pamplona/iruña - "Al entrar al bosque les taparon los ojos, todo era una gran sorpresa y su corazón saltaba de un lado a otro, emocionado. Después, sintió el frío del suelo donde la tumbaron. Algo se detuvo de pronto, se hizo el silencio, las mujeres les mandaron callar y las sujetaban; fue entonces cuando un dolor punzante en su entrepierna le atravesó dejándola petrificada. Algo se había roto ahí, en su cuerpo, y también dentro".

Cuenta Niara, de 14 años, que el origen de la mutilación genital femenina "sigue siendo un misterio desconocido" aunque en el siglo V ya era conocida en Egipto y practicada antes del matrimonio. Se extendió a África, zonas de Asia, etnias de la alta Amazonía y Australia. "No tiene relación alguna con el Islam ni base en el Corán, ni tampoco en otras escrituras sagradas. En el siglo XVIII, XIX y principios del XX era considerada una forma terapéutica para controlar la sexualidad de las mujeres y varias enfermedades -relata la niña-, preventivo de ninfomanía, masturbación y adulterio". Al fin y al cabo, una herramienta de control del cuerpo femenino.

Niara -que significa "aquella que tiene grandes propósitos"- va a un instituto de Pamplona, nació en la ciudad y siempre ha vivido en ella, aunque sus padres nacieron y se criaron en Mali. No es real, pero su personaje condensa un buen puñado de historias de mujeres guerreras que -como su madre en la ficción- han sufrido la lacra de la mutilación genital femenina. La pamplonesa María José Pérez Moracho le ha dado voz y vida en su libro Los mundos de Niara, un trabajo que ha llevado a cabo en colaboración con Médicos del Mundo, donde trabaja desde hace dos años, y que nace con el objetivo de concienciar y luchar frente a una realidad que, aunque aquí es todavía una gran desconocida, para muchas familias de África es un tema tabú.

El libro, que se distribuirá en centros escolares y bibliotecas públicas con el objetivo de intervenir en el ámbito educativo, se presenta hoy en Geltoki a las 18.00 horas. Un grupo de adolescentes leerá la historia Niara, en la que su protagonista relata "lo que su madre le ha ido contando sobre la mutilación genital femenina; sobre la importancia de la vida en comunidad de África, las costumbres y la cultura", explica la autora.

Pérez, que ha participado en otros proyectos como en el libro Guerreras, asegura que el arte le ayuda a interpretar. "A entender, a metabolizar. El libro ha sido una manera de investigar y de bucear en una realidad desde otra perspectiva, he aprendido y me ha enriquecido mucho", señala. También ha sido duro: "Sobre todo como mujer, porque te revuelve. En realidad es una violencia de género brutal. Pero ha sido un reto hacerlo en un tono que no resulte tan duro, como algo más accesible que ayude a la gente a entenderlo y a acercarse".

Trabaja desde 2003 en el ámbito de la intervención social y ahora, en la entidad, con mujeres africanas que le han contado su historia. "Algunas ni siquiera sabían que sus madres estaban mutiladas. Es un tema tabú, y por eso también hay que hablar de ello, formar en la prevención, en la educación y en la sanidad", valora.

Asegura que ha aprendido muchísimo y agradece la fuerza de esas mujeres que, unidas, se han contado entre ellas todas esas vivencias "y han compartido algo que a nosotros solo nos suena, porque no tenemos ni idea. Hay mucho desconocimiento, también sobre cómo pueden sentirse ellas porque no es algo sólo físico, es también emocional". Porque aunque parece una cuestión ajena, dice, "no lo es tanto".

Protocolo en Navarra El libro habla también sobre la prevención. Navarra cuenta desde 2013 con un protocolo contra la mutilación genital femenina "que tiene que ser conocido por el sector educativo, sanitario y social", explicaron ayer desde Medicos del Mundo, que trabaja desde 2018 con el Instituto Navarro para la Igualdad en un plan de formación en este sentido. Presentaron el trabajo junto a Pérez la presidenta de la entidad, Xandra Requiz Díaz; Fátima Djara Sami (técnica y mediadora); y Alexander Sergi Ondoa (del grupo masculino de trabajo).

La OMS estima, según indicaron, que hay más de 200 millones de mujeres que han sido sometidas a la mutilación en el mundo. En el Estado, donde más de 18.000 niñas están en riesgo de sufrirla, está tipificada como delito de lesiones desde 2003 y es castigada con pena de prisión de 6 a 12 años e inhabilitación de la patria potestad en el caso de menores.

"En 2019 se ha intervenido con 221 personas de la comunidad africana en Navarra, el 71.94% mujeres y el 28.06% hombres", afirmó Djara, que avanzó que hace un tiempo detectaron la necesidad de trabajar también con los hombres africanos con el objetivo de "informar, formar, sensibilizar y dotarlos de herramientas" para que no ejerzan la violencia contra las mujeres y también dar a conocer las leyes existentes en Navarra. Ese trabajo específico con ellos -aunque trabajan también con hijas e hijos de familias africanas asentadas aquí- fue premiado a nivel estatal. Ahora el reto es "formar y sensibilizar" también en las escuelas.