ola, personas, ¿seguís ahí?, ¿todos?, no sea que con esta alarma social que tenemos no bajéis ni a por el periódico. Esta semana, chunga donde las haya, la recordaremos durante toda la vida; es de esas fechas que siempre recuerdas, ¿dónde estabas cuando el hombre llegó a la luna?, o ¿dónde estabas cuando cayeron las torres gemelas?, todos lo recordamos, yo contestaría a la primera en Ezcaroz y a la segunda en Zolina, y si dentro de 20 años me preguntan dónde estaba la semana que el coronavirus paralizó el mundo también lo recordaré.

La cosa es sería, de acuerdo, jamás hubiese pensado que yo me vería en una de estas, pero no contribuyamos con nuestra histeria colectiva a que lo sea más, prudencia y cuidados los que sean necesarios, histerias ni una, por favor, que me veo comprando papel higiénico de estraperlo. Quizá deberían imprimir la prensa en papel tisú por si fuese necesario.

Esta semana he sido alumno-paseante y he asistido a un interesantísimo curso que sobre el manejo del Archivo General de Navarra se ha impartido en el mismo.

La asistencia a este curso me obligó a pegarme tres buenos madrugones, lunes, miércoles y viernes y me proporcionó tres recorridos por la ciudad a esas tempranas horas que yo tan poco frecuento pero que son tan agradables.

El lunes y el miércoles la ciudad se veía bulliciosa repartiéndose cada uno a sus tareas, el sol acompañaba y una fresca brisa espabilaba las mentes que aun no habían despertado del todo. La Plaza del Castillo presentaba una iluminación geométrica que dividía la plaza en claro y oscuro, en un castizo sol y sombra, luciendo la parte de las escalericas de San Nicolás una luz y un color que la parte de Estafeta miraba envidiosa, ya me vengaré a la tarde, mascullaba.

La mañana del viernes ya fue otra cosa, la sensación era pelín angustiosa, parecía domingo, la Plaza del Castillo no contaba con más de una docena de personas y solo se oía el silencio, algún pajarillo y el rumor de la fuente del kiosco que ni siquiera tenía palomas, también se han quedado, prudentes, en su palomar.

Los dos primeros días bajé por Chapitela, con mucho trajín a esas horas, el tercero lo hice por Estafeta y dos camionetas eran todo su público. Llegué por Mercaderes a Navarrería y por la calle Dos de mayo he llegado estos tres días a mi destino. A aprender.

El primer día Peio Monteano, técnico superior de la casa, nos explicó el génesis, la historia y la actualidad del Archivo Real y General de Navarra, que tal es su nombre completo. En él, nos contó, se custodian 1.000 años de la historia de Navarra que comprenden sus tres grandes etapas históricas: el viejo Reino, el Reino integrado y la provincia.

Nos explicó el origen y procedencia de los fondos, de la importancia del fondo “Reino” como embrión del archivo, de los extensísimos fondos judiciales, y demás procedencias como clero, comptos reales, protocolos notariales, particulares, municipios etc., nos pormenorizó las fechas de creación, las de llegada al AGN y los contenidos de cada uno de ellos.

Una vez visto el contenido pasó a explicarnos el continente, el viejo palacio Real de la corona de Navarra que se vio a bocado a la ruina y que fue rehecho por Moneo salvando lo que se pudo, que fue mucho. Paseando por sus dependencias podemos encontrar en muchas zonas del edificio vestigios preciosos del viejo palacio entremezclados con elementos de arquitectura moderna y funcional muy bien casados; en el sótano podemos admirar la única estancia que ha llegado intacta a nuestros días, una cripta protogótica de solidas paredes cubierta por una bóveda de arcos fajones y nervaduras entrelazadas, su techo es el único original de todo el edificio.

En la esquina que da a las adoratrices se levanta una torre de 10 pisos que alberga todo el fondo del archivo en una locura de 40 kilómetros de estanterías; gabinetes, cámaras y salas preparadas para intervenciones técnicas ocupan el resto.

La segunda clase nos la dio Mirian Etxeberría y versó sobre el manejo técnico del programa informático que se utiliza en las búsquedas documentales. Muy interesante también pero pelín complicado traerlo a estas líneas. Ella a nosotros nos lo hizo muy ameno porque se le veía pasión en su explicación, dominio, horas y ganas metidas en ello. Gran comunicadora gestual con las manos.

De todo los que nos explicó os voy a dar un chivatazo que os va a gustar. Si ponéis en Google “Archivo abierto-navarra.es” y entráis en “buscador” tendréis acceso no a todo pero sí a mucho de lo que hay en el AGN y cómodamente desde vuestra casa podéis jugar a ser investigadores y… ¿quién sabe?, quizá descubráis que Carlos III no era hijo del II. La verdad es que el programa aun sin haber escuchado las explicaciones de Mirian es muy intuitivo y se puede navegar con un poco de “cabesa”.

El miércoles nos recibió Diego Val y nos contó todo lo referente al fondo de la Diputación Foral de Navarra. Interesantísima clase a cerca de la división de España en provincias y el nacimiento de las diputaciones. Nos habló de todo el fondo documental que la nuestra ha producido y produce. Extensísimas y amenas todas sus explicaciones, si estáis interesados el año que viene se repite el curso.

Cerró la jornada Maika Munarriz hablándonos del archivo de protocolos notariales. Esta es cosa poco conocida por el común de los mortales pero harto interesante. En los archivos notariales es donde podemos indagar las vidas de nuestros antepasados: testamentos, contratos matrimoniales, compra y venta de propiedades, repartos de viejas heredades, y un sinfín de actos sociales más que pasaron por las manos de un notario o escribano. Yo que durante años me dediqué a rebuscar en el pasado de mis ancestros, visité con frecuencia el antiguo archivo de protocolos que se encontraba en una bajera de la calle virgen del Puy, un día pedí un fajo de legajos perteneciente a un notario de Ochagavía buscando la fecha de construcción de una casa y , por casualidad, encontré que un antepasado mío del siglo XVIII llamado Leandro Argonz Mancho (Ochagavía 1789), abuelo de mi tatarabuelo, había disfrutado de “La sisa del aguardiente”, este momio le obligaba a que no faltasen en las tabernas del pueblo los vinos y licores que el ayuntamiento ordenaba y por cada gota de alcohol que los paisanos trasegaban a él le quedaba algo y tacita a tacita… El negocio debía de ser lucrativo ya que para conseguirlo hubo de poner su casa como garantía y eso se reflejó en el correspondiente documento notarial.

También nos explicó la historia de la institución notarial y de su evolución hasta nuestros días.

El viernes abrió de nuevo Monteano con una clase sobre los fondos judiciales que custodia el AGN y desgranó todos los palos de esa gran baraja que es el mundo judicial, un sinfín de tipos de justicia, realengo, señorial, recursos, instancias, articulaciones, probanzas, civiles, penales… y de gentes, alcaldes mayores, de Mercado, alcaldes ordinarios, juez de paz , juez de distrito… y todo un mundo complejo explicado con fondo y forma.

El curso debía de haber acabado con una visita al recinto pero las circustancias que todos conocemos han aconsejado su suspensión. Otro día será.

Y nada más, os deseo suerte a todos en esta semana que me temo difícil.

Besos pa’ tos.

Facebook : Patricio Martínez de Udobro

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