M iel-Otxin, Ziripot, Zaldiko, los Txatxos y los Herreros volvieron a tomar, como cada año, las calles de Lantz en el tradicional Carnaval Txiki, que inauguró estas fiestas que culminarán mañana al mediodía. Lantz se convirtió ayer en el epicentro del espectáculo en un derroche de colorido, nervios y emoción que protagonizaron los vecinos más pequeños. En una jornada sin horario, Ziripot ultima sus detalles en el desván de la Posada.

Tres personas confeccionan y cosen los sacos de heno y paja que cubren su cuerpo durante una hora y fijan la piel de jabalí en su espalda. Este año encarnó su figura Iker Torres Ciga, de 16 años. A su alrededor casi un centenar de Txatxos se preparan para la ocasión. Algunos solos, rodeados de sus cuadrillas y otros en compañía de sus padres y madres. Es el caso de Ibai Ciganda Oiz, de 5 años. Su madre, Maite Oiz, le ata al cuello un pañuelo florido y colorido antes de ayudarle a colocar el visillo y el imprescindible gorro lleno de telas moradas, naranjas, verdes, amarillas, rojas, rosas que rodean el accesorio.

Y, mientras Oiz termina de prepararse con rapidez y rodeada de ajetreo, el pequeño entre tanto salta de emoción. Por último, una escoba completa la indumentaria acompañada de vestimentas repletas de color y estampación floral.

Emoción Cuando quedan pocos minutos para salir la emoción está servida y decenas de niños corretean alrededor de las dos figuras de Miel-Otxin, el sonido de los cencerros y cascabeles inunda el ambiente y se asoman por la ventana para ver a los centenares de personas curiosas, entre locales y visitantes, que esperan frente a la posada la salida del Ziripot y toda su cuadrilla.

Al mismo tiempo, el Zaldiko, caballo fiel de Miel-Otxin que tira al suelo a Ziripot para proteger a su amo, se prepara en una de las esquinas del desván: cubierto en una estructura de madera en forma de "U" y una cola de caballo junto a un visillo sobre su rostro, Andoni Sarasibar, de 15 años se prepara para salir. El joven asegura estar "bastante tranquilo", ya es el tercer año que él es quien encarna la figura del Zaldiko, pese a la gran multitud de gente, que aguarda atenta frente a la posada.

A escasos minutos de las 13 horas, los Txatxos se aglutinaron detrás de la puerta principal, con ganas de salir y "ciriquear a la gente" con su escoba, explicaron Xabier Jubera de 10 años y Jon Irurita de 11. Los chillos se apropian de la atmósfera y se palpa la tensión momentos antes de que estallen definitivamente los Carnavales en Lantz. Unos Carnavales especiales que involucran a todo el pueblo, cuenta Maite Oiz y destaca: "Cada uno pone su granito de arena, son días alegres en los que vivimos el carnaval desde dentro".

Finalmente, se abrió el portón y el cortejo salió, con los Txatxos hostigando a derecha e izquierda con sus escobas a los centenares de personas que acudieron a la celebración. Miel-Otxin fue balanceado de uno a otro lado al ritmo que marcó la música de los txistularis durante la kalejira mientras el Zaldiko en sus idas y venidas tiraba al suelo a Ziripot con gran seguridad, en una jornada marcada por el buen tiempo. El itinerario, fijo desde hace años, imita al programa del día grande, que tendrá lugar mañana, para los adultos.

El recorrido terminó en la plaza en donde, tras colocar a Miel-Otxin en el centro, los disfrazados bailaron el conocido Zortziko ante la presencia de centenares de personas, todos testigos de lo ajusticiados que fueron los txatxos con Miel-Otxin. El Carnaval de Lantz está considerado como una Fiesta de Interés Turístico de Navarra que como cada año, comenzó con el Día del Niño el domingo anterior al miércoles de ceniza.