1939. El número se redujo a 104. Lo siguiente fue establecer tres grupos en función de la edad, de 18 a 11 años, de 10 a 5 y de menos de cinco, con diez testimonios de cada grupo, cinco mujeres y cinco hombres, de una forma aleatoria. Así, finalmente se redujeron a 30 las entrevistas. "Ha sido una experiencia muy interesante. He aprendido mucho", apunta esta historiadora.

A la hora de resumir las conclusiones de su trabajo, destaca que la generación de las personas entrevistadas no tuvo adolescencia. "Pasaban de la infancia a ser personas adultas. Acababan la escuela, la mayoría a los 14 años, y comenzaban a trabajar. Algunos incluso antes", observa. Así, aquellas niñas se convertían en mujeres, un tránsito en que dejaban de tener acceso al espacio público, sobre todo a los bares. "Cuando se les pregunta a las mujeres qué hacían en su tiempo libre, siempre hablan de bailar en la plaza. Las fiestas de los pueblos eran muy importantes. Eran más creativas. Bastaba con un acordeón para que todas se pusieran a bailar", apunta.

Asimismo, cuenta que estas mujeres relacionan la costura con el tiempo libre. Y es que las jóvenes acudían a dónde una modista a aprender a coser, un momento en el que se reunían con otras chicas, una válvula de escape en una juventud encorsetada en lo que casi todo estaba prohibido. Al respecto, Kitz Mendiola pone el foco en "la gran carga religiosa de aquella generación, aún mayor en las mujeres, sobre todo en lo que se refiere a pecado y culpa. "Las mujeres hablan de miedo mientras que los hombres no. No hablan de agresiones sexuales pero si de tener que escaparse o evitar ciertas situaciones", observa. "La represión del cuerpo en las mujeres también es mayor. Las mujeres no mencionan otros novios pero los hombres sí. Esos roles se institucionalizaron", incide.

HAMBRE Y MIEDO En lo que no hay diferencia de género es en los recuerdos de hambre, de falta de libertad, de abusos de poder, recuerdos comunes en hombres y mujeres. Y es que mencionan episodios de denuncias entre vecinos, de estar señalados, de miedo a hablar. "Todavía tienen miedo. Es una generación con un trauma social", observa. En este sentido, señalada que todos y todas sufrieron violencia, directa o indirectamente. "Algunos y algunas tenían padres, hermanos o familiares muertos en la guerra o fusilados. Tuvieron que pasar página para seguir adelante", apunta, al tiempo que señala que "todavía queda mucho por hacer en materia histórica".