yudar a los que te ayudan y favorecer la integración de las personas que llegan de otros países. En marzo del año pasado Romina López Silva abandonó Venezuela para buscar un nuevo futuro en nuestro país, en concreto en Pamplona. La venezolana, de 38 años, y su hijo de 8, quería labrarse un futuro más esperanzador. Una vez en el país, Romina decidió solicitar ayuda en el programa de acogida internacional que ofrece Cruz Roja, ya que tuvo que dejar a un lado sus estudios de economista, su trabajo de asesora comercial, su casa y a su familia. Cuando se es parte del programa de acogida, el Ministerio decide dónde reubicar a las familias, "tú no sabes a qué parte de España te van a mandar", manifestó López. Para Romina cualquier lugar era sinónimo de una nueva oportunidad. "A mí me trajeron aquí, al barrio de Iturrama, y yo pensé, bueno, donde sea está bien", subrayó.

Por fin situada en Pamplona, empezó a buscar apoyo escolar para Jérôme, su hijo, porque tenía dificultades para aprender a leer y escribir correctamente. "Una amiga me habló de Ikaskide y fue entonces cuando me interesé por los servicios que ofrecían", explicó Romina. El centro socioeducativo Ikaskide es un proyecto de Itaka-Escolapios que ofrece apoyo a niños, jóvenes y mayores en Pamplona. Ayuda en el ámbito escolar, forma a personas jóvenes y adultas y también cuenta con un servicio de acogida, orientación sociolaboral y servicio jurídico. Al ver la función que desempeña la entidad, Romina se dio cuenta de que era justo lo que necesitaba y decidió inscribir a Jérôme en las clases de apoyo escolar.

Conforme su hijo aprendía, ella empezó a involucrarse más en la asociación. La costura para ella siempre ha sido un hobby. Desde muy pequeña empezó a diseñar cojines, sábanas e incluso a hacer vestidos a sus muñecas. "Es algo que a mí me hace mucha ilusión, me apasiona", señaló.

Un día Romina estaba conversando con los monitores de Ikaskide, y una de ellas, María Ansó, le comentó que estaban preparando un taller de costura, pero que no tenían nadie que impartiera clases. A Romina se le iluminó la cara cuando escuchó estos planes, "inmediatamente me ofrecí como voluntaria", detalló Romina. A partir de entonces la venezolana pasó a formar parte de los más de 120 voluntarios que han sido premiados con la Pancarta de Oro 2020 por su labor solidaria, un premio anual concedido por la peña Anaitasuna. "Trabajamos desde el voluntariado, a partir de la acogida y el respeto a personas de culturas e identidades diferentes, y fomentando el protagonismo y la participación de las personas destinatarias del proyecto", remarcaron desde la asociación.

El Estado de Alarma hizo que las clases de costura se suspendieran. Intentaron seguir el curso de manera virtual, pero parte del alumnado no contaba con los medios necesarios como ordenadores o conexión a Internet para poder seguir las explicaciones. Romina asegura que les quedaron muchos proyectos por finalizar pero que intentarán retomar el taller lo antes posible. Para ella trabajar con otras chicas es una experiencia gratificante porque cada una aporta sus vivencias. "Hay mujeres que no sabían leer ni escribir, pero el taller les daba la oportunidad de expresarse. Era muy gratificante poder ayudarles a ellas a aprender un oficio, a enseñarles algo y a compartir, porque la fin y al cabo para eso estábamos allí, para encontrar un lugar donde integrarnos y conversar de nuestros problemas", subrayó. "Yo estuve en su misma situación, pasé de pedir ayuda a ofrecerles lo que yo sabía para aportar mi granito de arena, por eso me gustaría poder retomar las clases cuanto antes", confesó.