l tiempo parece que se ha detenido en el Parque Natural Urbasa-Andia, un paraíso para los sentidos y más ahora, en estos tiempos post covid. Sin problemas de distancias sociales, pronto se olvida la pandemia para respirar a pleno pulmón y disfrutar de la naturaleza, cada persona a su ritmo. Lo cierto es que hay dónde elegir, con parajes de ensueño para realizar senderismo, rutas en bici o a caballo y otras actividades como espeleología, orientación y escalada entre otras. Otra buena opción es la de descansar, disfrutar de la naturaleza en buena compañía a la sombra de las majestuosas hayas de la sierra y también al sol para aquellas personas que quieren coger color, con grandes espacio para los juegos de los txikis.

Fue el plan que eligió ayer la familia de Antonio, de Zizur, encargado ayer de la parrilla en una comida de cumpleaños en familia. Al otro lado del asador estaba Maite, de San Sebastián, que prefería Urbasa a la playa de su ciudad. “Hay mucha gente, aquí estamos mucho mejor. Iremos a la playa entre semana”, apuntó. Lo cierto es que esta donostiarra se declaraba una enamorada de Urbasa, que ya visitó la pasada semana, una vez se levantaron las restricciones de movilidad. También tenían ganas de volver Prontzio y Fátima, de Hernani, que aprovecharon este fin de semana largo por las fiestas de su pueblo para acercarse hasta el camping de Urbasa, un lugar fijo en sus salidas con su autocaravana en el que valoraban sobre todo su paz, al igual que Luis y Jone, de Bergara. De más cerca, de Zufia, eran Juanmi y Ainhoa, que acudieron con sus hijos Amaiur y Nahia a disfrutar de pequeños paseos y descubrir los otros habitantes del parque, los animales.

Sin aglomeraciones

Salidas más seguras

“Este año anda más gente”, apuntó Luis, de Helados Mendoza, empresa familiar que lleva acudiendo los fines de semana a Urbasa desde hace 36 años, una alegría frente al varapalo que ha supuesto para el negocio la suspensión de las fiestas de los pueblos, una parte importante de su fuente de ingresos. Y es que el turismo rural ha salido ganando con la crisis sanitaria, un destino sin aglomeraciones y por tanto, más seguro. Así, muchas personas no se lo piensan dos veces a la hora de responder a la eterna pregunta de playa o montaña. En un mundo lleno de ruidos, en esta sierra reina el silencio, roto por los sonidos de los cencerros de los animales, un lugar que invita a perderse para encontrarse, a mirar de otra manera, a parar el reloj y reconciliarse con la madre tierra. A pasear sin prisas por sus inmensos hayedos y pastizales, a detenerse a sacar fotografías y a observar con prismáticos la vida que transcurre alrededor.

Con una superficie de 21.488 hectáreas, el parque natural Urbasa-Andía se compone de cuatro zonas: Sierra de Urbasa, Sierra de Andia, Monte de Limitaciones y reserva natural del nacedero del Urederra; un espacio donde conviven en armonía los usos tradicionales de estas sierras y los nuevos usos asociados al disfrute de la naturaleza. Parte del Patrimonio de la Corona durante siglos, sus montes han mantenido un régimen de singularidad jurídica según la cual todos los navarros han tenido, desde tiempo inmemorial, derecho a llevar a pastar a sus ganados, hacer chabolas los pastores, y también al disfrute de leñas y maderas para sus necesidades básicas. Así, durante siglos, Urbasa-Andía, ha sido parte importante en la economía de los pueblos que rodean esta gran masa elevada situado a unos 1.000 metros de altitud, los pastizales más importantes de Navarra por su extensión, por la carga ganadera que soporta y por su valor ecológico. El pasado año acogieron un total de 38.827 cabezas de ganado procedentes de 339 explotaciones ganaderas de Navarra

Hace millones de años un gigantesco hundimiento tectónico que provocó la apertura de un gran pasillo entre las sierras de Urbasa y Andía. A caballo entre la Navarra atlántica y mediterránea, ambas forman un extenso Parque Natural al oeste de la Comunidad Foral

Estas sierras forman una barrera geográfica entre dos zonas bioclimáticas: la atlántica y la mediterránea, con gran variedad de vegetación, con tilos, robles, serbales, artes, fresnos, avellanos, tejos y boj entre otros árboles junto a las hayas, las reinas del parque.

En el corazón de Urbasa

Un remanso de paz

Según datos de la Dirección General de Turismo del Gobierno de Navarra, aproximadamente, 55.000 personas visitan el Parque Natural de Urbasa-Andia al año. Dos de cada diez se alojan en el cámping, en pleno corazón de este área protegida. Cuenta con 568 plazas, 500 de acampada y 68 en 14 bungalows de diferentes tamaños y a todo confort, completos este fin de semana y también del 15 de julio al 15 de agosto. “Con la crisis sanitaria de la covid-19 e ha movido más el turismo rural. Se viene con otra confianza”, apuntó Miguel Zozaya, director de este camping de tres estrellas. “Está enfocado a gente de montaña que busca la tranquilidad. Suelen ser personas madrugadoras que salen en bici o a andar. También hay muchas familias”, observó Zozaya.

Lo cierto es que desde que abrieron a finales de mayo no han parado, una actividad que agradecen después de meses cerrado, justo cuando iba a comenzar la temporada. Pero han aprovechado este tiempo para darle un repaso a las instalaciones, prepararlas para estos tiempos post coronavirus e instalar nuevos servicios de lavandería y puntos de carga para coches eléctricos. Y es que en este camping presumen de ser respetuosos con el medio ambiente. “Nos abastecemos principalmente con placas fotovoltaicas y contamos con un sistema de depuración del agua”, destacó Zozaya.

Sin grupos escolares en primavera en el albergue, con 83 plazas en total, la desescalada llegó en mayo. “El primer fin de semana nos sorprendió que hubiera tantas autocaravanas en Navarra”, apuntaba ayer. Después volvieron turistas de otras comunidades, sobre todo del País Vasco pero también de Madrid, Catalunya y Valencia. Ahora están deseando de recibir a su clientela europea, procedente sobre todo de Holanda y Bélgica y en menor medida, de Francia y Alemania. “Es un cliente que valora sobre todo la tranquilidad. Pero también que está a un paso de Pamplona, San Sebastián, Vitoria y La Rioja. Trabajamos muy bien y también en el restaurante”, observó. Abierto desde marzo a noviembre, trabajan de normal siete personas y en temporada alta una decena.