- Pequeñas y grandes, fijas y portátiles. En casas y en pisos. La venta de piscinas para domicilios, tanto desmontables como de obra, se ha disparado desde mediados de mayo en Navarra. El desconfinamiento ha coincidido con este boom alineado con la necesidad de disfrutar de un lugar seguro donde bañarse bajo el sol.

El miedo al contagio y la limitación de aforo en piscinas públicas y playas generó gran incertidumbre sobre cómo iba a ser la temporada de verano. Y las piscinas públicas o de sociedades han ido abriendo con medidas restrictivas. Lo cierto es que supermercados y tiendas especializadas ya han agotado gran parte de su stock.

La listas de espera ha convertido las piscinas en el nuevo papel higiénico antes, durante y después de la desescalada. Los supermercados y tiendas especializadas ya han acabado con gran parte de su stock y reponerlo, en la mayoría de comercios, supone un proceso lento e incluso complicado.

"Hace un mes podíamos recibir fácilmente solo por la mañana a unas 800 personas que venían exclusivamente a por piscinas", destaca Asier Nieto, trabajador del Leroy Merlín. "Todas las mañanas había avalancha de clientes porque las piscinas se agotaban en cuestión de minutos", añade. A mediados del mes de mayo, Leroy Merlín ya había incrementado un 350%. La venta de piscinas desmontables con respecto al mismo periodo del año anterior

La razón por la que la venta de estas piscinas se ha disparado en esta pandemia del coronavirus, según exponen los comerciantes e instaladores, tiene que ver con la inseguridad que ha supuesto poder cumplir todas las medidas recomendadas por Salud para la reapertura de las piscinas públicas. Se avecinaba un verano diferente, muchas personas que ya tenían reservadas las vacaciones al final no iban a poder irse o simplemente han decidido permanecer en sus hogares en las mejores condiciones posibles. "Están comprando hasta las más pequeñas para ponerlas en cualquier sitio, incluso en los balcones", reconoce Asier.

Sergio Cuevas, trabajador de la sección de Jardinería y Piscinas del Hipermercado E.Leclerc de Pamplona, asegura que todas las piscinas "se vendieron enseguida". "Estamos con poco stock apenas nos llega cantidad y se vende en horas", añade. El problema es que los propios proveedores de estos productos no cuentan a su vez con suficiente suministro de material porque las empresas con las que trabajan también han tenido que parar su actividad. Las hay grandes, rectangulares, de distintos precios y colores. En establecimientos como Eregui de Villava se venden como rosquillas. "La gente está pensando en las vacaciones que se van a pegar en casa y aprovechan para renovar el jardín", explica Rafael Errea, gerente de Toy Planet en Villava. "Hemos vendido en dos semanas lo que otros años se vende en la temporada de abril-agosto", añade. Rafael asegura que no se trataba de una moda de un modelo concreto, "se han vendido todas las piscinas de todos los tipos y colores".

También las piscinas de obra han visto dispararse las ventas. "Hemos percibido un aumento del 2.000% de construcción de piscinas respecto al año pasado", asegura Carmelo Zamarguilea, trabajador de Zamarguilea Integral Garten, una empresa dedicada la creación de espacios de ocio. Ana García y Javier Nuin fueron una de esas familias que se animaron a construir una piscina en su vivienda de Olite. "Llevábamos ya tiempo dándole vueltas y en el confinamiento ya nos decidimos", admite ella. "Hemos puesto la piscina sin cloro pero con sal que dicen que es más segura para prevenir el virus", subraya Javier.

Los productos de jardín, como tumbonas, barbacoas y pérgolas también tienen tirón. Con el uso de los espacios exteriores de las viviendas muchos han aprendido a disfrutar de esos lugares como nunca lo habían hecho. "El confinamiento lo hemos pasado de maravilla porque teníamos espacio al aire libre, realmente no lo habíamos valorado hasta ahora", destacó Ana Sanz, una vecina de Etxauri. "Casi ni hemos notado el confinamiento, no tiene nada que ver el tener un terreno con piscina a estar en un piso encerrado", señalaron Ileana Villar y Alberto Obanos.

Jesús Mari Zabaleta, de Piscinas Zabaleta Burgui (Noáin-Esquíroz), reconoce que los tiempos de espera se han disparado este año por el boom que se ha producido tras la pandemia. "La piscina portátil ha sido como el papel higiénico en los supermercados. Todo el mundo quería tener una en el jardín. Nosotros hemos tenido acceso a algunos modelos a través de proveedores pero no es nuestro mercado. Ahora bien, sabemos que hay rotura de stock prácticamente para toda la temporada de piscinas portátiles y es prácticamente imposible encontrarlas en internet o en centros comerciales", admite Zabaleta, especializado en piscina de obra y poliéster (prefabricada y más económica), además de reformas. En el caso de las de poliéster (prefabricadas), lo habitual es "dar un plazo de entrega de quince días desde que se formaliza el pedido. Este año estamos en cinco semanas. Los fabricantes están desbordados", admite. El problema es que muchas familias se han decidido por una piscina en condiciones y lo han hecho después del confinamiento y a estas altura de la temporada es difícil poder aprovecharlas este mismo verano. "Desde que te decides a poner una piscina hasta que la ves colocada igual en otras temporadas podían ser tres semanas o cuatro como mucho, y ahora hay que esperar unos dos meses", subraya. "Se procura coordinar todo para que uno o dos días antes esté la excavación, luego llegue la piscina, se coloca, se hacen los acabados...". De este modo se ahorran plazos sin olvidar que, además de la obra, hay que pedir las licencias oportunas.

"Teníamos algún cliente cerrado de antes de la pandemia, ahora lo que se han movido muchísimo son las solicitudes de presupuestos pero por los plazos, ahora en junio, pocos se han animado", insiste. El sector no para. Desde peticiones de reforma de piscinas que no se utilizaban en el pueblo o en la sociedad desde hacía años, piscinas fijas para segundas residencias... En primeras y segundas viviendas, en la Comarca y en los pueblos. Los de Zabaleta Burgui, con amplia experiencia en el sector, están colocando una en Zizur, acaban de reparar otra en Monreal y les acaban de llamar para arreglar otra en Tafalla, sin olvidar los trabajos de reforma de piscinas públicas -adaptarlas a la nueva normativa foral de 2018- en diferentes localidades navarras que concluyeron en primavera. La inversión mínima en una piscina de poliéster y fibra de vidrio (más económica que la de obra) es de entre 10.000 y 12.000 euros, las más comunes son de 5x 2 o de 6x3, dependiendo del tamaño de parcela. Todas, fijas y prefabricadas, con su sistema de depuración de aguas y una bomba "potente". "Las hay de 10 metros pero lo normal es que la gente tenga un jardín de 40, 50 o 60 m2 para encajar".

La diferencia entre una piscina de obra y una de poliéster son los permisos. Ambas necesitan una licencia del Ayuntamiento correspondiente pero, en el caso de las fijas, en muchos municipios se considera obra mayor y se requiere de un proyecto de un arquitecto. En el caso de las de poliéster basta con presupuesto y informe técnico del fabricante. También la recomendación de las mancomunidades como la de Pamplona de que las agua tratada vaya a fecales y la que sobra del llenado a pluviales.