- A pesar de la vorágine vivida en los días pasados, el relato de Juana Celay Rodrigo, médico de familia de la Zona Básica de Auritz-Burguete, llega sereno y cargado de reconocimiento.

La zona es extensa y comprende los valles de Erro y Aezkoa, Burguete, Luzaide-Valcarlos y Roncesvalles. A ella llegó como trabajadora en el año 2008 con plaza en el SUR (Servicio de Urgencias Rurales) y en 2014 pasó a la atención primaria en horario de mañana. Es una de esas médicos vocacionales de referencia en las zonas rurales. Ya lo tenía claro desde que se licenció en 1989 y eligió la especialidad de Medicina de Familia, que ejerce desde 1993. "Era lo que encajaba a mi objetivo, un trabajo a a pie de calle" , recuerda.

Oriunda del Valle de Jaurrieta (Valle de Salazar) vive en Espinal (Valle de Erro) desde hace 30 años. La doble condición de vecina y médico aumenta el conocimiento y cercanía a sus pacientes. El consultorio principal donde ejerce se ubica en Erro, su horario es de 8.00 a 15.20 horas. Atiende además, los consultorios auxiliares en núcleos menores y alterna consultas presenciales y no presenciales, guardias y microguardias. Incluye en su agenda las visitas diarias a la residencia de mayores Amavir-Ibañeta de Erro y la consulta de los jueves. El centro cuenta con 49 de sus 50 plazas ocupadas y sólo 6 personas autónomas, el resto sufre un importante deterioro cognitivo. Aunque es de gestión privada, como recurso público recae en ella también parte de la atención. Y todo, trabajo, carretera, problemas puntuales y preocupaciones, lo comparte con su compañera de fatigas, la enfermera Araceli Cerrada Gárate.

Tal vez fue en la residencia donde se hizo más notoria la llegada de la COVID-19, "que lo o cambió todo", recalca.

"La gripe llegó en febrero muy contagiosa y con mucha intensidad. Tomamos medidas de prevención. Tocaba hacer un plan de separación de espacios, higiene y aislamiento. En vista de aquello pedimos a las familias que no vinieran a visitarles y esto y el buen hacer de los trabajadores del centro dio fruto": ningún caso, apunta. Haber sabido compaginar recursos privados y públicos y la comunicación con el departamento de Derechos Sociales en lo relativo a la residencia y a las trabajadoras familiares, ha sido fundamental. "El aprendizaje de esta pandemia es que tenemos que estar comunicados".

Les dio tiempo a organizarse, pero no se han librado de la incertidumbre de las consultas por teléfono. "¿Cómo podíamos curar y evitar el contacto con los pacientes?. Tampoco de la tensión en el control de las visitas domiciliarias hasta que fueron llegando los EPIS, equipos de protección, sin poder hacer PCR... Ahora van haciendo su mapa de casos leves que se resolvieron en los domicilios. La propia demografía jugó a su favor. Pero si hay que poner algo en valor, la médico recalca el trabajo en comunidad.

En los pueblos pirenaicos están acostumbrados a trabajar en red, así que adaptaron la norma a su territorio e hicieron uso de sus costumbres. "Era un continúo ¿qué podemos hacer? Pequeños comercios, farmacias, bomberos, Mancomunidad, asociación de mujeres... han tenido una disposición ejemplar. Los pacientes han demostrado confianza a pesar de la distancia y se han preocupado por nuestra salud. Nunca devolveremos tanta gratitud", expresa.

La vida diaria de estos pueblos alejados de los servicios les hace ser resolutivos y pragmáticos. "No hemos sido muy castigados, pero nos ha tocado tomar decisiones tristes en momentos duros, de agobio y pena. Hubo días que fueron horribles. En momentos como aquellos, te cambia la visión de qué hacer con el paciente", expresa la médico, al tiempo que valora el apoyo moral de los compañeros.

Estas actuaciones y decisiones que han llevado a cabo durante estos dos meses han sido determinantes en los resultados y han evitado traslados a Pamplona con el fin de evitar riesgos añadidos.

"La atención primaria está en primera línea y tiene que estar en la toma de decisiones", asevera. Y ahora, cuando todo se serena, recuerda las bajas de compañeros y la implicación de sanitarios y sanitarias, pero pone el acento en la relevancia de que todos tenemos nuestro papel "y el de la población es fundamental, por que el éxito está en prevenir más que en salvar", concluye.