saba goza en general de buena salud y aunque de la villa roncalesa se ha dicho estos días que está libre de coronavirus, su Ayuntamiento recuerda la necesidad de seguir manteniendo las normas sanitarias para evitar contagios, a la vez que precisa que el hecho de que Isaba no esté contabilizado no quiere decir que no cuente con casos positivos en la localidad.

Con este fin el alcalde, David Baines, ha emitido un bando municipal para llamar la atención fundamentalmente de que no se puede bajar la guardia. "La difusión de la ausencia de casos en el pueblo había hecho que nos relajáramos y fue el propio médico el que creyó conveniente recordarlo", puntualiza el alcalde.

El hecho de que Isaba y Roncal se muestren como pueblos libres por los que el virus pasa de largo se debe exclusivamente a "que no aparecemos en las estadísticas oficiales, lo que no quiere decir que en domicilios particulares no se estén atendiendo posibles casos", explicaba el alcalde.

Recordar no está de más, recalcaba Baines, haciendo mención al contenido del bando con dos medidas esenciales y sencillas de llevar a cabo: guardar la distancia y practicar la higiene con el lavado de manos. "Nuestro médico insiste en estas dos principales cuestiones , y este es el principal mensaje que hemos querido transmitir".

Como en otras zonas rurales, en Isaba la atención primaria intensifica durante estos días las consultas y la asistencia domiciliaria, que ocupa buena parte de las agendas médicas. "Seguimos las coordenadas de la consejería de Salud, que pone el acento en la necesidad de mantener el confinamiento, la distancia social y el lavado de manos", recalcaban por su parte desde el centro de salud. Todas las medidas son pocas cuando se trata de prevenir y, en este sentido, el alcalde aceptó que miembros del Ejército desinfectaran en días pasados la localidad. Tras esta operación, se dirigieron a Roncal y Urzainqui. "En mi opinión, todas las medidas preventivas y sanitarias vienen bien" aclaraba.

En los cuarenta días de confinamiento, Isaba ha seguido rutinas similares a otros pequeños pueblos de los valles pirenaicos, en los que las imágenes del día a día no se han diferenciado mucho de las de su vida cotidiana de antes de la COVID.

"Es la imagen de cierta normalidad. Estamos acostumbrados a las calles vacías y silenciosas, así que no extrañamos tanto la situación. El movimiento es más o menos el de todos los días: unas pocas personas a la compra y las salidas a atender el ganado", describía el alcalde.

Lo que va más retrasado son las huertas, añade. " La norma es ambigua; unos pueblos traen planta y otros no. Si seguimos esperando, no haremos huerta, aunque la montaña siempre tiene un poco más de tiempo. Con responsabilidad individual se podría dejar trabajar", pensaba.

Durante este mes, sin la presencia de la vecindad de segunda residencia, asidua de fines de semana, reconocía el alcalde la dificultad para distinguir entre días laborables y festivos. "En esto si que se nota que estamos menos", apuntaba, así como la extraña Semana Santa que han vivido. "Son fechas en las que Isaba se llena de gente y costaba verlo vacío. Además, hay que tener en cuenta la afección brutal que han supuesto todas las cancelaciones en el sector turístico".

En el mismo bando recordatorio de mantener la prevención, se recogía la correcta forma de uso de las mascarillas distribuidas por la localidad. Se han repartido cerca de 400 elaboradas por un grupo de vecinas a las que un médico entregó la tela y ellas se ocuparon de conseguir la goma necesaria y confeccionarlas en sus casas.

"La respuesta vecinal ha sido impresionante desde el primer día en el que se creó una cadena de voluntariado que está funcionando muy bien", valoraba el mandatario.

La iniciativa fue del vecino Gonzaga Galán Anaut que se lo comunicó al Ayuntamiento al día siguiente de decretarse el estado de alarma. Este joven inquieto de 27 años se cuestionó desde la primera noche la manera de echar una mano en el pueblo. "Me puse a darle vueltas a buscar información de cómo podría hacerlo con las medidas de seguridad necesarias. También me preocupaba cómo se lo tomaría la gente", contaba.

Gonzaga Galán afronta esta experiencia vital con su aprobado en la mano en las últimas oposiciones de bombero y a la espera de empezar la academia. Inicialmente se apoyó en el grupo de Bomberos Voluntarios para crear el grupo de Whats App de Isaba. En 24 horas ya tenía 33 personas voluntarias de diferentes edades y 16 interesadas apuntadas en las dos listas elaboradas. El lunes 16 comenzaron a hacer los recados en las tiendas locales y en la farmacia de Roncal, la de Isaba está en obras.

En Isaba respiran aliviados. Había miedo. Días antes la campaña escolar llenaba sus calles con 350 niños y niñas cada semana, monitores y profesorado. "Será que no somos de darnos muchos abrazos y mantenemos las distancias en la calle -ríe Galán-. Se ha notado la responsabilidad social de no acudir los fines de semana. El voluntariado funciona de maravilla y seguirá funcionando durante un tiempo. Ahora nos toca a nosotros cuidar del pueblo y de nuestros mayores. Podemos y queremos hacerlo, Hay que devolver lo que nos han dado", sostiene el joven.

"Tenemos que mantener las medidas sanitarias y las distancias"

Alcalde de Isaba

"La gente de Isaba ha respondido genial para ayudar y cuidar al pueblo"

Vecino voluntario