- Juanjo García llegó desde Mendoza (Argentina) a España hace 14 años. Vino con su mujer, Verónica, porque ella es de aquí y tiene familia en Toledo y Madrid, pero la idea era viajar por España. Acabó en Lleida, donde reside actualmente con su pareja y sus dos hijos, Santi y Arún. En Argentina Juanjo ejercía de profesor de arte, pero decidió darle un giro a su vida. "Yo venía un poco quemado. El tema de la docencia pública en Argentina no está financiada como aquí y los recursos no son los mismos. Al final eso te limita mucho como profesor", explicó Juanjo.

Una vez en España, un amigo argentino le dio la oportunidad de trabajar con él en una feria de artesanía en Madrid. "En ese lugar me dije a mí mismo que si alguna vez montaba un negocio sería de alimentación, porque la artesanía no iba muy bien y me fijé que a los puestos de comida les iba mejor", señaló Juanjo. Y así lo hizo. En 2008 montó su propio negocio, Garrapiñadas El Triskel. "Escogí entre unos productos típicos de caducidad muy larga y que fueran fáciles de mantener, que no necesitaran refrigeración, por ejemplo", expresó el feriante. Comenzaron a despegar en Catalunya. "Por aquel entonces no había mucha gente haciendo lo nuestro, así que nos ganamos un sitio pronto", agregó.

Con el tiempo empezó a mover sus almendras, avellanas, pipas, coco y cacahuetes, entre otros, por todo el Estado e incluso por pequeñas ferias de Francia.

"Cada producto tiene su punto. Nos ha costado descubrir la fórmula correcta de cada uno. Pongo una mezcla de 1 kg de producto y la mitad de azúcar y agua, aproximadamente. Cambia con cada alimento, pero la mayoría tarda cerca de 1 hora cocinándose", detalló Juanjo.

Tras 4 meses encerrados en casa por la cuarentena, Juanjo y su familia han tenido que tirar de ahorros para salir adelante. "Ahora se trata de salvar la semana. Aunque sean mercadillos pequeños, te dan la opción de moverte un poco", declaró Juanjo en referencia al mercado de artesanía que han organizado este verano el Ayuntamiento de Burlada y la Asociación A-Mano Market, en el que ya ha participado tres veces.

Anteriormente Juanjo formaba a otras personas para cubrir más ferias. "Llegamos a ser cinco trabajadores a la vez en diferentes puestos, pero al final depender de otras personas siempre trae problemas. Ahora con la crisis sanitaria, no queremos resignarnos. Nuestra decisión es ir hasta donde nos den las manos, para seguir siendo autónomos y artesanos", explicó Juanjo.

La vida de feriante no es solo vender productos. Hacer garrapiñadas tiene su arte, como todo. "En 12 años que llevo en esto ha cambiado mucho. No solo se resume en el producto. A la gente se le olvida todo el papeleo que hay detrás, el trato con el cliente y los proveedores, los largos trayectos en coche y las muchas noches que te toca dormir fuera de casa e incluso trasnochar. Es un oficio polifacético", apuntó Juanjo.

"Iremos hasta donde nos den las manos, para seguir siendo autónomos y artesanos"

Garrapiñadas El Triskel